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LA BELLA Y EL COMANDANTE

El octogenario comandante cuando vivía en Galicia // 

Había una vez una espirituana llamada Celia Odalys Fuentes Armas, una villareña que en los años 50 "estaba como un tren". De hecho, en el esplendor de su juventud, fue una de las modelos más bellas que había en Cuba. 

Antes del triunfo del Castrismo de 1959, la encantadora Odalys desarrolló una extensa carrera publicitaria y comercial con la cerveza Hatuey, e incluso cuando la firma de cosmética norteamericana "Max factor" la vio en la revista Bohemia, se fue a la Habana como un tiro a contratarla. 

Dicho esto, se puede decir que esta señora, nacida en 1938, vivía en la Cuba de los Batista, los Grau San Martín y los Prío Socarrás como le daba la gana. No menos de dos o tres mil pesos mensuales en momentos en que, por apenas 50 centavos, te servían en una fonda "una completa" con la que hoy comerían varios miembros de una misma familia. Incluso hasta el perro puede que se le "pegara algo". 

De hecho, Odalys se codeaba con el millonario, diplomático y Play Boy dominicano, Porfirio Rubirosa Ariza, y su bella esposa la francesa Celine. Sin embargo, cuando el "Loco de la colina" llegó al poder en 1959 algo le sucedió que, de incipiente burguesa se transformó de pronto en una de las cubanas más revolucionaria que había en la isla.

Era muy guapa sin dudas. 

Aunque según pregonaba Fidel Castro la revolución fue hecha "por los humildes y para los humildes", no se casó con un trabajador de los muelles ni con un sembrador de tabaco en una vega de Pinar del Río, la doña se fijó en un apuesto y joven comandante, medico de profesión, e hijo de un matrimonio de gallegos llegados de Mondoñedo.

Este "galleguito" llegó a ser el ayudante personal del asesino en serie argentino Ernesto Guevara, de quien después fue su íntimo amigo. Incluso "gatillo alegre" fue padrino de su boda con la modelo "bombón". Por otro lado su padre, don José Fernández Penelas, había llegado a Cuba procedente de la zona de Currás, consejo de Pastoriza, localidad de la "Galicia más profunda que pueda usted imaginarse, y que emigró muy joven casado con María Mel Castro, una paisana de 22 años. 

Oscar era el menor de los cinco hijos de ese matrimonio nacido en 1931. Al triunfo de la revolución Castrista llegó a alcanzar una posición y un poder en Cuba descomunales. Fue jefe de los servicios médicos de las Fuerzas Armadas y jefe del estado mayor del ejército occidental. Además acompañó al guerrillero Guevara en su fracasada aventura bélica Africana. 

Con el tiempo Fernández Mel fue designado alcalde de la Habana - puesto a dedo como todo allí - y en ese cargo se mantuvo por espacio de diez años, tiempo en que la señora Odalys, señora no, señorona, disponía de un poder igual o más desmesurado que el de su marido. "Una Machi cualquiera". 

Odalys Fuentes anunciando la cerveza Hatuey de la firma Bacardí.

Cuando "los de arriba" no pudieron encubrir más la corruptela que se estaban dando, lo removieron del cargo. Pero como suele pasar en los regímenes dictatoriales, el castigo por corrupto consistió en irse de embajador a Londres de donde resultó expulsado, tras un incidente a tiros entre el ex agente castrista Florentino Azpillaga Lombard, (fallecido en 2018) entonces de la CIA desde 1987, y un funcionario de esa embajada llamado Carlos Medina. 

Imagínese usted, nada menos que a tiros en el Reino Unido que es un país donde ni la policía de campo porta armas de fuego. De estos dos "pájaros" (así se dice en España y no tiene nada que ver con el significado cubano) no se ha sabido mucho más. La una, que como actriz fue malísima, dicen que anda por Cuba recibiendo elogios y reconocimientos como miembro de la UNEAC, una checa cultural repleta de comisarios artísticos totalmente genuflexos al régimen. 

Por su parte "El Padrino" se marchó a Galicia - "exiliado dijeron" - para vivir en el mismo pueblo de sus ancestros y donde residió cuando era simplemente "Oscarito", un crío de negra boina y alpargatas de esparto. La muerte le sorprendió en la Habana en 2019, y allí fue cremado. Sus cenizas fueron depositadas junto al "seboruco" donde dicen que están las su querido y venerado jefe.

Por Jorge García
Maldita Hemeroteca