lunes, 25 de diciembre de 2023

El Cristo de Jilma Madera que a duras penas custodia la Habana

Un día como hoy, 25 de diciembre, día que en Cuba se solía efectuar la llamada cena "de montería" con los alimentos restantes de la "Noche Buena", fue el escogido para inaugurar en la capital cubana la impresionante estatua conocida como "El Cristo de La Habana", que en ese entonces era la mayor del mundo hecha por una escultora al aire libre.

Inaugurada por el mandatario Fulgencio Batista en 1958, la escultura había sido confeccionada en mármol blanco de Carrara y, con una altura de 20 metros, fue situada en la cima de la Loma de la Cabaña y a 50 metros sobre el nivel del mar. La promotora del evento fue la primera dama y señora de Batista, doña Marta Fernández de Miranda.

Lilia Jilma Madera Valiente, una de los ocho hijos del asturiano Severiano Madera García y la cubana Eufemia Dolores de Jesús Valiente, había nacido en la provincia de Pinar del Río en 1915 donde su padre había comprado -por 2.800 pesos oro- una finca de once caballerías llamada "La Victoria" y dedicadas al tabaco, la ganadería y las maderas preciosas.

Eso le permitió estudiar en el Centro Gallego donde se hizo maestra y, en 1936, se gradúa en ciencias Económicas. En 1947 realizó cursos de Bellas Artes en Nueva York donde fue alumna del escultor hispano norteamericano José de Creft, creador de la estatua de "Alicia en el país de las Maravillas" de Central Park en New York, y del cubano Juan José Sicre Vélez, autor del busto de José Martí de la Plaza Cívica de la Habana.

--El busto de José Martí que se encuentra situado en la cima del Pico Turquino en la Sierra Maestra, también es de su autoría.--

Otra de sus obras fue "El pacto de silencio", en 1946, dedicada a la familia Pérez, Pedro Pérez y sus tres hijos. Sus rostros aparecen tallados en bronce en una base de piedra. Se trata de la familia de campesinos que, en 1896, ocultaron el cadáver del general Antonio Maceo y de su ayudante, el capitán Francisco Gómez Toro, hijo del generalísimo Máximo Gómez Báez que estuvo presente en la exhumación junto a su esposa Bernarda Toro, "Manana", su otra hija Clemencia y demás lideres mambises, entre los que se encontraban los mayores generales Pedro Díaz y José María "Mayía" Rodríguez, así como los doctores Hugo Roberts, Gabriel Casuso y Carlos de la Torre.

Pero volviendo a la escultura, en este caso se trata de un Cristo un poco distinto, pues del clásico con los brazos abiertos este, de 320 toneladas, aunque de pie, tiene una mano bendiciendo a los habaneros y la otra en su corazón y observando la ciudad "con los ojos vacíos", para que surta el mismo efecto desde cualquier zona donde se mire. Por otro lado las sandalias que cubren sus pies son igual de originales, ya que no son las tradicionales que se usaban en la época. La obra, antes de salir de Italia fraccionada, fue bendecida por el sumo pontífice Pío XII.

«Seguí mis principios y traté de lograr una estatua llena de vigor y firmeza humana. Al rostro le imprimí serenidad y entereza, como para dar a alguien que tiene la certidumbre de sus ideas. No lo vi como un angelito entre las nubes sino con los pies firmes en la tierra. Esta hecho para que lo recuerden, no para que lo adoren», dijo en una ocasión la escultora que, dicho sea de paso era una atea y simpatizante del régimen castrista, a pesar de que estos jamás le perdonaron su amistad con la primera dama.

Y añadiendo lo que casi añade, apuntar que la obra fue erigida por expreso deseo de Marta, quien por cierto recolectó los 200 mil pesos de su costo, luego de que Batista saliera ileso del atentado en el Palacio Presidencial en 1957. Sin embargo, apenas cinco días después de esta inauguración, Batista huía de Cuba dejando el país a merced de los alzados de Fidel Castro en Sierra Maestra, y del comandante español Eloy Gutiérrez Menoyo en el Escambray. 

Solo agregar que la figura fue impactada tres veces por la fuerza de los rayos, en 1961, 1962 y luego en 1986, (dicen que en los años 2014 le cayó otro) y se pudo reparar gracias a un gran pedazo de mármol que se trajo la escultora desde Italia como repuesto. Luego del ultimo impacto, pasaron más de 20 años de un total abandono y hasta fue cerrado al publico que ya se estaba robando las losas de su pedestal. No por gusto está enrejado, como si estuviera preso. En el 2012 se dignaron a repararlo "y declararlo monumento nacional". Jilma, que vivió muchos años en la barrida habanera de Lawton, falleció en el 2000 a los 84 años y se encuentra sepultada a la entrada de la Bahía Habanera.

Tomado de Maldita Hemeroteca.

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