jueves, 12 de septiembre de 2024

GRANDES ASESINATOS EN CUBA: Carlos Ayala (I)

Vista de una de las calles de la villa de Trinidad.

Existe poca información sobre los homicidios en Cuba, debe haberla seguramente, pero no es tan fácil encontrarla.

Se conoce por ejemplo, que en los archivos de los tribunales de urgencia creados en la república, los homicidios y asesinatos en 1948 fueron la décima causa de muerte en Cuba y, un año después, de las 1,112 personas que murieron violentamente, 228 fueron asesinadas. 

En las crónicas rojas de los periódicos, género especialista en el crimen ya desaparecido, se publicaban constantemente porque sus lectores morbosos consumían esos artículos. Una de estas historias alcanzó gran connotación por las características del hecho cometido.

La del carpintero y brujero Carlos Ayala Agama fue, para muchos, la reencarnación del mal. Este pardo libre de 29 años violó, torturó y asesinó, a un niña en la ciudad de Trinidad, a finales del siglo XIX. El rapto de la niña Carmen Álvarez, un 15 de julio de 1879 en una casa de la calle Santo Domingo, muy próxima a la Iglesia de Santa Ana, donde además asesinó al padre de la niña, el señor Roque Álvarez, que intentó detenerlo.

Este crimen sacudió totalmente a la ciudad, exacerbando aún más el malestar cuando tres días después en un viejo cobertizo de su propiedad, fueron encontraron restos de la niña en avanzado estado de descomposición.


Como si fuera poco, en los interrogatorios el asesino confesó la violación de la hermana de la occisa, la joven Tomasa Álvarez. El 29 de octubre de ese año fue condenado por homicidio y rapto, y el 16 de febrero de 1882 fue ejecutado en el garrote vil, una sentencia que fue cumplida en la plaza "Mano del Negro", lugar de escarmiento publico en Trinidad, dos años después de haberse pasado encerrado en una bartolina de la cárcel real de esa localidad.

La leyenda dice que era un ex bombero perteneciente al cuerpo de voluntarios de Trinidad durante la guerra de los diez años, y que en una cueva remota conocida como "El Volcán", cometía sus fechorías y tenía oculto su "templo brujero". Cierto es también que la prensa de entonces se recreaba en este tipo de delitos, sobre todo cuando eran cometidos por esclavos y cubanos de la raza negra en general.

Eran tiempos en que la criminología en Cuba se encontraba influenciada por las teorías del científico Cesare Lombroso, un criminólogo y médico italiano que sostenía la idea de que ciertos rasgos físicos denotaban impulsos y tendencias en los delincuentes, en este caso la negritud del supuesto perpetrador.

Disco cueva de Trinidad

De hecho en 1904 el negro brujo Domingo Bocourt, conocido como "Bocú el Negro", y su compinche Víctor Molina, fueron sentenciados también al garrote vil al asesinar a una niña blanca llamada Zoila. La prensa aseguró que aquel crimen llevaban el propósito de curar, mediante la hechicería, a las niñas negras Adela y Juana. Imagine entonces la gran  connotación y rechazo que llegó a generar.

El mismo jurista Fernando Ortíz escribió un libro que tituló "Los negros brujos", de 1917, donde hace explícitas sus pretensiones a la «profilaxis del delito y erradicación de la brujería» o «desafricanización de los antros afrocubanos» etc. Un periodista en específico, Eduardo Varela Zequeira, del periódico "El Mundo", llegó a anticiparse a todas las investigaciones y les acusó, primero incluso, que los jueces.

Este asesinato ocurrió en la zona de Alacranes, provincia de Matanzas, y los acusados fueron ejecutados dos años después en 1906, curiosamente el mismo año en que fue abolida la pena de muerte en Cuba. Como sonado también fue el de otra niña llamada Celia, violada y asesinada en el Vedado, la Habana, por un tal Sebastián Fernández, alias "Tintan".

Pero no se alarme, allí mismo, en el horrendo escenario donde se cometieron los crímenes de Trinidad, funciona actualmente una famosa disco-cueva local que lleva este nombre, "La Cueva de Carlos Ayala", por que somos así, un pueblo cobarde pero muy morboso. Aunque no es menos cierto que lo macabro y lo maldito resulta un gancho infalible para atraer al turismo.

Maldita Hemeroteca 

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