viernes, 13 de septiembre de 2024

JOSÉ MARTÍ: Testamento político o grito desesperado de ayuda.

Monumento a José Martí en Mexico

El 18 de mayo de 1895, José Martí comenzó a escribir a su gran amigo mexicano Manuel Mercado, la que sería su última e inconclusa carta. Manuel Antonio Mercado y de la Paz era un abogado mexicano, que la narrativa se empeñado en afirmar que fue el mejor y más fiel amigo de José Martí, y poco menos que su confidente.

Dentro de la correspondencia que ambos intercambiaron, que se ha manejado que fueron alrededor de 140 cartas, hay una muy conocida que escribió Martí en los montes cubanos y que no pudo enviar, ni siquiera concluir, "la carta inconclusa" que la dictadura castrista ha señalado como "su testamento político", sobre todo porque entre sus líneas hay un fragmento que les encanta y que les viene como un guante como pretexto ideológico perfecto:

"Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América". 

Para empezar: ¿Quién era Mercado?. En Mexico ostentaba el cargo de subsecretario de Gobernación del régimen tiránico de Porfirio Díaz, y que desempeñó hasta el 1900. Y es curioso que hayan sido los mexicanos los que, con su revolución precisamente, le hayan sacado del poder en 1910 y le hayan obligado a un exilio del cual nunca más regresó. Muy curioso.

Entendemos que Martí lo conociera y se hiciera su amigo cuando llegó a Mexico en 1875, de hecho Mercado vivía entonces en la casa encima a la de su padre Mariano Martí, de manera que como vecinos surgió además una bonita amistad. Gracias a Mercado, Martí pudo trabajar en la revista Universal. Pero en en cambio, en 1882 fue nombrado en ese importante cargo, el de conducir el poder ejecutivo de un gobierno como el de Porfirio Díaz.

Todo el mundo sabe que ese régimen fue un ejemplo perfecto de tiranía autoritaria, represiva y corrupta, que traicionó los intereses nacionales. Incluso el propio Martí le llegó a señalar como "Funesto revolucionario Díaz" en uno de sus artículos en Guatemala. Por otro lado, periodistas como Luis Lara Pardo, Filomeno Mata o el estadounidense John Kenneth Turner, lo retrataron a la perfección. El primero llegó a decir:  

"Pocos gobernadores, aun entre los reyes, emperadores, faraones, sultanas y califas, han hecho más para prostituir a un pueblo que el general Díaz para degradar a los mexicanos…"

De hecho, el dramaturgo español Ramón del Valle-Inclán escribió "Tirano Banderas" pensando en él. Digo más, el ensayista Vicente Blasco Ibáñez afirmó:

"El orden que mantuvo durante treinta años fue producto de una serie de fusilamientos sin testigos y de atentados a la libertad individual. En esos treinta años mató a más gente, de un modo sordo y oculto, que los que murieron después en todas las batallas sucesivas de la revolución".

Entonces, ¿qué hacía Martí "coqueteando" con un régimen de las mismas características, o quizás peores, que el que combatía?. No sería que en vez de "testamento político", Martí buscaba la manera de encontrar plata para sostener su idea, porque ya los tabaqueros de Tampa y de Cayo Hueso se estaban cansando de más de lo mismo. ¿Será que estando "in situ", pudo comprobar lo jodido que estaba aquella manigua, y lo que se extendería la guerra?.

En medio de aquel inusual acomodo del que Martí no estaba acostumbrado, va y de pronto se acordó "de su amigo del alma". Martí era un genio. Sabía que a Mercado, dígase a Porfirio en este caso, había que entrarle ante todo por donde más les gustaba, el dominio geopolítico de Estados Unidos.

Ya lo había intentado un año antes cuando le solicitó al dictador una entrevista. Incluso también el general Antonio Maceo se la había solicitado en 1884 durante su estancia en Veracruz, en cambio el dictador no le recibió. Claro, para entonces ya Martí había cambiado sus discurso con respecto a Díaz, y fíjese en los halagos:

Un cubano prudente […] ha venido a México, confiado en la sagacidad profunda y constructiva del General Díaz, y en su propia y absoluta discreción, a explicar en persona al pensador americano […] al hombre cauto y de fuerte corazón que padeció por la libertad del continente […] que hoy preside a México, la significación y alcance de la revolución sagrada de independencia.

Aún así Porfirio hizo mutis. Martí abandonó Mexico en los primeros días del mes de agosto del 1884 sin poder hablar con el mandatario azteca. De manera que aquella carta inconclusa del 18 de mayo de 1895, más que un testamento político debió haber sido un grito desesperado de ayuda.

Sobre todo a raíz del artículo publicado por el periodista del New York Herald en Cuba, George Bryson, donde afirmaba que España - en este caso el general Arsenio Martínez Campos - prefería entenderse con E.E.U.U. antes de entregarle la isla a los Cubanos. La verdad es que la supuesta teoría de un testamento político Martiano no la entendemos sinceramente. Será que nuestra cultura, visión e incluso, poder de análisis político, es mucho menor que el de ellos.

Maldita Hemeroteca 

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