Una de las historias más conmovedoras del libro "La Patria soy yo", del general del ejercito independentista Cubano, el dominicano Enrique Loynaz y del Castillo, fue la relacionada con la capitana María de la Luz Noriega y Hernández.
Nacida en la localidad de Guane, el 29 de mayo de 1875, una gran parte de su vida le tocó atravesar serias penurias materiales y morales, en cambio pensamos que su historia no ha tenido el tratamiento justo que se merece, dado que fue una de las 16 mujeres que alcanzaron grados militares en aquel ejército.
En 1989 la poetisa Dulce María Loynaz, hija de este general, publicó en La Habana las memorias de su padre con el título "Memorias de la guerra". Las publicó a raíz de un arduo esfuerzo de organización de los folios procedentes del manuscrito original, y aunque quedó inconcluso, cotejó un extenso texto que cubre los años anteriores a la guerra, más un período considerable de la propia contienda.
Por ese libro conocimos el calvario de esta señora que, entre otras cosas, tuvo que observar impotente y amarrada cómo los guerrilleros ajusticiaron al marido en su presencia. (Algunas fuentes aseguran que fue fusilado y otras macheteado). Fue tal el suplicio, sumado al dolor de haber sido abandonada por un nuevo amor, que ya en Cuba libre la señora Noriega cometió suicidio en la habitación de un hotel de Matanzas.
María de la Luz Noriega Hernández nació en la provincia de Pinar del Río en el año 1878, en el seno de una cubanísima pero muy acomodada. Gracias a eso recibió esmerada educación y, como encima era elegante y de llamativa belleza, contrajo matrimonio con el doctor en medicina Francisco Hernández.
Luego se trasladaron a la provincia pinareña donde se dedicó a curar enfermos y heridos sin distinguir uniformes, y sólo se apartó de ellos para empuñar el arma a la hora de combatir como un soldado mas del ejercito mambí. El 29 de enero de 1896 la pareja de recién casados se incorporó a la columna invasora del general Antonio Maceo en la zona de "Los Pilotos", a raíz de la invasión por la zona occidental de la isla.
Desde ese momento siguieron siempre a Maceo, destacando en el combate de Hato de Jícara y de Río de Auras, donde la doña se batió heroicamente. En el de "Paso Real de San Diego", en febrero de 1896, le concedieron el grado de teniente coronel a su esposo y joven galeno, mientras María recibió el de capitana. Por su labor en la atención a los heridos y enfermos y el valor demostrado en los combates, el mayor general Antonio Maceo la bautizó como "La Reina de Cuba".
Los azares de la guerra llevaron al matrimonio hasta las provincias más orientales, refugiándose finalmente en una hacienda de Sancti Spíritus. Francisco había caído gravemente enfermo y se encontraba en el hospital "La Llanadas" de esa localidad, en el momento en que fueron sorprendidos por una columna española al mando del teniente coronel Gabriel Orozco Arascot.
Unidades de guerrilleros bajo al mando de esta columna, tuvieron la crueldad de fusilar al joven médico en su presencia como ya hemos dicho, mientras que María fue remitida al penal de Isla de Pinos donde sufrió todo tipo de maltratos. En noviembre de 1897 fue indultada, y aunque regresó a la manigua, su salud ya estaba bastante resquebrajada.
Finalizada la guerra se casó con el coronel médico y cardenense, Enrique Yáñiz Martínez, que trabajó como forense en el necrocomio de La Habana. Sin embargo, el día 16 de agosto de 1901, presa del sufrimiento y de los recuerdos que al parecer le seguían atormentando, Luz se quitó la vida en una de las habitaciones del entonces hotel "El León de Oro" de la ciudad de Matanzas, hoy hotel "Florida". Contaba apenas con 26 años de edad.
Y fíjese como somos a veces los cubanos, que aún siendo quien fue algunos pusieron en duda su honradez. Incluso llegaron a negar, de manera denigrante además, que su casamiento con el médico Yániz fue una falsa y que solo se trató de un romance. Como el artículo del periodista Juan José Cañarte, publicado en El Mundo en 1901, e incluso el propio general Loynaz fue otro de los que también lo puso en dudas.
En ocasiones la actitud de los hombres no deja de sorprendernos, y no importa el momento ni el tiempo. En un final, conocidas han sido las infidelidades matrimoniales - con vástagos incluidos - de paladines como Calixto García en España, la de José Martí en New York o la del mismo Antonio Maceo en Jamaica, incluyendo la pedofilia de Carlos Manuel de Céspedes en San Lorenzo, o la de José Maceo en la prisión de Mahón. Sin embargo nadie se asombra por esto.
Solo agregar que de Cárdenas fueron varios los galenos que se sumaron al ejército libertador, como el teniente coronel Félix García, Fernando Méndez Capote, Andrés Moreno de la Torre, Lucas Álvarez y
Cerice, Joaquín Otazo Díaz que fuera presidente de la Junta Patriótica de Cárdenas durante
la Guerra, y Enrique Sáez Bringuier
Y para añadir más morbo a esta historia, con el pasar de los años antropólogos de Matanzas aseguraron a medios de prensa cubanos que varios huesos de esta señora, entre ellos el cráneo y un fémur, localizados en la necrópolis de San Carlos Borromeo en la ciudad de Matanzas, habían sido identificados entre otros de cientos de mambises.
Y ya ve usted, otras mujeres de su época, con mucho menos historial combativo, han sido ponderadas por esa narrativa caprichosa e injusta debido a su vínculo con determinado caudillo, e incluso cuando su nombre resuena muchísimo más en varios diarios de campaña que se tienen constancia.
Por ejemplo, en el del coronel y diplomático Manuel Piedra Martell, en el general de división catalán José Miró Argenter, el del brigadier Bernabé Boza, el doctor Cosme de la Torriente e incluso, en los relatos bélicos del periodista y corresponsal de guerra norteamericano Grover Flint, quien acompañó por cuatro meses al generalísimo Máximo Gómez, aparece recogida esta insigne dama de la que hoy nadie habla en Cuba.
Maldita Hemeroteca
Fuente:
Fuente:
"Memorias de la Guerra"
Enrique Loynaz del Castillo
"Marchando con Gómez". Grover Flint, 1898.
Este libro lo puede confrontar aquí aunque en idioma inglés.






