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PASAJES DE LA PRENSA REPUBLICANA: La detención del brujo Carburo


Exceptuando a los negreros esclavistas por supuesto, en Cuba nunca hubo más racismo que entre los mismos cubanos. Y no se equivoque, no por ser patriota se era menos racista. De hecho, la libertad que les ofreció Carlos Manuel de Céspedes a los esclavos tuvo sus matices, pues estuvo condicionada a seguirles en la lucha y, en caso contrario, el negro pacífico seguiría siendo un esclavo hasta que alguien se acordara de él.

Tenga en cuenta una cosa, que uno de los criollos más ricos de entonces, el hacendado Francisco Vicente Aguilera, un hombre que supo darlo todo por la libertad de Cuba y que murió pobre y enfermo en el exilio, poseía una dote esclava de más de 500 negros. No se llame a engaño amigo, para aquellos cubanos del siglo XIX y primeros años del XX, el negro no contaba en la forja de la nueva nacionalidad para nada, lo cual no quita el deseo que tuvieran algunos de que fueran hombres libres.

En los registros militares del mayor general Carlos Roloff, los negros que aparecen catalogados como mambises son los oficiales. Ni siquiera se tenían en cuenta los apellidos de los soldados, de ahí que se haga extremadamente difícil reconocerlos. El 80% de los negros en el ejercito libertador, para no ser absolutos, eran utilizados por los mambises en las labores más difíciles e ingratas, como la cocina, el rastrojeo de viandas, el cavado de trincheras e incluso, hacían el mismo papel que las acémilas del ejercito español.

Durante la Republica no cambió mucho, y ejemplos los hay de sobra. No vamos a entrar de nuevo en la matanza de 1912 que ya es harto conocida. El tema va de otra cosa, de la cruzada llevada a cabo contra de la brujería africana, como parte de aquella idea persistente de intentar blanquear la isla para que no fuera un Haití. En el código penal español establecido en Cuba en 1879, no se contemplaba la brujería como delito, pero eso no quería decir que no se combatieran ciertas practicas.

Nganga del palo mayombe congolés.

La brujería no se combatió dura y tenazmente hasta los primeros años de la republica. De hecho, la primera constitución que tuvimos en 1901, aunque proclamaba la absoluta libertad de culto, contemplaba ciertas limitaciones con el fin de preservar la moral cristiana y el orden público, llevándola en estos casos a la criminalización incluso.

En su primer libro, "Hampa afrocubana. Los Negros Brujos", publicado en 1906 en Madrid y con prólogo del medico italiano Cesare Lombroso, el criminólogo cubano Fernando Ortiz hizo públicas algunas de sus ideas como la de «profilaxis del delito», «higienización social» e incluso fue más allá con la «desafricanización» de los «antros» afrocubanos. Más claro ni el agua.

A tal efecto, Ortíz llevó a cabio un programa de erradicación de la brujería aplicando las clasificaciones "Lombrosianas" del «criminal nato», con el fin de adaptarlas a los delincuentes afrocubanos o brujos practicantes. Llega incluso a clasificarlos como "corregibles" o "incorregibles", en ese caso dependiendo de costumbres o fanatismos, proponiendo un tratamiento punitivo diferente para cada caso. Y aunque la mayoría de ellos resultaban absueltos, el caso del brujo Domingo Bocourt resultó de los más mediáticos.

Al brujo Domingo Bocourt, alias Bocú, le endiñaron "supuestas acciones criminales" relacionadas con el asesinato de niños que, como le sucedió a otros brujos acusados de crímenes violentos, fueron castigados con la pena máxima. Un periodista en específico, Eduardo Varela Zequeira, del periódico "El Mundo" de La Habana, contribuyó especialmente a este ambiente virulento contra el brujo Bocourt.

Zequeira llegó a anticiparse a todas las investigaciones, fabricando un caso de cara a la opinión pública y a los tribunales. A partir de entonces, y hasta 1924, se conocerán veinticuatro casos de supuestos «crímenes rituales» en los cuales se repetirá a grandes rasgos el mismo procedimiento policial, judicial, político y mediático, con la única diferencia que en los casos de Bocourt, Silvestre Erice y Víctor Molina, serían los primeros y únicos brujeros condenados en 1906 a muerte en en el garrote vil, casualmente el mismo año que se abolió la pena de muerte.

Bocourt

En su libro, el criminólogo Ortiz identifica a Bocourt, y su clan de brujos Congos, como supuestos criminales y reclamando para ellos acciones penales en defensa social y contra la hechicería africana. En este caso, sus practicas religiosas estuvieron vinculadas, supuestamente, al mediático asesinato de una niña llamada Zoila. 

A pesar de que resultaron absueltos en una primera vista, una vez que apareció el cadáver de la niña, Bocourt fue detenido de nuevo y condenado a muerte en el garrote vil. Y aunque Ortiz aseguró que se le había ocupado abundante correspondencia "aún por clasificar", la única que se mostró como prueba en aquel juicio se reproduce textualmente:

"Amigo Pablo deseo se alle bien en union de todos por esta su csa no hay nobedad à Dios gracias. (sic) amigo esta es para decirte que la Muñeca cuesta 25 pesos sin faltar uno, boy a estar trabajando hasta el 31 bamos aber si Dios quiere como salimos con el fabor de Dios. El negocio esta jorobado busca un pollo colorado mañana à las doce y paseselo a la muchacha por en cima vivo y luego lo mata y abierto de banda y [...] un guiso de por [...] como llo le dije y si [...] me las es criban oserba [... ...] para Magdalena Lage à Melena del [Sun] y el pollo lo manda botar bocarriba y le echa tres centabo él [...] Sin mas por hoy su amigo Domingo Bocourt".

San Cristobal, septiembre 1904


En un exceso de criminalización, la prensa llegó a asegurar que el cuerpo de la niña había sido "salado" como el bacalao. Por aquellos días se había producido otro infanticidio, el de la niña Celia, en el cual había sido acusado otro brujo origen africano de nombre Sebastián Fernández, alias Tin-Tan. Según la prensa - que no escatimaba en detalles - eran varias las creencias que practicaban estos brujos, como por ejemplo "comerse el cerebro de alguien le hacía adquirir su valor en la vida". 

En otra, se aseguraba que el niño amamantado por muchas mujeres tendría numerosas dotes intelectuales. Pero sin duda las más impactante de todas fueron las desapariciones y posteriores muertes de aquellas dos niñas, vinculadas también a una de estas creencias, en concreto que "si una mujer infértil se comía el corazón de una menor, la convertiría en fecunda". 

Se cree que entre los primeros años de la república, desde 1902 a 1905, aparecieron publicados cincuenta y cinco artículos y reportes sobre la brujería, de los cuales treinta y siete correspondieron al asesinato de la niña Zoila en 1904. La prensa aseguraba que los brujos africanos habían introducido en la isla el homicidio ritual y la violación de niñas vírgenes, como propaganda destinada a «desafricanizar» un país cuyo progreso era amenazado por el llamado "primitivismo africano".

Uno de esos artículos aparecido en el periódico "Diario de Marina" del once de enero de 1918, daba cuenta de una operación policial en contra de una practica de brujería que se llevó a cabo en la localidad del Mariel, en la Habana, en concreto contra el brujo Miguel Arocha, alias "Carburo". Tenga en cuenta que este era el típico estilo de redacción de la época.

Brujo Cuesta
Dice así...

"El activo jefe de la sección de ejército en esta localidad, el Teniente Fundora, tenía fundadas sospechas de que entre los elementos estimados como sospechosos en el término, se tramaba "algo' y preparaba el terreno que le acaba de conceder óptimos frutos al llevarlo al feliz éxito de sus gestiones.

PRIMERA DETENCION: MIGUEL AROCHA (A) CARBURO

Por confidencias obtenidas de distintas fuentes, se puso en acecho en la Colonia "Marante" de este término la noche del martes ocho de la actual, y se capturó al sujeto de la raza negra como de 70 años de edad, Miguel Arocha (a) Carburo, en el preciso momento en que se disponía a secuestrar a la niña de la raza blanca de nombre Marta Moreno Pérez, infeliz criatura paralitica, que debido a esa fatal inhabilidad física casi no articulaba palabra alguna".

SEGUNDA DETENCION: JACINTO BALSINDE.

"No satisfecho, el celoso teniente Fundora, inspirado en el primer éxito obtenido, comisionó inmediatamente al soldado número 22 de este Escuadrón, Juan Sotolongo, el cual por ser de la raza negra y por sus buenas dotes policiacas, era el más adecuado entre los alistados. Acto seguido, se dirigió el soldado Sotolongo a una colonia de caña y solicitó trabajo que le fue concedido, e inmediatamente se dispuso a cortar caña en cuya impropia labor pasó todo el día del miércoles.

Solicitó ayuda a cargar una carreta de caña a la anciana de la raza negra Narcisa, ex concubina del brujo Miguel Arocha (a) Carburo, por cuyo acto de rústica galantería se captó la simpatía y confianza de la vieja y logró, además, saber lo que deseaba, el objeto del presunto sacrificio de la niña María y el enfermo para el cual la sangre que contaban extraerle".

"Se quería curar con ella el negro de 70 u 80 años Jacinto Balsinde, atacado de fatal enfermedad que, según los facultativos, lo llevaría pronto a la última morada. Una vez informado Sotolongo de lo qué con tanto celo buscaba, se dirigió a la morada del "enfermo" Jacinto, al que le dijo que venía en busca de la citada niña María o de la sangre de ésta para hacer el citado remedio, a lo que contestó ingenuamente el Jacinto que su gestión no era necesaria porque Carburo le había prometido tenérselo preparado para la noche del 10 del actual".

Un rayo de alegría - decía Sotolongo - pasó en aquel momento por mi vista, había realizado mi servicio y tenía no solamente la satisfacción del deber cumplido, sino también el regocijo de haber hecho algo en beneficio de la humanidad. Procedió Sotolongo inmediatamente a la captura de ese sujeto al que trajo para el Cuartel del Ejército, y que junto con el brujo Miguel están ahora a disposición del Juez.

EL CORRESPONSAL.

Maldita Hemeroteca

Fuentes:

Libertad religiosa, brujería y asesinato de niños en Cuba, 1898-1933 // Diario de la Marina. Viernes 11 de enero de 1918 // El retrato de los «negros brujos». Los archivos visuales de la antropología afrocubana (1900-1920).