Gallegos saludan en un desfile Franquista. // |
María Araujo Martínez (Galicia 1904-La Habana 1989) fue una joven nacida en la localidad de Pontevedra, en Galicia, que con menos de dos años emigró a Cuba con sus padres. Sin embargo decide regresarse a Galicia en 1927 contaminada ya con un virus, no de fiebres tropicales, si no del sindico-comunista muy en boga en la isla por aquellos años.
Y aunque no lo tenemos constatado, debió salir huyendo de Gerardo Machado. Tanto fue así, que en Vigo se puso al frente del sindicato de la fabrica de conservas donde trabajaba. En 1935 viaja a Madrid para participar en un congreso obrero, y poco después a París donde participa como delegada en un congreso antifascista. De ahí, María ya no paró hasta integrar las derrotadas milicias de izquierda durante la guerra civil.
Pero espere, que eso no fue todo.
Candidata al presidio Franquista debido a su historial, fue detenida a la caída de Vigo y encarcelada en la prisión del Príncipe, llamada casualmente igual que la de la Habana. En cambio ya quisieran las presas del régimen castrista vivir en una cárcel como esta, que contaba con 20 celdas individuales con baño, mientras que el resto vivía mejor en salas mejores y más limpias que cualquiera del hospital Calixto García de la Habana.
Gracias a su doble nacionalidad, el cónsul cubano en Madrid consiguió liberarla. En el "Marqués de Comillas" y utilizando la identidad de su hermana, se marcha de nuevo a la Habana en 1944. Entonces Cuba gozaba de una plena democracia con el doctor Ramón Grau San Martín electo, y ya se lo podrá imaginar usted.
Como miembro del PSP, socialistas populares y/o comunistas juntos todos, se unió a su diabólico paisano en la lucha contra Batista en 1953 primero, y más tarde como apoyó de Sierra Maestra vendiendo bonos del 26 de julio y escondiendo y reclutando adeptos. Fue fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas y de los detestados Comité de Defensa de la Revolución nada menos, incluso llegó a integrar las filas del siniestro G-2 castrista.
El tirano, que toda su vida fue un fanático al líder de la Falange José Antonio Primo de Rivera, incluso cantó miles de veces el "de cara al sol" en el Colegio de Belén, la condecoró con la orden Ana Betancourt, que la pobre debió sacudirse una vez más en su tumba Madrileña. Y bueno, el izquierdismo gallego podrá estar muy orgulloso de ella, nos parece genial que así sea, pero para los cubanos libres y los que la ansían en la isla, no fue si no otra esbirra más.
Maldita Hemeroteca