El italiano Jannik Sinner es a sus 23 años el tenista italiano más laureado de la historia en Grand Slam. Una epopeya en un país que ama este deporte, que ha mantenido torneos de importancia en períodos de mucha sequía productiva.
Fueron tiempos viviendo de la nostalgia, de Nicola Pietrangeli y Adriano Pannata en el campo masculino. Resurgieron las mujeres con Flavia Pennetta o Francesca Schiavone, hubo una tregua hasta que llegó el césar de la raqueta.
Hasta que emergió desde las montañas del norte un espigado pelirrojo que va camino de ser leyenda.
Por los resultados y el nivel deportivo que ha alcanzado. Estuvo sublime en su tercera final de Grand Slam. Cuando llega al último día, no falla. Lo hizo en el Open de Australia 2024, revalidó corona en 2025, también se impuso en el US Open 2024.
El signo contrario del damnificado alemán Alexander Zverev, que tampoco a la tercera oportunidad inauguró su palmarés.
Pudo reprocharse mucho en el US Open 2020 porque mandaba dos sets a cero al austríaco Dominic Thiem, en Roland Garros 2024 apuró sus opciones hasta que en el quinto set fue presa de un Carlos Alcaraz desatado. En Melbourne porfió, enseñó su enorme clase y potencial, pero acabó siendo víctima de una obra constante de demolición. Sin pausa.
Sinner percutió sobre Zverev hasta que lo aniquiló. El transalpino reforzó aún más su condición de número uno mundial anotándose su decimonoveno título profesional.
Derrotó al nº 2 por la vía directa: 6-3, 7-6 (4) y 6-3 en 2h.42' de trabajo impecable. Superior en todas las facetas, con un primer saque que es el mejor seguro de vida en instantes de dificultad. No ofreció ni una oportunidad de 'break' a su oponente, no le concedió nada. Y le quitó los puntos clave porque a día de hoy es el mejor. Prácticamente intocable en una superficie dura como la australiana.