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LYDYA CABERA: CONSECUENCIAS LETALES DE UNA ENTREVISTA

En la imagen, de izquierda a derecha, Lydia Cabrera, (con gafas +1991) la escritora y profesora Rosario Hiriart, y también sentada María Teresa  de Rojas, su pareja sentimental y dueña de la Quinta Marianense //

En varias ocasiones nos hemos referido al área donde una vez estuvo la casa de Lydia Cabrera. En efecto donde aun sigue en pie la ruina del circulo deportivo "Jesús Menéndez" de la avenida 51 y calle 92 en Marianao y que en el pasado fue la hermosa "Quinta San José", residencia oficial de la entonces etnóloga y su pareja María Teresa Rojas.

Hablamos de una propiedad que había sido edificada por la familia Pedroso en el 1857. Y mucha gente en su momento se preguntó, y aun se lo preguntan, cual había sido la razón por la cual el dictador Fidel Castro decidió demoler semejante casona colonial estando en perfecto estado y con tremendo valor histórico además.

Basta decir que fue allí donde el eminente médico cubano, Carlo Juan Finlay Barrés, realizó varios de sus experimentos que dieron como resultado el descubrimiento del mosquito "Aedes Aegypti" como el vector transmisor de la devastadora fiebre amarilla, y fue allí donde Lydia, curiosamente nacida un 20 de mayo de 1899, fecha en que comenzaba en Cuba la primera ocupación provisional norteamericana, escribió aquellas maravillosas obras del folclor Cubano como parte de su trabajo etnográfico, «Cuentos negros» en 1948, «El monte» de 1955 o «La sociedad secreta Abakuá» ya en 1958, que han sido consideradas piezas maestras de la cultura afrocubana.

Y aunque sabemos que Lydia decidió marchar al exilio finalmente, las causas de aquella destrucción fueron otras. En un final se marcharon miles de personas y dejaron en Cuba todo, sus residencias, pasando todas en poder de la tiranía, pero en este caso existía un componente más e imposible de soportar para el tirano Castro. 

Por ejemplo una entrevista con el ex brigadier mambí y presidente de la república, Gerardo Machado y Morales, que fuera publicada en el Diario de la Marina un diez de diciembre de 1926, hace casi un siglo. Ese fue uno de los motivos que llevó al implacable destructor en jefe a tomar semejante decisión, y como si fuera poco la señora perteneció en 1952 al equipo de mandato del entonces golpista Fulgencio Batista, como asesora cultural del ministerio. 

Lydia, que fue hija de Raimundo Cabrera y cuñada del intelectual Fernando Ortiz, del brazo de Machado. Además, Lydia formó parte del equipo de Fulgencio Batista en 1952 como asesora cultural del ministerio. Demasiado para un tirano vengativo como Fidel Castro.

Apenas Lydia puso un pie fuera de Cuba en 1959, sus hordas de la JUCEI le entraron a esta residencia con todas sus fuerzas y, tres años después, en 1962, nacía aquel adefesio arquitectónico que hoy resiste como puede el abandono de sus propios creadores. De Lydia y Titina solo quedaron aquellas bellas y majestuosas palmas reales, al menos eso creemos, pues hace más de dieciséis años que no hemos vuelto a pisar la patria.

Como información adicional, le diremos que la Quinta San José, situada en las inmediaciones del barrio "Pogolotti" en Marianao, perteneció a una importante familia de la sacaroracia habanera, Don Joaquín Pedroso y Barreto, uno de los antiguos dueños del central "Santa Gertrudis" que estuvo situado en la provincia de Matanzas y que contaba con una dotación de más de 250 esclavos. 
Al menos hasta esos años, la señora Lydia estuvo recogida como la única mujer que consiguió acceder al "Cuarto Fambá", el mayor secreto de la liturgia  Ñañiguera Cubana.
Este tronco familiar provenía de la ciudad de Alcalá la Real, en Jaén, perteneciente a la provincia de Andalucía, en el sur de España. Uno de ellos, Don Pablo, fue regidor de la Habana y teniente gobernador interino de la isla en el siglo XVII. Esta familia había contribuido notablemente al desarrollo de la zona, de hecho fueron los fundadores del ferrocarril del Oeste.

Además, fueron innovadores en el empleo del vapor en los motores de los ingenios azucareros. Por otro lado el abogado Don Joaquín Pedroso y Echeverría fue alcalde ordinario de la ciudad de la Habana en 1836. El declive económico de esta familia comienza en el mismo momento en que fue abolida la esclavitud en Cuba. En realidad eran unos esclavistas.


Por Jorge García
Maldita Hemeroteca 

Nota: La entrevista se puede leer perfectamente en ese link rojo,  ampliándolo un poco.