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| General Pedro Mella, gobernador del Camaguey. // |
Carlos Manuel de Céspеdes era un terrateniente liberal y masón conocido por ser un excelente amigo del general español Juan Prim, el hombre que se atrevió en España a concederle la independencia a los Cubanos si así la pedían.
Participó sobre todo en operaciones en Camaguey, ciudad cubana de relevancia histórica donde se celebraron dos asambleas constituyentes a fines del siglo XIX: la de Jimaguayú y la de Yara, en la que se decidió rechazar la autonomía ofrecida por el gobierno español.
Pedro Mella luchó al lado de generales tan prestigiosos como Cassola, Armiñán y Báscones. Con éste último, siendo su jefe de estado mayor, marchó desde Puerto Príncipe en socorro de una brigada española acorralada en las Guásimas de Machado. Otras acciones fueron las del Potrero de La Sacra, en las de Naranjo - Mojacasabe, y en las de Najasa.
Fue el jefe de la segunda brigada desplegada en Manzanillo, Bayamo y Jiguaní; y colaboró con el capitán general Martínez Campos tanto en la guerra como en los preliminares de la paz de Zanjón en 1878, que pusieron fin a la lucha de la también llamada “la guerra larga” o “de los diez años”.
GOBERNADOR DE CAMAGUEY
Al asumir el mando de Camaguey, se dirigió a los conciudadanos con esta arenga:
"Camagüeyanos: nos conocemos de mucho tiempo atrás; sabéis los afanes y desvelos prodigados por mí en el bien de la paz material primero y de la tranquilidad moral después.
Conocéis los vínculos que por conceptos varios me unen en estrechos lazos de cariño a esta hermosa provincia, pero hoy, en ocasión en que un puñado de fanáticos, arrastrados por mayor número de aventureros ambiciosos, tratan de perturbar de nuevo el país amenazando destruir el producto de nuestro constante y honrado trabajo y sumir en la miseria a vuestras familias, vuelvo a encargarme del mando de esta Provincia".
Para nadie es un secreto, solo para los cubanos que apenas conocen una parte de la historia totalmente manipulada, que no todos en Camaguey estaban por la labor de la libertad. Ya no estaba el mayor Agramonte y la destrucción que venía ocasionando Máximo Gómez a la industria criolla era ya insostenible.
Aún así, en su favor hay que decir que a modo de preservar la integridad de los rebeldes, tuvo bien en avisarles uno a uno que se encontraban en el ojo de las autoridades y, por lo tanto, les convidaba a que abandonaran el país cuanto antes a modo de evitar males mayores.
Uno de ellos, el marqués de Santa Lucía, Salvador Cisneros, que ya había sido alertado por el capitán general, general Arsenio Martínez Campos, le respondió: "Sí, pero solo respondo con mi cabeza". (No con el corazón).
Sin embargo: Máximo Gómez hace caso omiso a esta arenga y se adentra con sus tropas en territorio Camagüeyano, y el día 5 de junio corta el telégrafo y anula la vigilancia de Martínez Campos. Cruza el río Jobabo en medio de una insurrección que ya era imparable. El Capitán General dicta entonces el siguiente bando:Gobierno Civil
Don Arsenio Martínez Campos y Antón:
Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba.
Habiendo aparecido partidas armadas en la provincia de Puerto Príncipe y llegado por ello el caso a que se refieren los artículos 12 y 13 de la ley del Orden Público del 28 de abril de 1870, vengo a decretar lo siguiente:
Bando
Artículo 1 –Queda declarado en estado de guerra el territorio de la provincia de Puerto Príncipe.






