Gobierno provisional que derrocó a Isabel Segunda.
De izquierda a derecha: Figuerola, Ruiz Zorrilla, Sagasta, Prim, Serrano en el centro, Topete, López de Ayala, Romero Ortiz y Lorenzana. /// 

¡Viva Cuba libre con España y viva el general Prim. Abajo las contribuciones"!.

Dicen que eso fue lo gritaron los Cubanos sublevados durante el alzamiento del diez de octubre, más que nada porque Carlos Manuel de Céspedes se encontraba influenciado por las ideas revolucionarias del general Juan Prim i Prats, su gran mentor en los tiempos en que el Bayamés cursó la carrera de leyes en las Universidades de Madrid y Barcelona.

En fin que un 29 de mayo pero de 1878, el Gobierno de la República en Armas de Cuba decidió la suspensión de las hostilidades contra España, un acuerdo que en ningún modo se puede considerar unilateral ya que fue fruto de un pacto previo que se había firmado desde Febrero en el Zanjón, y que establecía la capitulación de los insurgentes a la vez que les ofrecía una amnistía, una liberación de esclavos que habían combatido, así como las facilidades para aquellos que quisieran emigrar ofreciéndoles dinero y embarcaciones con ese propósito.

Visto lo visto hasta aquí, y más allá del ideario que tuvieran aquellos rebeldes, no nos queda muy claro el relato independentista que se ha estado escuchado durante tantos y tantos años. Al menos en el principio del conflicto de 1868, del que se podría decir que más que un movimiento separatista fue una guerra civil entre españoles, unos Criollos y otros Peninsulares, porque aunque le cueste creerlo, todos en la isla de Cuba les amparaba la misma nacionalidad al nacer. Otra cosa fue el matiz que el levantamiento fue tomando posteriormente.

No es por gusto que pese a a los 66 años de tiranía Castrista y los pocos kilómetros cuadrados que tiene, sigue estando entre los países con más nacionales con ciudadanía española. De hecho, es actualmente el sexto país del mundo con la mayor cantidad de españoles residiendo en el exterior.
 
Le pongo un ejemplo, el apóstol José Martí era español, "cubañol" como diríamos hoy coloquialmente, hijo de padre y madre españoles, y seguramente usted dirá que Martí nació en la Habana y por eso era Cubano, pero una cosa es lo que usted piense y otra cuando los padres lo inscribieron en el registro civil, que por otro lado no hubo uno netamente cubano hasta el año 1884, porque hasta entonces las partidas de nacimiento se hacían en las Parroquias o en los Ayuntamientos.

Se trata de un tema complicado de entender, pero le recomiendo un hermoso artículo titulado "La Hispanidad Gloriosa de José Martí", publicado el cinco de noviembre del 1928 por el periodista Dionisio Pérez en el periódico "la Voz de Madrid", y quizás entienda lo que le quiero decir. 

Mire este fragmento:

"He escrito hispano, que parece designación vaga, más relacionada con la raza o razas habitadoras de la Península que con el propio territorio peninsular, y debí decir: español. José Martí, español, como Bolívar, como San Martín, como Carlos Manuel de Céspedes, como Valdés Domínguez, como Luz Caballero, como Mendive... 

Españoles por su origen, por su cuna, por su idioma y su pensamiento, por su cultura, por la fe de que vivieron y por el amor en que se sacrificaron con temple de abnegados héroes no forjado en bravuras de la fuerza, sino en ensueños de ideales, que son como agua cristalina que emerge en nuestra Historia; temple en que parecen confundirse el anhelo de vivir para morir de Teresa de Jesús y el anhelo de Don Quijote de vivir para imponer la justicia, el derecho y libertad de los humildes y los forzados..."

Tras la pérdida de las posesiones de ultramar y con la firma del Tratado de París de 1898, España negó con fórmulas jurídicas el deseo y el derecho de los nacidos en Cuba a seguir siendo españoles, e incluso aquellos que la habían apoyado durante la guerra.

No solo eso, también a percibir sus sueldos ganados al servicio de España, lo que motivó en junio de 1901 una dura protesta en las Cortes por el santiaguero Manuel de Ciria y Vinent, marqués de Cervera, y más tarde en una carta que le remitió a la Reina Regente.

Mire usted, con el pasar de  los años la narración histórica cubana ha ido degenerando en una exagerada lírica nacionalista, o visto desde otro modo, en una propaganda ideológica republicana primero y luego Castrista donde tomó niveles alarmantes en un revisionismo izquierdista para justificar su dictadura.

Si nos metemos en el tema de revoluciones y tal, vemos que en la propia España hubo una entre liberales y nacionalistas, la Septembrista o Gloriosa, como se le conoció, siendo la cubana exactamente la mismas. Es más, durante la republica la formula se siguió repitiendo entre partidarios conservadores y liberales.

El libro de Tomás Pérez Vejo "Elegía criolla acerca de las guerras de las independencia en América Latina", nos plantea esto mismo y nos sugiere ademas, una serie de hipótesis abiertamente provocadoras que hasta nos cuesta entender hoy.

Es un hecho probado que Carlos Manuel de Céspedes bebió de las vivencias del Conde de Reus estando en Barcelona, y que la caída de la monarca Isabel II en 1868 fue lo que marcó ese mismo año el levantamiento que se produjo en Bayamo. No estuvimos allí por supuesto, pero algunos de los que sí dejaron constancia en sus escritos aseguraron que lo que escucharon gritar a Céspedes en Yara no fue esa libertad de Cuba a secas.

Le agrego un dato...

Como dijimos al principio, durante su estancia en España Céspedes entabló muy buena amistad con el general Prim i Prats, quien había sido nombrado en 1841 capitán de las milicias civiles de Barcelona. No solo eso, se unió a la causa de los progresistas que en ese momento estaban siendo dirigidas por el general y regente del reino, Don Baldomero Espartero.

Prim no ocultó jamás su favoritismo por la separación de Cuba en las cortes de España, e incluso llegó a abogar por la independencia siempre y cuando lo determinara el pueblo. Llegó incluso a proponerle al gobierno la venta de Cuba a los Estados Unidos por cien millones de dólares que fue inmediatamente rechazada. Luego fue el propio EEUU quien triplicó la suma.

Cuando Amadeo I regresa a España en 1870 para tomar posesión del trono, Prim fue victima de un atentado a tiros del que no pudo recuperarse. Se llegó a decir que aquellos disparos pudieron haber sido hechos por sicarios llegados desde la Habana, pagados por negociantes y partidarios de reformas pero sin la rotura total con España.

Ahí están los datos. Sin hablar de las tropas regulares, unos 200 mil soldados, España llegó a tener en Cuba el doble de voluntarios que todo el ejército mambí en sus días de gloria. Se calcula que entre los 60 y 80 mil efectivos entre voluntarios y guerrilleros, y según lo que apuntó en su día el historiador John Lawrence Tone, casi 40 mil habían nacido en cuba.

Este investigador británico aseguró incluso en su libro "Guerra y genocidio en Cuba", que miles de aquellos voluntarios eran de raza negra y mulata - pardos y morenos - como se les llamaba entonces -  y que evidentemente no tenían ningún lazo sanguíneo con España.

O es que acaso usted no sabe que el general Blas Diego de Villate, el implacable Conde de Balmaseda, tuvo en Cuba una unidad élite compuesta básicamente por voluntarios negros, durante su primera etapa como comandante del ejercito de Oriente.

A pesar de la guerra, el sentimiento de muchos de aquellos rebeldes cubanos apuntaba hacia el mismo sitio, España, aunque por otro lado también era cierto lo que dijo el biógrafo Isidro Méndez, y con mucha razón además: «Todo lo han sabido y podido hacer los españoles en América, menos que sus hijos tengan sentimiento español.»

Usted llámelo como quiera, pero si darle ese tinte de patriotismo en exclusiva cuando todavía en la isla ni siquiera existía un sentimiento de nacionalidad ni un desarrollo de la conciencia cubana le pone cachondo, pues usted mismo. 


Jorge García
Maldita Hemeroteca 

Fuentes:  

-- Ismael Sarmiento: “Visión en la sociedad antillana de la separación de España: la actitud de españoles y cubanos durante la guerra de Cuba”.
-- Cartas del Marqués de Cervera a la Reina Regente. -- Citadas en el texto.