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LA ROTURA SENTIMENTAL DE DOÑA CARMEN ZAYAS BAZAN

Imagen de la ciudad de New York en 1880. // 

Don Francisco Zayas-Bazán y Varona, el padre de la única esposa que tuvo Jose Julián Martí y Pérez, doña María del Carmen de Zayas-Bazán e Hidalgo, (Puerto Padre 1953 - La Habana 1928) era un abogado que tenía en propiedad el ingenio "Monte Grande", situado en la jurisdicción de Nuevitas en Puerto Príncipe, actual Camagüey, y su madre, Isabel María Hidalgo y Cabanillas, era natural de Cienfuegos.

El señor Zayas Bazán abrazó las ideas del Partido Liberal Autonomista, surgido en Cuba a raíz del fracaso de la guerra de los diez años. Por tanto, aunque no deseaban en principio la libertad de Cuba, sí estaban por la independencia económica y el fin del favoritismo peninsular que en concreto era una forma de enmascarar el propio separatismo, pero nunca destruyendo la propia economía como sí hicieron Carlos Manuel de Céspedes y los mambises del 1868.

Debió ser por eso que su hija Carmen nunca congenió políticamente con su esposo José Martí. Cuando en 1881 este se radica en Caracas, Venezuela, dos años después de la paz del Zanjón, deja a Carmen en Brooklyn, New York, sola y con el niño Francisco. Como es de suponer, Carmen se lo reprochó. Por esos días Martí, que había asistido antes al bautizo de su hija María Mantilla haciéndose pasar por padrino, había partido hacia Venezuela donde estuvo viviendo siete largos meses. 

Recordemos que fue allí, en carta a su amigo Teodoro Aldrey, donde le escribe aquella frase que conocimos muy bien: "De américa soy hijo y a ella me debo". Martí había fundado una revista en Caracas que, en apenas su segunda publicación, se buscó un problemón político. Se la dedicó al intelectual Cecilio Acosta, lo que provocó la ira del presidente Guzmán Blanco que le echó del país. 

Carmen le había advertido que se estaba entrometiendo en causas ajenas y en un país que no era el suyo, olvidando la obligación como esposo y padre. Incluso, ya le había advertido que de seguir así, se volvería a Cuba con el niño. Ante un pedido de Martí para que se reuniera con él en Caracas, la doña "explota" renuente a vivir en un lugar donde nada le ataba, entonces le escribe una carta donde lo más chiquito que le dijo fue "mal padre y mal marido".

"Mucho más que tú tienen méritos esos hombres que lucharon y que hoy se rinden, no a un gobierno que combatieron sino a las necesidades de sus hijos no satisfechas… Sacrificar a todos y cantar purezas lejos del contagio, olvidando cuanto hay de más sagrado en la tierra, y más serio en la vida, ni es valor ni así es como se cumple con el deber".

Al final resultó que el dictador Antonio Guzmán Blanco lo expulsó del país por considerar sus actividades subversivas, y en momentos en que había comenzado a escribir su famoso libro "La Edad de Oro". Quién no recuerda: “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo adonde estaba la estatua de Bolívar”, el famoso fragmento del capítulo "Tres Héroes" de la edad de oro. 

De Venezuela Martí tuvo que salir de inmediato, y la salida le pilló sin dinero. De hecho para comprar el pasaje del barco le tuvo que pedir un préstamo al medico y escritor venezolano Belisario Rojas Espaillat. A su regreso a Estados Unidos, Martí y Carmen consiguieron vivir un tiempo juntos en New York, pero al final ella decide regresar a Cuba definitivamente. Los motivos fueron obvios, la política y los celos. 

Carmen logra salir de New York luego de gestiones personales con el cónsul español en esa ciudad. En esos años una mujer no podía tener un pasaporte si no lo aprobaba el marido, pero en este caso, conociendo el cónsul los motivos y tratándose de quien era, se lo concedió y en agosto de 1891, Carmen puso rumbo al Camagüey con un pasaporte español. Está claro que además de la incongruencia de ideas y cansada como estaba de su independentismo, algo debió notar la doña que no esperó ni un día más en la urbe Neoyorquina.


Maldita Hemeroteca