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DOMINICANOS Y UNA HISTORIA CUBANA.

Pintura que recrea el combate de Guáimaro. // 

Este es un tema bastante tratado por investigadores e historiadores, y como a cada rato nos gusta buscarle las cuatro patas al gato pues siempre hay alguien que está despistado, lo volvernos a traer a colación. 

Se trata del pasado "rayadillo" de nuestro general de mil batallas, Don Máximo Gómez Báez, alias "Chino Viejo", que aunque no peleaba de frente ni a palos, si le causó un verdadero dolor de cabeza al ejercito español en Cuba. Es que existe una parte de su biografía un tanto distinta y a la vez desconocida, debido a que la habitual siempre redunda en sus logros y heroicidades en la manigua Cubana.

Weyler
Sin embargo, hay otra historia en la Republica Dominicana, su tierra de nacimiento, (Baní: Noviembre de 1836, aunque el día exacto ni el mismo lo sabía con exactitud) de cuando perteneció como capitán de voluntarios del Ejercito Español y, como si fuera poco, luchando contra sus compatriotas independentistas dominicanos.

Fue allí donde hizo amistad con un militar español que ya prometía, Don Valeriano Weyler y Nicolau, cuando aun no había sido ni jefe del ejercito en Cuba, ni capitán general de Cuba, ni mucho menos Marqués de Tenerife, pero sí un capitan bastante mezquino o rácano, como dice aquí, o tacaño en Cuba.

Cuando el ejercito español es derrotado en Dominicana y las tropas tienen que salir de allí evacuadas, Weyler le tuvo que prestar dinero a Gómez que no tenía ni "donde caerse muerto". Vinieron juntos desde Montecristi en el barco "Colón", que fue el ultimo buque que abandonó Santo Domingo en dirección a Santiago de Cuba a finales de julio de 1865.

General Puello. 
Al llegar a Cuba Gómez necesitaba dinero y recurrió a Weyler por unos cuantos pesos. No por gusto al ser destinado a la jefatura del Estado Mayor en Santiago de Cuba, el Mallorquín creó una junta de socorro para auxiliar a estos oficiales Dominicanos.

Incluso se dice que ese odio que Gómez le tenía al ejercito español, fue debido a que nunca le recompensaron sus servicios allí como se merecía, o al menos como él creía merecer. 

Con él se vinieron otros paisanos suyos que tomaron parte en la misma aventura y la que le esperaba en Cuba, como los hermanos Félix y Luis Marcano, Francisco Heredia, Modesto Díaz, Marcos del Rosario, Lorenzo Muley e incluso Enrique Loynaz y del Castillo, el padre de Dulce María nuestra poetisa.

Todos estos militares - incluyendo Gómez y Weyler - estuvieron alistados al mando de otro dominicano, en este caso general de piel oscura Eusebio Puello Castro, que a diferencia de sus paisanos se mantuvo fiel a España. Estuvo en operaciones en la región del Camaguey al comienzo de la guerra de los diez años, (1868-1878) y allí tomó parte en numerosos combates contra los insurrectos cubanos. Y ojo con este señor, que lo que fue valor, tenía para repartir.

A casi todos les pasó lo mismo...

En 1859 Santo Domingo solicitó la anexión a España; y dos años después Puello se incorpora al ejército español con el grado de mariscal de campo, general de división, y en posesión de la gran cruz de Carlos III. Fue de los que se enfrentó a la sublevación generada por Inglaterra y EEUU, que luego desembocó en el abandono de España en 1865, la llamada "guerra de restauración dominicana".

A ver, que a España la republica dominicana le importaba menos que un pepino, y no estaba dispuestos a gastar recursos que sí necesitaba para mantener su joya de la corona, la isla de Cuba. Ese fue el motivo por el cual Puello y los antes mencionados, fueron reasignados a Cuba a donde marchó condecorado ya con la Orden de Isabel la Católica.

En una ocasión, el uno de enero de 1870 y dos días después de haber expulsado a los rebeldes cubanos de Guáimaro, en Camaguey, les enfrentó de nuevo en Minas de Juan Rodríguez, en la región de Palo Quemado, en un célebre combate que pasó a la historia.

Eran tropas de infantería y caballería al mando del general mambí, el confederado norteamericano Thomas Jordan, y la historia cuenta que antes del combate Puello arengó a los soldados españoles diciéndoles: «¡Soldados! ¡Yo que soy negro, me ofrezco como blanco a los enemigos de España! ¡Adelante!».

Gómez
En cambio, a pesar de estar al frente de los regimientos Chiclana, Unión y Voluntarios de Madrid, sufrió grandes bajas. E incluso fue herido en el pecho, pero aún así continuó peleando hasta hacer huir a los mambises que se quedaron sin balas. No pudo perseguirlos, pero al menos recuperó la zona ocupada aunque a un precio muy alto, 233 bajas. 
 
Valor le sobraba, pero aún así fue objeto de severas críticas que cuestionaban sus conocimientos militares. Al final esta cantidad de bajas le pasó factura, y fue relevado del mando pasando a la reserva. Fue olvidado, hablemos en plata, pero aún así se mantuvo siempre fiel a la corona hasta que murió en la Habana el 15 de diciembre del 1871.

Ah, y del dinero que Weyler le prestó a Gómez jamás se lo devolvió. Lo dijo él mismo en un conversatorio en las Islas Baleares, su región de nacimiento, cuando ya se encontraba retirado.

Maldita Hemeroteca