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SIETE DE JULIO, COMENZABA LA DESGRACIA CUBANA

Ni los más humildes empresarios cubanos escaparon a la ira comunista del tirano Fidel Castro. // 

En Cuba tuvimos varios presidentes "puesto a dedos", algunos muy efímeros durante la caída de Gerardo Machado fueron Alberto Herrera Franchi, Carlos Manuel de Céspedes, Carlos Hevia, la Pentarquía, el español José Barnet e incluso Ramón Grau en su primer mandato, y bueno tras la huida de Fulgencio Batista en 1959 se hizo necesario nombrar un jurista de prestigio como Manuel Urrutia Lleó, que ya sabemos como acabó, asilado en una embajada "acusado de traidor".

Luego Castro, ya establecido en poder como él quería, nombró a uno que respondía sin vacilación a todas sus ocurrencias, el señor Osvaldo Dorticos, abogado de profesión que no dudó un segundo en sancionar, hace hoy 65 años, una de aquellas leyes que dio inicio a la gran desgracia de los cubanos, la nacionalización de empresas. Ese día de 1960, "cucharita" como le decían porque ni pinchaba ni cortaba, firmó las leyes que daban inicio a las expropiaciones de propiedades de capital privado que operaban en territorio Cubano.

Hablamos de las leyes N°851 primero, por la cual se nacionalizaban las propiedades norteamericanas legalmente establecidas en Cuba y tres meses más tarde, el 13 de octubre, la N° 890, que nacionalizaba la propiedad privada que no dejó operativo ni el más modesto de los "timbiriches" (puestos) que vendían fritas en la vía pública.

"Nuestro camino hacia la liberación nacional está dado por la victoria sobre los monopolios y sobre los monopolios norteamericanos concretamente", vociferaba el asesino en serie argentino, Ernesto Guevara, en los medios de comunicación.

No era la primera vez que eso sucedía en el mundo. Cuando el Kirtchenismo en Argentina, se nacionalizó la mitad de la española YPF Repsol, el régimen Chavista en Venezuela nacionalizó el banco español Santander, la Bolivia de Evo Morales hizo lo mismo con los hidrocarburos, e incluso Europa ha salido al rescate de bancos y compañías en quiebra.

Y es más, Estados Unidos - con esa ceguera que a veces padecen - hasta lo vieron bien en un principio siempre y cuando se hiciera como dios manda, retribuyéndoles la respectiva indemnización que tocara en cada caso, pero resultó que no fue así como lo calcularon. 

Primero fueron 26 de sus grandes empresas, entre ellas Esso Standard Oil, Texas Company West Indian y Sinclair Cuba Oil Company, la United Fruit Company, las compañías de electricidad y teléfonos, así como treinta y seis de las empresas azucareras más productivas, que se quedaron esperando su plata que, según experto, se acerca hoy a los mil millones de dólares actuales, cien de ellos reclamados por empresarios Cubanos incluidos aquellos vendedores de fritas si es que alguno vive aún.

En concreto, a Fidel Castro se le ocurrió la brillante idea de sustituir el crudo norteamericano que se refinaba en Cuba por el venezolano primero, que como pago a tres dólares el barril los americanos abastecían la red de gasolineras de todo el país, para luego, y ante la lógica negativa de Washington, hacer negocios con la URSS. 

Washington se negaba amparado en el artículo 44 de la Ley de Minerales y Combustibles en vigor desde el 9 de mayo de 1938, que obligaba al gobierno Cubano a refinar el petróleo crudo que les fuera suministrado, entonces Castro "probó fuerza" interviniendo la Texaco de Santiago de Cuba diez días antes y, tres días después, repitió dosis con la ESSO y la SHELL.

Como hiciera en 1898 Estrada Palma con los Estados Unidos salvando las inmensas diferencias que hay, esta vez Castro se arrodillaba ante Nikita Krutchov que, como buen pescador en aguas revueltas, se apoderaba de Cuba literalmente dando inicio a un embargo que, como han visto hoy, tiene al país en quiebra y que solo se sostiene a base de represión y miedo. 

Por Jorge García 
Maldita Hemeroteca