Es cierto que nos desesperamos cuando vemos que el pueblo Cubano aguanta lo imposible. No se sabe que más puede pasar en Cuba para que se tire a la calle, y barra de una vez y por todas con esa lacra de tiranía corrupta y asesina. Y es precisamente por eso, por lo asesina que es, que le apodera el pánico.
Sin embargo, retrocedamos en la historia....
A las seis de la mañana del día 12 de agosto de 1851, Agüero fue fusilado en la Sabana de Méndez junto a tres de sus seguidores, Fernando de Zayas, Tomás Betancourt y Miguel Benavides. Nadie protestó, nadie gritó, nadie se expresó siquiera en favor o en contra de aquella ejecución, en el Camaguey se hizo silencio total. La lección había surtido el efecto deseado. El pueblo entró en pánico.
Su esposa Ana Josefa de Agüero Perdomo, su prima hermana además, abrumada y contrariada por la muerte de su amado, solo atinó a gritar desde New York, en donde se había refugiado.... "¿¡Y ese pueblo que es lo que hace!?". Nada, no hizo nada. La doña, con aspecto de anciana y casi demente le guardó riguroso luto hasta que murió, a los 48 años, el 25 de diciembre de 1868 en New York.
Se tuvo que esperar casi veinte años, para que en Bayamo se decidieran a hacer lo mismo que su valiente marido. Mire usted, no digamos ya los años 50 del siglo XIX, en plena guerra del 95 y siendo bastante conservador, el historiador Lawrence Tone nos contaba en su obra, “Guerra y Genocidio en Cuba 1895-1898”, que en la isla habían más de 40 mil voluntarios cubanos a favor de España, otros, en cambio, van más allá en el abanico de cifras y se aventuran a afirmar que fueron entre 60 a 80 mil.
Da igual la cantidad, como quiera son muchísimos para un pueblo que no movía ni un solo dedo en favor de su libertad. El de hoy la desea, no cabe ninguna duda, pero marcha a la deriva sin saber como obtenerla, sin saber muy donde es que está, y en eso mi amigo, la dictadura si ha hecho muy bien su trabajo.
Maldita Hemeroteca






