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LA HABANA COMO DESTINO: MILO JOHN REESE


Un novato piloto estadounidense que la semana pasada aterrizó en las rocosas costas cubanas cerca de La Habana será llevado de regreso a Miami el miércoles.

Milo John Reese, que antes de viajar a Cuba trabajaba en Pizza Hut y padecía de desorden bipolar, debía llegar al Aeropuerto Internacional de Miami a bordo de un vuelo fletado, dijo Judy Orihuela, la entonces vocera de la FBI, en tanto que el comisario del condado de Monroe lo esperaba en la misma losa del aeropuerto con una orden de arresto por el robo del avión.

Según dijo, se sintió aterrorizado a la hora de aterrizar, y aunque el instructor se comunicaba con él por radio para darles las instrucciones, Reese giró hacia el océano y no volvió. Reese había partido el 31 de julio del 2001 a bordo de un Cessna 172 desde el aeropuerto de Marathon, en la Florida, hacia las costas de Cuba donde efectuó un aterrizaje forzoso. 

 El instructor de vuelo Ed Steigerwald dijo que Reese debía aterrizar el aparato luego del que sería su primer vuelo en solitario, pero en lugar de eso enfiló en dirección sur. Testigos en Cuba afirmaron que Reese primero intentó aterrizar la aeronave en una carretera, luego rozó el océano, perdió una llanta y volcó en la costa rocosa a las afueras de La Habana. 

Informes de esa ciudad indican que salió del accidente aturdido y con arañazos, pero parecía estar prácticamente ileso. La policía se lo llevó. "Dijo llamarse 'Juan Miguel', que era de Florida y pidió agua", declaró a The Associated Press Fabián Molina Herrera, un estudiante de 19 años, mientras que Johan Mora, otro testigo, dijo a Reuters que "Se veía bien, pero un poco asustado". Funcionarios estadounidenses informaron que Reese estaba siendo atendido en un hospital de La Habana.

No obstante el régimen de la Habana - fiel a estos casos - no proporcionó información ni hizo comentarios alguno al respecto, ni siquiera para reconocer que el incidente había ocurrido, más que no hubo comunicación previa entre el piloto y la Habana ya que llegó con la radio rota.

La entonces "Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana" emitió un comunicado en el cual expresaba sus esperanzas de que Reese, que ya contaba con antecedentes de actos extremos para llamar la atención, se había hecho pasar por muerto.

En otra, 1992, se encadenó a la puerta de una oficina de salud pública en protesta por la legalidad de la prostitución en ese estado, en momentos en que pertenecía al movimiento en contra de Nevada. Fue dichoso después de todo, porque aunque fue encontrado culpable de un delito de hasta 15 años de condena, a los seis meses ya estaba en la calle con libertad condicional. 

Dos años después, Reese no volvió a su casa desde el trabajo tras haber cumplido los seis meses de cárcel, su esposa descubrió que el auto de la familia estaba en el aeropuerto de Reno y que él había reservado un pasaje de avión. Reese, en libertad condicional, no podía salir de Nevada. Al encontrar su auto con restos de sangre y la ventanilla rota, la policía pensó que algún proxeneta lo había asesinado. 

Buscaron su cuerpo con perros y un helicóptero. Luego descubrieron que alguien en Sacramento estaba sacando dinero de su cuenta bancaria, y una semana después regresó a la ciudad. Todo había sido una maniobra publicitaria, y aunque el hecho de su auto no constituía un delito, sí le cobraron ocho mil dólares por el helicóptero y los perros de búsquedas.