martes, 17 de mayo de 2022

Apuntes conspiranoicos acerca de la muerte del general Flor Crombet

Playa de Cajobabo lugar del desembarco de José Martí el once de abril de 1895. 

Para nadie que haya leído la historia prohibida en Cuba, la enemistad entre dos de los caudillos más importantes de la etapa insurrecta de Cuba, los mayores generales Antonio Maceo Grajales y Francisco Adolfo Crombet Tejera, mas conocido como Flor le es ajena. De hecho, se sabe que ambos tenían un duelo pactado a muerte y aplazado para cuando se acabara la guerra y Cuba fuera libre. 

Los orígenes de esta discordia datan del 1886, cuando Maceo entendió - y con razón además - que las condiciones para un nuevo alzamiento no estaban creadas. No solo eso, decidió unilateralmente salirse de aquella convocatoria. Flor criticó esta decisión insinuado cobardía y como era de esperar, a Maceo no le gustó ni un poco. Total que los padrinos del Titán y los de Flor decidieron que el duelo sería a pistola, a 25 pasos, y siempre disparando a la orden.

Sin embargo en los Altos de Palmarito, en Yateras, el 10 de abril de 1895 el bueno de Flor caía en combate ante una compañía española al mando del capitán de infantería y jefe del primer tercio de guerrillas de Guantánamo, Pedro Garrido Romero, conocida como "Los Indios de Garrido". 

Por cierto, este oficial gaditano murió de fiebre amarilla en 1898 y su esposa, Doña Matilde McKormic Olazábal, le dio sepultura allí mismo en el cementerio en un panteón que fue donado por el pueblo Guantanamero.

Se ha especulado mucho sobre esta muerte, lo que ha dado lugar a que algunos conspiranoicos se la hayan achacado al mismo Antonio Maceo, o a su hermano José, quienes supuestamente aprovecharon una oportunidad para cometer su venganza. Esto por supuesto que no ha sido probado ni nada por el estilo, sin embargo las palabras de José Martí han sido las que, de forma indirecta, han levantado ciertas dudas. 

....Flor tiene un noble corazón, un juicio sano y (ahora viene lo bueno) piensa como pienso yo sobre los futuros destinos de Cuba".

De sobra es conocido que los destinos que Martí quería para Cuba, no eran ni parecidos a los que quería Maceo. Cuando José Martí se unió a Máximo Gómez en Montecristi, en la República Dominicana, con el propósito de invadir a Cuba, Maceo no estaba en sus planes ya que este pensaba hacerlo con otro grupo reclutado en Costa Rica. 

De ahí que Maceo solicitara más fondos de los que Martí distribuyó, y en respuesta el apóstol decidió pasar por alto su autoridad encargando la expedición de Costa Rica en un hombre que para él era de más confianza, el general Flor Crombet, una acción que Maceo jamás se la perdonó.

En el manifiesto de Montecristi, firmado por Martí y Gómez, el Partido Revolucionario Cubano anunciaba al pueblo cubano la necesidad de establecer un gobierno civil a principios de la guerra a fin de asegurar el apoyo a la causa, tanto de la élite blanca cubana como de las naciones extranjeras.

Como si fuera poco, Martí dio un paso más hacia la formación de un gobierno civil al llamar a los «representativos de todas las masas cubanas alzadas» a formar una asamblea para elegir el gobierno de la nueva república. Para su sorpresa y la de todos, y de Maceo por supuesto, Máximo Gómez aprobó la decisión. 

Martí lo deja escrito, bastante claro, en sus memorias acerca de este encuentro, describiendo a Maceo con un halo triunfante y un poco vanaglorioso ... «con un caballo dorado, en traje de holanda gris: ya tiene plata la silla, airosa y con estrellas»  Y a continuación anota:

 ....«Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mi. Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes,—y una Secretaría General:— la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército como secretaria del ejército».

Era obvio que Maceo apoyaba en ese momento la concentración de todos los poderes en el ejército, posición que contradecía la de Martí quien creía necesario establecer un gobierno civil independiente del ejército, evitando con ello los errores del pasado. Dígase: El autoritarismo de Carlos Manuel de Céspedes que dio al traste con la del 68.

... «comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marear, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo rudo: el Ejército, libre, y el país, como país, y con toda su dignidad representado. 

Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta, en la prisa de Maceo por partir. En la mesa, servida abundantemente con gallina y lechón, volvieron al tema. Me hiere, y me repugna», escribió Martí en su diario de campaña.

Tal era la atmósfera de hostil, que Martí agrega en su diario que Maceo, lejos de darles cobijo seguro, los trasladó (a él y a Gómez) a un racho fangoso y abierto al ataque del enemigo. «Así, echados, dormimos con las ideas muy tristes», apuntaba el maestro.

En este clima "calentito" es que se produce el 1 de abril de 1895 el desembarco en Duaba de la goleta "Honor" con 21 expedicionarios procedentes de las islas Bahamas. Sin embargo, hay un capítulo en esta trama que puede que haya desembocado en este triste final. 

Cuando Martí le da a Flor los dos mil pesos para la expedición, este le había dicho previamente en una carta ...."Me parece excesivo lo que Maceo le pide. Si se hubiesen manejado con talento, hoy tendríamos suficientes recursos para llevar nuestro contingente. Si no quisiera en esa forma la persona que Vd. sabe, yo con únicamente cinco rifleros iría [a Cuba] a la hora que Vd. mande".

Y es que Crombet se refería a la cantidad de 12 mil pesos que supuestamente Maceo había recibido de los cubanos de Costa Rica y que, como no había ningún recibo que lo probara, cogieron un destino que a día de hoy nadie sabe a donde fueron a parar. Ante esta situación, la respuesta de Martí a Maceo, al parecer definitiva y concluyente, fue la siguiente: 

“Dejemos Vd. y yo a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí la expedición; [luego] pondrá a las órdenes de Vd. la labor que Vd. me reitera que no puede hacer en su San José, sino por suma hoy imposible”. 

¿Había quedado la suerte de Flor Crombet en manos de los hermanos Maceo?. ¿Quién lo sabe?. Pero no se extrañe ni se horrorice, cualquier cosa fue posible en un hombre dolido como aquel que, en carta a su esposa María Cabrales, le cuenta lo siguiente:  

«Dí orden de pena de muerte para todo aquel que entre en conversaciones de paz con España. Tengo seis mil hombres bien armados y con mucho parque, mucho territorio dominado, mucha gente en sus propias casas, manejados civilmente. El 15 [de mayo] tendré doce mil hombres armados y conquistado mucho territorio.

He pasado tantas amarguras, estoy pasando tantos disgustos y sinsabores, que tengo el alma llena de penas y tristezas, por los que tanta mezquindad abrigan en su corazón, disfrazados casi siempre con pulimento de bondad. Cómo engañan los hombres pocos leales a sus amigos! También contigo quiero guardar silencio; no deseo que sufras con la horrible tempestad que ha empezado a subirse en mi cabeza».

En ningún momento en aquella carta Maceo hace hizo mención alguna del encuentro en La Mejorana, y sólo mencionó a Martí en otra breve misiva, enviada al veterano Bartolomé Masó el 31 de mayo, en la cual expresó la urgencia de que los dos se encontraran después de «la lamentable muerte de José Martí».

Conclusión (probable). 

En el libro "Martí, a flor de labios" de Froilán Escobar, escritor cubano costarricense nacido en San Antonio de los Baños, y al que "el Martiano" Cintio Vitier le hizo el prólogo, da cuenta que, aprovechando de que se encontraba errante, Flor Crombet fue víctima de la traición de un practicó llamado Telesforo Rodríguez, alias "Jaraguita", que a su vez ya había traicionado a los españoles pasándose a las filas mambisas mientras se desempeñaba en ese mismo cargo, lo cual - de ser cierto - deja claro la clase de elemento que se trataba este individuo. 

Por donde quiera había emboscadas pues las fuerzas Españolas ya olfateaban sus rastros. Martí conversaba con Gómez y el capitán Félix Ruanes, que se les había unido el día 14 con 50 mambises, mientras observaba a los Judíos en los árboles. Son uno pájaros negros del monte que avisan cuando se acerca alguien y no fallan. Martí tenía la esperanza de que Flor apareciera de un momento a otro, sin saber que ya había sido acribillado. 

En otra página relata que el tal "Jaraguita" fue apresado y Gómez, "le apretó para que cantara". Al final dijo que el traidor había sido un tal Eustaquio Rodríguez quien se ofreció para entregar a Flor a los Españoles, quedando él como un simple negociador de confidencias. 

Como quiera fueron varios, entre ellos los Rojas y los Ramírez, los que se ofrecieron a rebanarle el cuello por traidor. Sin embargo "milagrosamente" este traidor huye por la complicidad de alguien. Al respecto Martí escribe en su diario: 

«Se huye Jaragüita. ¿Lo azoraron? ¿Va a buscar a las tropas? Un montero trae de Imía la noticia de que han salido a perseguirnos por el Jobo. Aquí esperaremos, como lo teníamos pensado, el práctico para mañana. 

Jaraguá, cabeza cónica, un momento antes me decía que quería seguir ya con nosotros hasta el fin. Se fue a la centinela, y se escurrió. Descalzo, ladrón de monte, práctico español, la cara angustiada, el hablar ceceado y chillón, bigote ralo, labios secos, la piel en pliegues, los ojos vidriosos, la cabeza cónica. Caza sinsontes, pichones, con la liria del lechugo. Ahora tiene animales, y mujer. Se descolgó por el monte. No lo encuentran. Los vecinos le temen».
 
Mientras tanto ya el capitán Pedro Garrido, al mando de sus Indios de Yateras, venía pendenciando y matando gente. De hecho el capitán Patricio Corona Lerux, mambí de las tres guerras, se vio forzado a entregarse víctima del hambre y la sed, en tanto los hermanos Maceo eran rescatados por Guillermón Moncada. Otros, como los sobrinos de Luis y Ramón, el hijo de Eufemio, deciden volverse a sus casas.

Visto esto último, lo cual es enteramente cierto de la pluma de Martí, hay que concluir que Maceo y su hermano José, quedarían libre de toda culpabilidad mientras no se demuestre lo contrario. Mejor lo dejamos en un "Sálvese quien pueda" en el cual Flor no entraba en los planes ni había tiempo para buscarlo, teniendo en cuenta lo que se les venía encima. 

Memorias. 
Fuentes citadas en el texto (Martí, Diario de Campaña)

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