¿Jose Martí comunista?
Relacionar al maestro José Martí con políticas anarco comunistas, socialismo o cualquiera que marche en contra de la libertad del individuo ha sido, y es, una pura falacia. Pero vayamos por parte.
La vía fundamental de la entrada del anarquismo en Cuba, sobre todo a partir de 1880, fueron los trabajadores españoles emigrantes que afluyeron a la isla en gran número. El anarquismo prendió en las ciudades cubanas, sobre todo en la industria tabaquera, aunque también, en menor medida, entre las imprentas y obreros de los muelles, en contacto con las tripulaciones de los barcos que traían a la isla periódicos, folletos y libros anarquistas desde Europa y otros países de América.
Otra historia bien distinta es que dado el rechazo protagonizado por el Capitán General Camilo García Polavieja, nombrado por Cánovas en 1890 y que consideraba al anarquismo anticolonial, muchos de estos ácratas se convencieron de que había que abrazar los ideales independentistas y considerarlos como un objetico común en la lucha por la liberación del dominio español en la isla.
Que dos de los mas importantes anarquistas Cubanos Enrique Creci y Enrique Messonier, hayan quedado subyugados por las promesas de revolución social lanzadas por el apóstol de la independencia cubana, eso no quita que Martí haya sido un anarquistas o, siquiera, un simpatizante de esta doctrina.
Martí y el anarquismo
A pesar de que en Tampa y Cayo Hueso José Martí hacía un llamamiento a la justicia social y legitimaba la labor sindical en defensa de los intereses obreros, por otro rechazaba la lucha de clases al estilo de los anarquistas. Eso no quita que Martí ofreciera su punto de vista de los hechos violentos acontecidos en la ciudad de Chicago.
Mucho antes del reinicio de la guerra de independencia Cubana en 1895, José Martí se fue a residir a New York en 1880. Allí se desempeño en varias facetas de la vida, como periodista, abogado, maestro, contador, traductor, orador, poeta, activista y editor, pero sobre todo orador político, de ahí que el anarquismo le prestara atención a sus discursos.
Luego, en 1891, realizó una visita a Tampa, Florida, bastión de consideración de estos ácratas, invitado por el club Ignacio Agramonte. “Cubanos: Para Cuba que sufre, la primera palabra. De altar se ha de tomar a Cuba para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella” , etas fueron sus primeras palabras a su llegada el 21 de noviembre.
El periodista y lector de tabaquería José Dolores Poyo, quien nunca había prestado mucho interés en la figura de Martí, replicó estos discursos de Tampa en su periódico "El Yara" de Cayo Hueso, a través de un suplemento que contenía información minuciosa de la primera visita del apóstol a Tampa. Martí le escribe una carta - dando entender- que aceptaría una invitación a Cayo Hueso, la que se concretó el 25 de diciembre de 1891 en un viaje en el vapor “Olivette”, y al igual que en Tampa, el recibimiento que le dieron allí fue realmente abrumador.
Concluyendo. Que si bien la relación entre Martí y los tabaqueros anarquistas era bastante estrecha, esta se inició un año antes, en 1891, cuando Néstor Leonelo Carbonell, a nombre del Club Ignacio Agramonte de Tampa, invitó al maestro a que diera unos discursos ante los obreros el 25 de noviembre.
El Club Agramonte tenía una fuerte relación con el Círculo de Trabajadores de La Habana, creado en 1885 por Roig San Martín y, el 26 y 27 de noviembre, Martí pronunció sus célebres discursos “Con todos y para el bien de todos y “Los pinos nuevos”, y la mayoría de los obreros radicados en Tampa y Cayo Hueso que asistieron a escucharlo eran de índole anarquista.
Si bien el valor de estos clubes y asociaciones anarquistas aumentó con estos discurso de José Martí sobre la importancia fundamental de la lucha independentista a través de la lectura en las tabaquerías, el mismo fue a su vez reelaborado por estos ácratas quienes al recibirlo lo reinterpretaron y adaptaron al suyo propio.
A partir de 1884, la propagación del anarquismo entre los trabajadores cubanos y españoles de la industria tabacalera se debió a los folletos escritos por el catalán José Llunas i Pujals, un anarquista, masón y catalanista que fue director del semanario "La Tramontana", donde en su labor de propaganda se difundieron obras de célebres anarquistas como Kropotkin y Bakunin.
Las obras enviadas por José Llunas y su semanario tenían como destino en La Habana el Centro de Instrucción y Recreo de Artesanos de Santiago de las Vegas, fundado en 1882 por uno de los tres famoso anarquista en la Habana, Enrique Roig San Martín, nacido en el barrio de Jesús María, en la propia Habana.
Este señor fue uno de los principales dirigentes de La Alianza Obrera (1885), la cual propugnaba la creación de una sola federación de trabajadores que agrupara a todos los tabaqueros, independientemente de su ideología. Los otros dos eran Enrique Creci y Enrique Suárez.
José Martí en Tampa Florida |
A pesar de que en Tampa y Cayo Hueso José Martí hacía un llamamiento a la justicia social y legitimaba la labor sindical en defensa de los intereses obreros, por otro rechazaba la lucha de clases al estilo de los anarquistas. Eso no quita que Martí ofreciera su punto de vista de los hechos violentos acontecidos en la ciudad de Chicago.
El 13 de noviembre de 1887 Martí enviaba otra colaboración a la Nación de Buenos Aires, haciendo una reflexión acerca de la sentencia del juicio a los 7 anarquistas que pusieron una bomba en un acto público celebrado en la plaza Haymarket Square de Chicago, donde un policía perdió la vida y donde solo 3 de ellos consiguieron salvar sus vidas:
"Ni el miedo a las justicias sociales, ni la simpatía ciega por los que las intentan, debe guiar a los pueblos en sus crisis, ni al que las narra. Sólo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que la comprometen con sus errores.
No merece el dictado de defensor de la libertad quien excusa sus vicios y crímenes por el temor mujeril de parecer tibio en su defensa. Ni merecen perdón los que, incapaces de domar el odio y la antipatía que el crimen inspira, juzgan los delitos sociales sin conocer y pesar las causas históricas de que nacieron, ni los impulsos de generosidad que los producen".
Es más...
El apóstol la consideraba como una practica de credo violento y contraproducente, según lo plantea el historiador y Ph.D Gerald Poyo, profesor de historia de la St Marys University en Texas. En su crónica, «Crímenes y problemas», fechada el 20 de marzo de 1885 para La Nación de Buenos Aires, Martí describía a los anarquista de esta manera:
“Aquellos que iban de noche, con sus novias y mujeres por los lugares abandonados de la costa a ver cómo volaban con esta bomba cómoda los cascos de los barco, tiemblan hoy, pálidos como la cal. Y no fue que rechazasen en una hora de ira el ataque violento de la policía armada, fue que, desde meses atrás, tenían fábricas de bombas y andaban con ellas en los bolsillos en espera del buen momento”.
Que mientras 40 mil cubanos batían el cobre en la dura manigua en lucha frontal contra el más preparado y dotado ejército español, los "valientes anarquistas", contados con los dedos de una mano se encontraban entre ellos. La gran mayoría "luchaba" bien lejos, en Tampa y en Cayo Hueso, a donde habían emigrado en masa, entre ellos Carlos Baliño, Alfredo López o el mismo Roig.
"No podemos permanecer inactivos cuando un pueblo lucha por conquistar su emancipación aunque no lo mueva el deseo de conquistar esas reformas radicales que nosotros proclamamos y que son las únicas que pueden garantizar la expansión del individuo"
Por otro lado también sería justo decir que el asesinato de Cánovas del Castillo, célebre por su intransigencia con la causa Cubana, ocurrido en Guipúzcoa el 8 de agosto de 1897 y perpetuado por el anarquista italiano Michele Angliolillo fue, crimen aparte, uno de los factores mas importantes en la posterior derrota española en Cuba.
No tuvo que pasar mucho tiempo.
Fuente: José Martí, Mis Propias Palabras, Editora Taller, Santo Domingo, 1995. // Historia del Movimiento Obrero Cubano 1865-1958. Tomo 1, Editora Política, La Habana, 1985. // Juan G. Bedoya, Más se perdió en Cuba, en El País, domingo 11 de septiembre de 1994.
El apóstol la consideraba como una practica de credo violento y contraproducente, según lo plantea el historiador y Ph.D Gerald Poyo, profesor de historia de la St Marys University en Texas. En su crónica, «Crímenes y problemas», fechada el 20 de marzo de 1885 para La Nación de Buenos Aires, Martí describía a los anarquista de esta manera:
"De Europa vienen, no sólo suecos andariegos e italianos mansos; sino irlandeses coléricos, rusos ardientes, alemanes exasperados. En los libros, diarios y juntas la organización armada predica una guerra de incendio y de exterminio contra la riqueza y los que la poseen y defienden, y contra las leyes y los que las mantienen en vigor.”
“Aquellos que iban de noche, con sus novias y mujeres por los lugares abandonados de la costa a ver cómo volaban con esta bomba cómoda los cascos de los barco, tiemblan hoy, pálidos como la cal. Y no fue que rechazasen en una hora de ira el ataque violento de la policía armada, fue que, desde meses atrás, tenían fábricas de bombas y andaban con ellas en los bolsillos en espera del buen momento”.
Que sepamos la mayoría de estos anarco sindicalistas se dedicaron a la violencia y la propaganda más que nada, ¿pero dar machete en Cuba?, no amigo, de eso nada, incluso los habían que discordaban con esta lucha. No hay mas que ver lo que dijo Baliño en un discurso pronunciado el 10 de octubre de 1892:
Que hay que tener claro que aunque en la obra de Martí en los Estados Unidos haya excelentes artículos de critica social donde reconoce el derecho a la huelga y a la organización de los obreros para demandar condiciones justas de vida, jamás encontrará ninguno que vaya en contra de sus concesiones sobre el derecho a la propiedad privada y a la libertad de mercado.
Eso sí, una vez que Cuba fue libre de España, enseguida los anarquistas "organizaron su revolución social" dentro de la isla, sobre todo entre los trabajadores del principal rubro económico de Cuba, la industria azucarera.
Incluso llegaron a organizar algo muy de moda en estos días de agenda 2030, aunque le parezca mentira, la creación de escuelas infantiles donde se intentaba romper el vínculo de la familia Cubana con la iglesia católica y alejarlos, una vez fueran mayores, del camino de la democracia.
Tan solo diez años de que Cuba fuera al fin una república, organizaron una fracasada huelga con los tabacaleros, panaderos y carreteros, alentada por el anarquista periódico ¡Tierra!, y que el general Gerardo Machado, entonces secretario del gobierno, se vio obligado a tomar medidas como deportar a muchos de ellos con ciudadanía española y encarcelar a los que eran cubanos.
Esto siguió con el gobierno del también general independentista Mario García Menocal en 1917, donde en este caso varios de ellos resultaron muertos en enfrentamientos con las autoridades. Tres años después, en 1920, dinamitaron el teatro nacional en pleno concierto del tenor italiano Enrico Caruso. De hecho el propio Baliño terminó por sovietizarse y crear la primera organización pro soviética de Cuba: La Agrupación Comunista de La Habana, que fue fundada el 18 de marzo de 1923.
El propio Machado, con sus luces y sus sombras, afirmó algo que ha pasado a la posteridad aunque los libros de historia no lo recojan por supuesto: "Tenéis razón; yo no sé lo que es el anarquismo, lo que es el socialismo o lo que es el comunismo, pero lo que sí sé es que todos son lo mismo, malos patriotas". La historia, aunque a usted probablemente no le guste, le dio la razón.