viernes, 31 de marzo de 2023

Una deuda con Carlota que quedó más que pagada

Ruinas de los barracones de esclavos que trabajaban en el antiguo ingenio azucarero Triunvirato, en Matanzas, Cuba

Más de 600.000 esclavos fueron llevados a Cuba solo en el siglo XIX, casi todos obligados a realizar trabajos inhumanos y agotadores y, en su gran mayoría, fueron tratados como bestias de carga. Solo unos pocos trabajan en las labores domésticas en casas de sus amos.

Aquella fue una década que, tanto en las Américas como en Europa, estuvo bastante ajetreada por la noble resistencia de algunos de aquellos hombres y mujeres de la raza negra. Y aunque por aquellos años la esclavitud había sido abolida, todavía se seguía practicando en muchas de las colonias de América, Cuba entre ellas. 

Hombres y mujeres esclavizados, y sus descendientes como nuevos esclavos, se volvían cada vez más audaces en sus ansias de libertad. Aquel carácter se iba formando en la medida a que eran sometidos al duro e inhumano trabajo en las plantaciones del Caribe, donde más el vergonzante trato dado por aquellos  esclavistas.

Sin embargo todo cuánto intentaron aquellos traficantes para quebrantar al esclavo; el resistente espíritu negro aguantó y se defendió como pudo. En cada revuelta le demostraban a aquellos esclavistas blancos que su espíritu era tan duro como la madera de un milenario Iroko.  

Con el paso de los años aquellas revueltas fueron a más, y más también fue la cantidad de africanos que comenzaron a rebelarse. Y aunque sus líderes eran capturados y asesinados en algunos casos, aquellos africanos esclavizados se mostraban más y más agresivos. 

Carlota
En esa reivindicación inquebrantable de libertad fue que nació la leyenda de una tal Carlota Lucumí, una africana que en 1843 todavía trabajaba esclavizada en las plantaciones del ingenio Ácana, de Matanzas, en la zona conocida como "Triunvirato". 

En ese momento contaba con cierta influencia entre los demás esclavos, de manera que convenció a otros cinco para enfrentarse a sus amos. Sus aliados se llamaban Fermina, - que según historias de la abuela esclava del finado opositor Félix Bonne Carcases, era su pareja - Felipe Lucumi, Eduardo, Narciso y Manuel Ganga.

El 5 de noviembre de 1843 incendiaron varias casas en su plantación, incluida la que era usada para castigar a los esclavos. Atacaron al alcalde y al dueño de la finca, Julián Luis Alfonso. Sonó tanto aquella revuelta, que la historia de valentía y rebeldía de Carlota se extendió como la pólvora por toda la isla.

De hecho, consiguieron que en más de 5 plantaciones los esclavos se sublevaran y dieran muerte a tantos esclavistas blancos como pudieron encontrar. Tenían hambre de libertad y la tomaron por la fuerza. Carlota se volvió tan feroz, que en una ocasión celebró su victoria dándo muerte con su machete a la hija de un capataz de nombre María Regla.

La sublevación continuaba mientras que en la Habana el "Vandalia", una corbeta de la Marina de Estados Unidos atracaba en la bahía. Su comandante, el contralmirante Thomas Chauncey, se presentó ante el capitán general de la isla, el tinerfeño Leopoldo O'Donnell y Jorís, ofreciendo sus servicios para aplastar la sonada rebelión.
 
El Sr. Campbell, Cónsul de los Estados Unidos en La Habana, acompañó al contralmirante Chauncey a la ceremonia oficial donde este presentó su carta credencial. Al final Carlota fue capturada y torturada. Ataron su cuerpo a unos caballos y estos la arrastraron hasta que murió. 

Cuando sus seguidores encontraron su cadáver en la mañana del 6 de noviembre de 1843 en la hacienda Triunvirato, se amotinaron y, totalmente enfurecidos, asaltaron una hacienda y le dieron muerte a cuanto blanco se encontraron en el camino.

Aquella revuelta llegaría a su fin bajo la superioridad de los fusiles, y lo que había empezado a languidecer con la muerte de Carlota terminó por ser sofocado. Sin embargo el legado de aquella mujer perduró y fue motivación para que, años más tarde, comenzara la guerra por la independencia. Su rebelión había enviado un duro mensaje al corazón de la sociedad blanca Cubana. 

Soldado Cubano con dos detenidos en Angola

Desde entonces Carlota ha sido un elemento importante en la historia de Cuba por su papel al frente de una de las mayores revueltas durante la esclavitud. Pero también fue el nombre con el que el tirano Fidel Castro bautizó en 1975 su invasión a Angola alegando -precisamente- "una deuda histórica con este continente". 

Fue la mayor campaña militar de un país latino americano en otro continente, ¡14 mil kilómetros de distancia!, ocupación que se extendió por 16 años e involucró a más de 400.000 soldados cubanos llevados allí por obligación subliminal, quien se negara le "cerraban las puertas" que ya de por sí eran bien pocas.

La invasión "solicitada" por Agostinho Neto, líder del MPLA, tenía como objetivo rechazar la amenaza de los guerrilleros opositores Holden Roberto, apoyado por Zaire y de Jonas Savimbi de la UNITA y en su caso por Suráfrica. Mientras la URSS costeaba los gastos, Cuba ponía los hombres de frente a las balas. 

Así hasta 1988 que comenzó gradualmente el retiro, con un saldo de más de 2,500 muertos según dijeron. Sin embargo en el libro "La guerra innecesaria", de Carlos Pedré Pentón, uno de los que estuvo en aquella aventura bélica, cifra más de 10 mil fallecidos.

En los 16 años que duró la guerra, Castro envió fuerzas de ocupación en el orden de 380.000 soldados y 60.000 oficiales cubanos. Cuando casi al final se produjo el asalto a Cuito Cuanavale en octubre del 1987, más de 50.000 cubanos ocupaban en ese momento el territorio angolano en apoyo al FAPLA. 

Hoy, a 36 años de aquel conflicto o guerra civil, como le llaman otros, Angola sigue siendo un país sumamente pobre y asolado por la corrupción, donde la mayoría de sus dirigentes se convirtieron con el tiempo en multi millonarios, como Isabel, la hija del dictador Eduardo Dos Santos sin ir mas lejos, señalada como la mujer más rica de África con una fortuna que podría superar los 2 mil millones de dólares. 

Eso por un lado, mientras que por otro no se sabe la cantidad de veteranos que murieron en la más absoluta pobreza a su regreso a la isla, sin una mísera pensión siquiera, muchos de ellos mutilados y padeciendo el síndrome "post guerra". 

Soldados Cubanos en Angola sepultando a un compañero

Es más, algunos quedaron allí enterrados y abandonados en aquellas tierras, otros se quedaron a vivir, mientras los que no tuvieron la suerte de regresar con vida, lo hicieron en cajas herméticamente cerradas, con lo cual ni la misma familia podría estar segura quien, o que era, el que había dentro. La misma historia que se repite una y otra vez.

Retornando a la esclava rebelde Carlota, solo agregar que había sido secuestrada a la edad de 10 años en el Reino de Bénin, donde nació, y llevada a Cuba como esclava. A pesar de todo ni la dura realidad de aquella esclavitud pudo romper el espíritu africano de una niña de 10 años. Desde esa tierna edad deseó ser libre, y cuando creció se convirtió en una feroz luchadora.

Su apellido Lucumí le vino de su grupo étnico descendiente de los yoruba, en la actual Nigeria y la República de Benin. Los cimarrones de su etnia eran muy temidos en Cuba, y en muchos casos lograron establecer sus propios asentamientos en lo más intrincado de los montes como rebeldes forajidos o cimarrones. 

Maldita Hemeroteca // Fuentes citadas en el texto

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