domingo, 30 de abril de 2023

No hay secreto que el tiempo no revele

De izquierda a derecha, Carlos Aldana, ideólogo del partido, coronel Tony De la Guardia, uno de los fusilados, Raúl Castro y el escritor Norberto Fuentes. //

En "Dulces Guerreros", un libro del escritor cubano Norberto Fuentes, publicado en 1989, el escritor narra la experiencia vivida durante el proceso estalinista que terminó con el fusilamiento, ese mismo año, de varios militares en medio de una feroz purga dentro de las filas del Ministerio del Interior Cubano. 

(Para suerte del lector, este libro está disponible en PDF, con lo cual resulta muy fácil descargarlo). Norberto Fuentes era en la isla un escritor que estuvo estrechamente vinculado con las más altas esferas de la dictadura Cubana, incluso a un nivel que muy pocos pudieron alcanzar. 

Además trabajó para los periódicos "Hoy" y "Granma", ambos con una línea editorial - la única que existe - a favor de de la dictadura. En esta obra hay algunos pasajes muy interesantes, otros confesados por aquellos militares con los cuales se relacionó, ocurridos lo mismo en Cuba que en sus viajes al extranjero. 

Con el tiempo, la mayoría de esos amigos y colaboradores fueron muriendo, otros defenestrados, otros tuvieron la suerte de huir a tiempo o, en el peor de los casos, fueron "enviados al más allá" por Fidel Castro que, si una virtud habría que señalarle era esa precisamente, la de "cortar por lo sano" y en el momento preciso.

EL FATAL DISCURSO DE JOSE ABRAHANTES 

En una reunión con intelectuales Cubanos el 26 de marzo de 1989, el entonces ministro del interior Juan Abrahantes Fernández pronunció un discurso que puede que haya sido lo que selló su destino, y no por lo que fue acusado después. El entonces general de división dijo esto: 

“Estamos y estaremos siempre abiertos al diálogo, en la disposición de escuchar y de discutir cualquier idea, cualquier problema que pueda preocuparles, y en el cual consideren útil nuestro conocimiento o participación. 

No me refiero solo a los compañeros que tienen relaciones de muchos años con el Ministerio. Ni me refiero tampoco exclusivamente a los que puedan opinar más cercanos a nosotros, sino también a aquellos que tengan ideas distintas o que vean los problemas con otros matices y enfoques”. 

Cuando salió publicado en el periódico "Granma", lo primero que hizo Fidel Castro fue preguntar quién se lo había escrito y, aunque los lineamientos del discurso eran de la autoría del propio Abrantes y del señor Carlos Aldana, entonces ideólogo del partido, en realidad era obra del presidente de la unión de periodistas de Cuba, Julio García Luis. Cuando Castro se enteró quien era, respondió: "Ya tenemos al primer traidor". 

Julio murió de un infarto en enero del 2012, mientras que Abrahantes, que siendo ministro del interior fue uno de los que cayó en el proceso por narcotráfico de 1989, muere dos años después de un infarto un tanto inesperado, a la vez que sospechoso, mientras se encontraba preso en la prisión de Guanajay donde cumplía una condena de 20 años.

Por su parte Aldana, que había sido jefe de despacho de Raúl Castro, fue cesado fulminantemente tres años después del buró político del partido, siendo sustituido por Ramón Balaguer, "un histórico de la revolución" que falleció en 2022.

LA FAMOSA CONVERSACIÓN QUE ESCUCHÓ ALDANA EN SU DESPACHO

Resulta que Aldana, que en esos momentos era considerado como "el numero 3 de la dictadura", aseguró en una ocasión que durante una conversación entre Fidel Castro y el coronel Tony de la Guardia, ocurrida en su despacho del Palacio de la Revolución, este consiguió convencer a Tony para que asumiera toda la responsabilidad del narcotráfico con el cártel colombiano. 




Aldana nunca ha querido revelar el contenido de aquella conversación, de hecho dijo: "Me llevaré a la tumba lo que hablaron ese día Fidel y Tony". No hacía falta tampoco que lo dijera, para un cubano sería muy fácil imaginársela

Aquella operación de narcotráfico le dio la posibilidad a la administración del presidente George Bush para acusar al gobierno de Cuba, de manera que Castro armó semejante teatro, los cuatro fusilamientos incluidos, con tal de detener cualquier intento de agresión por parte de EEUU.

En realidad fue tal el descaro que había en aquellas operaciones, que a la D.E.A. le fue muy fácil penetrar a los lancheros, cubano americanos algunos de ellos, y conocer de esa manera los contactos que existían entre aquellos oficiales cubanos y el cártel de Medellín. Los lancheros esperaban en Varadero por los aviones cargados con cocaína desde Colombia, para luego transportarla hacia las costas de EEUU en sus lanchas rápidas.

Solo un tonto, o un total desinformado, podría creerse el cuento de que en Cuba se efectuaban operaciones de narcotráfico a espaldas de Fidel Castro. Le creemos perfectamente a la señora Ileana, hija de Tony de la Guardia, que vive en el exilio, cuando aseguró que Castro traicionó a su padre al prometerle que, si asumía toda la responsabilidad en aquellas operaciones, no sería fusilado.

ASESINATO DE SALVADOR ALLENDE 

En otro de los capítulos, Norberto relata como Fidel Castro le encomienda a los hermanos la Guardia, la orden de matar literalmente. Dice el autor que Fidel le dijo en una ocasión: “Mata, mi hermano. Tu tarea es esa, mata un poco de hijo e putas, y olvídate de estar trapichando (estraperlo) con decodificadores de señales de televisión”. 

Entonces el primer objetivo - afirmó Norberto - fue el general  dela aviación Rafael del Pino Díaz, uno de los héroes de la invasión de Playa Girón en 1962 que había escapado en un Cessna 402 a Cayo Hueso en 1987 junto a su mujer y los tres hijos. A tal efecto, el propio Norberto asegura que le preguntó a Tony, ... ¿Qué vas a hacer con del Pino? y este le respondió: "Que lo mate él. Yo no voy a matar a nadie".

Y hablando de matar... En el libro "Cuba Nostra. Les secrets d´État de Fidel Castro", del periodista francés Alain Ammar asegura que Fidel Castro fue quien ordenó el asesinato del ex presidente chileno Salvador Allende.

Al parecer, durante el golpe de estado en el palacio de la Moneda el 13 de septiembre de 1973, los hermanos de la Guardia recibieron órdenes expresas de Fidel Castro de evitar a toda costa que el presidente chileno se rindiera, mucho menos que pidiera asilo en la embajada de Suecia como lo había estado barajando. Tampoco que negociara con el general Pinochet su marcha al exilio, ni que alcanzara algún tipo de pacto con los militares. 

De haberlo hecho, hubiera significado un duro golpe para sus planes de extender su ideología comunista hacia otros países del área. Según esa hipótesis, con la muerte de Allende se garantizaba el estallido revolucionario y de paso Castro agregaba "otro mártir a su causa personal". 

Esto, aunque hay quien lo sigue sosteniendo, sobre todo a partir de la autopsia, nunca ha sido probado más allá de la opinión de dos agentes cubanos exiliados. Sin embargo el escritor Norberto asegura que la verdadera gente de Castro en Chile no era Salvador Allende precisamente, si no los integrantes del movimiento de izquierda revolucionaria, MIR, Pascal Allende y Miguel Henríquez.

Pinochet le dice algo a Castro durante una visita a Santiago de Chile en 1971

La versión de este escritor francés fue del ex agente de la inteligencia Cubana en el exilio, Juan Vives, por cierto sobrino de Osvaldo Dorticós Torrado, aquel presidente de paja que estuvo en el cargo desde el 17 de julio de 1959 a diciembre de 1976 que se quitó la vida (según la versión Castrista), fue ratificada por otro cubano, en este caso un ex miembro de la guerrilla del argentino Guevara en Bolivia, el señor Daniel Alarcón Ramírez, alias Benigno, que estuvo exiliado en Francia hasta su muerte. Fuera de aquí...

Según Vives, fue Patricio quien con una ráfaga de ametralladora acabó con la vida del líder de la Unidad Popular Chilena, y que luego fue colocado en un sofá - con el arma al lado - para que pareciera que había muerto "combatiendo" a los golpistas. En el 2014 la corte suprema de Chile cerró definitivamente la investigación, al dictaminar que había sido Allende quien se quitó la vida. 

OPERACIÓN ISLA DAWSON

También se refiere a la operación en la Isla Dawson, en el extremo sur de Chile, que servía de base para un campamento de la Armada. El 16 de septiembre de 1973, cinco días después del golpe de Estado, la Armada chilena instaló allí los campos de concentración de Río Chico y Compingin, donde cerca de 400 presos políticos, entre ellos los principales miembros del gobierno, fueron concentrados.

Al siguiente año, y según Fuentes en su libro, Castro acordó con el entonces mandatario soviético, Leonid Breznev, una operación para rescatar algunos de aquellos prisioneros en la isla. Para ello se destinarían soldados de las tropas especiales cubanas y soviéticas, además se emplearían tres submarinos nucleares rusos PLARK – 670, donde se transportarían a los supuestos rescatados. 

Algo sospecharía Pinochet, desde el momento que a los guardias de aquella isla se les mantenía aterrorizados con la posibilidad de un asalto por militares Rusos y Cubanos, de manera que las ordenes dadas eran las de liquidar primero a los prisioneros y después defender la base. 

ARMAS ESCONDIDAS EN UNA PRESA

Otro de los grandes misterios develados en este libro ocurrió en 1991. En el fondo de una represa, al oeste de La Habana, aparecieron 3 contenedores de armas de origen occidental y perfectamente conservadas en grasa. Esto fue a raíz de haber sido fusilado el general Arnaldo Ochoa. ¿Quién las puso allí? ¿Qué propósito tenían?, se pregunta Fuentes en su libro.

INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN ARGENTINA

Una de las confesiones más candente que hace Fuentes en este libro, fue la relacionada con el intento de ocupación de la guarnición del ejército argentino en "La Tablada", provincia de Buenos Aires, entre los días 23 y 24 de enero del 1989 durante la presidencia de Raúl Alfonsín.

Presidente Argentino Raúl Alfonsín visitando la base "La Tablada"  

Esta acción, en la que murieron varios soldados y cuatro de los asaltantes, fue protagonizada por un comando sandinista llamado "Movimiento Todos por la Patria" (MTP).

Según confesó Víctor Boitano, un ex coronel del Ejército nicaragüense, en una entrevista con la entonces periodista televisiva cubana en el exilio, María Elvira Salazar, (Hoy representante republicana en el congreso por la Florida), parte del grupo subversivo se entrenó en Nicaragua con el conocimiento de la Inteligencia de ese país, y con el financiamiento del narcotráfico, lo cual era del conocimiento de los dirigentes cubanos.

El escritor asegura que detrás de este intento de golpe de estado organizado por el guerrillero Enrique Gorriarán Merlo estuvo el general de División Arnaldo Ochoa, el entonces jefe militar de la Misión cubana en Angola y "héroe de la Republica de Cuba". Incluso deja entrever que puede haber sido esta una de las causas del fusilamiento de Ochoa.

EL EPILOGO FUENTES

Para Fuentes; aquellos fusilamientos terminaron por erosionar los cimientos de la revolución Cubana. 

Luego de un intento de fuga fallido, Norberto Fuentes consiguió salir rumbo a México en un avión enviado especialmente por el presidente Carlos Salinas de Gortari. Y se dice que no fue fusilado gracias al premio noble colombiano Gabriel García Márquez, que intercedió ante su viejo y gran amigo el tirano.

En fin, que la lectura de este libro les pondrá "al día" sobre una serie de hechos que, mientras vivimos en esa isla cárcel, jamás pudimos imaginar que hubieran sucedido, y de paso nos pone en conocimientos de las tantas derrotas que pusieron a flote la incapacidad conspirativa de este tirano.

LUCTUOSO ANIVERSARIO 

El próximo 13 de julio se cumplirá el 35 aniversario de este atroz fusilamiento. El general de división Arnaldo Ochoa, coronel Antonio de la Guardia, mayor Amado Padrón y capitán Jorge Martínez, fueron ejecutados en un potrero muy cerca de la pista habanera de aviones de Baracoa.

Las voces de mando las dio el coronel Luis Mesa Delgado, recién ascendido a general de brigada, que una vez ejecutados procedió a pegarle dos tiros de gracia a cada uno. Este asesinato fue grabado en vídeo por orden del propio Fidel Castro; y como testigos estuvieron los generales Abelardo Colomé Ibarra, Ulises Rosales del Toro, Senén Casas Regueiro, Sixto Batista Santana, Leopoldo Cintra Frías y Félix Baranda Columbié.

“Nuestras leyes permiten la pena de muerte, está suspendida, pero ahí está, de reserva”, dijo Raúl Castro en un evento de la comunidad de estados Caribeños, la CELAC, en el 2013.

Sobre la ejecución de este hombre, que en apenas un mes pasó de ser héroe de la república de Cuba a detenido, juzgado y ejecutado por "alta traición", Norberto cuenta como le avisó que lo estaban investigando por unos 200 mil dólares que, al parecer, eran de los Nicaragüenses y habían "desaparecido".  

"Le conté que habían 200.000 dólares de los nicaragüenses que estaban perdidos y que estaban detrás de él. Y mira, yo estoy convencido de que si hubo un hombre en el mundo que vio temblar a Arnaldo Ochoa, ese fui yo. Se quedó tieso", dijo Fuentes.

General Arnaldo Ochoa circulado en rojo. De izquierda a derecha el general Senén Casas Regueiro, Fidel Castro, general Rafael del Pino, en el exilio, un general chileno invitado a las maniobras y con traje más claro el coronel Víctor Drake, señalado como uno de los responsables de los campos de concentración para homosexuales y "desafectos a la revolución" UMAP

Apenas me dijo: "Estoy perdido". Se recompuso, yo le dije: "Arnaldo, no digas a nadie quién te lo dijo, pero esto lo supe por Alcibíades Hidalgo (entonces jefe del despacho de Raúl Castro)... " Y no habló, no dijo nada a nadie. Si no me hubiera afectado a mi".

Agrega Fuentes que cuando despertaron a Ochoa para decirle que el Consejo de Estado había rechazado la clemencia y que lo iban a fusilar, dijo: "¡¿Qué?! ¿Me han despertado para esta mierda?". Devolvió el papel y dijo. "Bueno, ya que me han despertado, ¿ustedes no creen que puedan hablar con el cocinero para que me haga unos huevos bien blanditos?" 

"El día que lo iban a fusilar les dijo, "es hoy, pero quiero que me traigan a la nicaragüense". Se la llevaron, lo estaban filmando, lo estaban grabando. ¿Te imaginas que te van a fusilar a las 12 de la noche y tu pides una mujer y te acuestas con ella? ¿De qué está hecho ese hombre?".

El proceso sumarísimo - conocido como Causa número 1 de 1989 - concluyó que el general y 13 colaboradores del ministerio del interior y las fuerzas armas habían transportado seis toneladas de cocaína del cartel de Medellín a Estados Unidos, por un valor de 3,4 millones de dólares

El juicio fue transmitido por televisión, y aunque los Castros - al menos de cara a la galería - se sacudieron de encima la culpa, la verdadera historia oficial no tardó en saberse. 

Al parecer existe una "supuesta carta" escrita en 1991 desde la prisión "La Condesa", donde se encontraba recluido el general Patricio de la Guardia, y que según dicen "fue filtrada", donde denuncia que el régimen castrista sí auspiciaba el tráfico de drogas. El gemelo había sido condenado a 30 años de prisión, básicamente por no denunciar a los implicados, entre ellos su propio hermano Tony.

Al frente del departamento del Ministerio del Interior "MC" (Moneda Convertible), Tony se dedicaba a conseguir divisas mediante el contrabando de diamantes y marfil, traídos desde Angola, así como la cocaína Colombiana; y que todo se lo informaba personalmente a Fidel Castro. (No hemos visto la carta, pero dudamos mucho que haya mencionado a Castro en ese documento).

Fechado el 5 de octubre supuestamente, Patricio reconoce que su hermano le había confesado cuatro operaciones de narco tráfico, y que como resultado de las mismas le había entregado más de tres millones de dólares al ministro del Interior, José Abrantes, y al vice-ministro Luis Barreiro, agregando además que en los locales de la clínica del CIMEQ, centro de investigaciones médicas situado en la localidad de Siboney, habían 500 kilos de cocaína almacenados. (Esto puede ser perfectamente)

Según el rotativo francés "Le Monde", que al parecer reconoció la existencia de este documento, aseguró que el destituido general envió copias de esa carta a dos miembros del Buró Político del partido comunista, al secretario general de las juventudes comunistas, el defenestrado Roberto Robaina y al miembro de la cúpula castrista Osmani Cienfuegos, ya fallecido. 

Patricio de la Guardia
Sin embargo, y esto es en nuestra opinión, con la excepción de esos dos misteriosos miembros de buró político que no sabemos quienes fueron, dudamos mucho que alguno de los destinatarios de esa carta se haya atrevido a tanto. 

Incluso apostamos a que esos dos funcionarios tampoco, teniendo en cuenta el alto cargo que ocupaban. Es que de haberlo hecho hubiera significado el fin para ellos. En el exilio quizás, ¿pero residiendo en la isla?. 

De hecho hasta el 2019, año en que el general cumplió su condena de 30 años, seguía estando en régimen de libertad vigilada en su residencia de la calle 3ra en Miramar, la Habana, donde se encontraba dedicado casi por entero a la pintura de sus cuadros.

Incluso él mismo sabe -probablemente- que mientras siga viviendo en la isla, que es algo a lo que se ha visto obligado desde que fue de nuevo un hombre "relativamente libre", su vida seguirá corriendo peligro hasta el fin de sus días, que son muy pocos los que le quedan por cierto. Por lo menos vivió lo suficiente como para ver las cenizas del verdugo en jefe. 

Como dijo una vez el escritor francés del siglo XVII, Jean-Batiste Racine, "No hay secreto que el tiempo no revele". 

Maldita Hemeroteca. 

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