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COPPELIA: O lo que queda de ella


“La mejor del mundo”. Así decía el dictador Cubano Fidel Castro, cuando se refería al proyecto de la heladería Coppelia, que un día como hoy, 18 de junio pero del año 1966, abría sus puertas en la céntrica esquina de las calles 23 y L, en el centro más neurálgico del vedado Habanero.

Se trataba de un área donde estuvo funcionando el desaparecido hospital "Nuestra Señora de las Mercedes" o simplemente "Reina Mercedes", uno de los primeros centros sanitarios edificados en la capital cubana en el siglo XIX, y que vio la luz gracias a la venta de los terrenos de San Juan de Dios y al aporte económico de personalidades como Joaquín Gómez, Josefa de Santa Cruz de Oviedo o Salvador Samá, marqués de Marianao, y la de miles de Habaneros más. 

Aquel hospital prestó sus servicios desde el 8 de febrero de 1886, hasta 1958. Pero retornando al tema de los helados, Coppelia solo fue otras de sus mentiras y sueños de grandeza, que ninguno de los cubanos podríamos comprobar. Para ese año Cuba se había convertido en la cárcel más grande del mundo, con más de 7 millones de reos a su entera disposición. En cualquier caso y repetimos, Coppelia fue otra de sus grandes fantasías narcisista que padecía este orate. 

Para cumplir su sueño, se trajo de Europa lo más avanzado de la tecnología del helado en ese momento, en un final el mejor del mundo siempre estuvo allí, en Europa, como por ejemplo la gelatería Italiana, que quizás sea el mejor del mundo, y donde surgieron prestigiosas marcas como Kalisse y Frigo de España, el Británico-Alemán Magnum, el Häagen-Dazs judío, el Cornetto Italiano, Carte d’Or Francés e incluso, países de gran tradición como Hungría, Turquía o Dinamarca.

Y aunque se dice que el nombre de "Coppelia" fue otra de sus ideas, se comentó que surgió por ser el ballet favorito de su, no sabríamos ni como llamarla, persona de confianza, supervisora, ayudante o flamante secretaria de la presidencia del consejo de ministros, la señora Celia Sánchez Manduley, una mujer dotada de un poder casi sobre natural, y que conservó hasta su muerte en 1980.

En sus días de gloria trabajan unas 400 personas que atendían a casi 1000 clientes y, según datos, aquel público era capaz de consumir alrededor de 16.000 litros de helado al día. Fue diseñada por el arquitecto Mario Girona con un diseño en forma circular, y en niveles que reservaba espacios numerosas terrazas. Eso sí, como símbolo de aquel socialismo, tenías la obligación de compartir tu helado y mesa con visitantes extraños. Para Castro, lo privado constituía un rezago del pasado burgués.

De aquella que un día fue bautizada como "La Catedral del Helado", hoy no queda casi nada. Bueno hoy no, desde los 90, ya no era ni remotamente la misma heladería. La famosa confitería cayó en una espiral destructiva que le ha llevado a cerrar sus puertas en varias ocasiones. De aquella variedad de 54 sabores y combinaciones, de milagro existe uno o dos bastante caros, elaborados con soya o sus derivados en vez de leche real. 

De los populares Sueros, Sundaes, Turquinos, Copas Lolita, Canoas o ensaladas de cinco bolas, solo existe una exigua oferta al precio de soportar desesperantes colas bajo el sol, y donde la falta de higiene, la mala atención y una brutal corrupción entre sus trabajadores es pan nuestro de cada día. El desastre de Coppelia ha sido otro ejemplo de ese hartazgo, de esa resignación y de pesimismo social en que se ha convertido la vida cotidiana del Cubano.

Maldita Hemeroteca 
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