sábado, 16 de septiembre de 2023

Los espías gallegos del ejercito libertador



Cuando decimos gallegos lo hacemos con toda intención, porque aunque en Cuba todos los españoles les llamaban así, estos dos eran de Galicia, de donde son en realidad los gallegos. De manera que dos ribadenses -Balbino González Pasarón (Ribadeo, 1870) y su primo José Antonio González Lanuza (La Habana, 1865) fueron colaboradores que espiaron para las fuerzas independentistas cubanas en su lucha por emanciparse del dominio español.

Cuando llegó la independencia, ambos ocuparon cargos relevantes: Balbino llegó a ser presidente de la audiencia de la Habana, y Lanuza fungió como secretario de instrucción pública y justicia. Balbino emigró a Cuba con sus padres a los nueve años, y luego de estudiar Derecho ingresó en el Ejército Español en 1895 como teniente auditor de Guerra.

Eran años convulsos. Días de ira entre unos cubanos - los rebeldes llamados mambises - y otros que abogaban por una cierta autonomía respecto de la metrópoli. En ese tiempo los líderes insurrectos Antonio Maceo, José Martí y Máximo Gómez, organizaron una red de información para ayudar al Ejército Libertador.

Eran agentes al mando de Perfecto Lacoste - quien después en la república fue alcalde de La Habana - y esa red fue capaz de penetrar hasta el mismísimo despacho del capitán general Valeriano Weyler. Consiguieron develar secretos militares del ejercito español, e incluso consiguieron armas y pertrechos para las fuerzas rebeldes.

Según los historiadores Bryan Gual y Gómez Montano, Lacoste tenía muchos contactos que le brindaron valiosas informaciones. Entre ellos José Bruzón, amigo de Weyler y líder del Partido Autonomista, Alfredo Martín Morales, director del Diario de la Marina, un hombre que conocía datos y planes para la isla.

Igualmente el cura Guillermo G. Arocha, un alto cargo en el Obispado de La Habana, así como el ribadense González Pasarón, teniente del Ejército. Ese grupo de agentes clandestinos que nunca fueron descubiertos por la policía española, se completaba con una Agencia de Comunicaciones que dirigía el mambí José Pons Naranjo.
---Según el Índice del Ejército Libertador, cinco mariñanos cayeron combatiendo en las filas mambisas: Vicente Bouza Fernández, natural de Foz; Manuel Fernández Neira, de Mondoñedo; Cayetano Vázquez, de Muras; Pedro Pereira Pardo, de Ortigueira y Félix de los Ríos, de Ribadeo.---
Ambos grupos proporcionaban logística e información, apoyaban movimientos, servían de correos y hacían llegar a la prensa extranjera noticias sobre la causa cubana. Todo eso permitía que los líderes cubanos tomaran sus decisiones asistidos por una abundante información, que suplía en una buena parte la escasez de sus recursos bélicos.

En Pinar del Río, por ejemplo, los españoles fueron derrotados gracias a que los rebeldes conocían de antemano sus movimientos por los planos que la red de espías había sustraído al mando. Ese tipo de acciones desanimaban a los sectores españolistas, mientras que hacían ganar adeptos a unos independentistas en auge.

Cuando Cuba se emancipó, su primer presidente, el señor Tomás Estrada Palma, nombró en 1902 a Balbino González Pasarón como jefe del despacho de la Secretaría de la Gobernación que ostentaba Eduardo Yero, y luego llegó a ser fiscal, y presidente además, de la Audiencia de La Habana.

Balbino González Pasarón (Ribadeo 1870) y José Antonio González Lanuza (La Habana 1865). Balbino era teniente del ejército español y espió para los rebeldes. Tras la guerra, fue jefe del despacho de la Secretaría de Gobernación y fiscal y presidente de la Audiencia de La Habana. Se casó con la cubana María Miyares, no tuvo hijos, y murió en 1940.

GONZALEZ LANUSA

La posición a favor de los independentistas cubanos de González Lanuza, fue mucho más clara y directa que la de su primo carnal González Pasarón. En 1896 el fuego secesionista recorría imparable toda la geografía cubana. Para apagarlo, Madrid incrementó sus acciones militares, concentró a los campesinos en ciudades para evitar su apoyo a los mambises y redobló su vigilancia para desarticular la red de colaboradores creada por el Partido Revolucionario Cubano.

El 3 de octubre de ese año, el contraespionaje español se apuntó un buen tanto: la policía - al mando del gobernador José Porrúa - logró detener al abogado José Antonio González Lanuza, que en ese momento se encontraba al frente de la Junta Revolucionaria de La Habana. Fue encarcelado en la capital, y luego enviado al presido en Ceuta, sur de España. En 1898 fue indultado y se trasladó a Nueva York, donde continuó apoyando a los sublevados, hasta que Cuba logró la independencia. 

Regresó a la isla y el 24 de octubre de 1898 y participó en la asamblea general del Ejército Revolucionario, que tuvo lugar en Camagüey. En esa asamblea fue uno de los cinco miembros de la comisión enviada a Washington para acordar con el presidente de los Estados Unidos, William Mckinley, los términos de la colaboración del gobierno americano con el nuevo país, así como la ayuda económica para el ejército mambí.

Los otros comisionados fueron los generales Calixto García, al centro y sentado en la imagen, José Miguel Gómez, quien después fuera presidente de la republica, y el coronel Manuel Sanguily en la derecha y que aparece sentados, mientras que el ingeniero y teniente coronel santiaguero, José R. Villalón, y el ribadense José A. González Lanuza, al fondo. En Nueva York se les unió quién luego sería - tras los años iniciales de la tutela norteamericana - el primer presidente de la República de Cuba, don Tomás Estrada Palma. 

Al regreso, el ribadense fue nombrado Secretario de Instrucción Pública y Justicia del gobierno a fin a los EEUU. Desde su puesto reorganizó la enseñanza superior y creó nuevas cátedras y escuelas, como las de Ingenieros o Arquitectos. Fue magistrado de la Audiencia y delegado oficial al Congreso Panamericano de Río en 1906. Presidió el Ateneo; y fue fundador de la Academia de Historia de Cuba.

autor del Código Penal de Cuba

González Lanuza, responsable de la Junta Revolucionaria de La Habana fue, tras la independencia, uno de los cinco miembros enviados a Washington por el Ejército Revolucionario. Con el tiempo fundó la Academia de Historia y fue el autor del Código Penal cubano. Se casó con Carmen Alamilla y tuvo tres hijos. Fue socio de Aires da Miña Terra y murió en 1917.

Fue también catedrático y decano de la Facultad de Derecho, y su defensa del periodista Juan Gualberto Gómez «que mantenía viva y constante la propaganda separatista», según el Tribunal Supremo español, supuso que sus argumentos sentasen jurisprudencia y obligasen al alto tribunal a declarar lícita la propaganda pacífica del separatismo. Sin duda Lanuza fue uno de los más grandes penalistas de la historia de Cuba. 

Su nombre figuró en el frontispicio de la Facultad de Derecho de La Habana, y el Estado Cubano concedió largo tiempo la Orden Nacional de Honor y Mérito de Primera clase "González Lanuza". Su militancia política arrancó como dirigente estudiantil en la Universidad. Fue senador y presidente de la Cámara de Representantes durante dos períodos en los que fue autor del primer proyecto de Código Penal de Cuba, fue autor de 15 proyectos de Ley y de varios libros sobre aspectos jurídicos.

Fue nombrado Secretario de Instrucción Pública y Justicia del gobierno interventor norteamericano. A pesar de su posición a favor de la independencia de Cuba, nunca perdió contacto con la colonia emigrante. Participó en la sociedad Aires da Miña Terra y, según asegura en sus memorias Justo Taladrid, presidente de Vivero y su Comarca, tanto él como su primo Balbino González hicieron favores a personas y próceres gallegos en la isla.

Maldita Hemeroteca 

Fuente: Condensado de un artículo publicado en el periódico gallego "la Voz de Galicia" 

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