sábado, 25 de noviembre de 2023

CARILDA OLIVER: Hasta que la muerte los separe.

Poetisa Carilda Oliver. // 

Me sorprendió cuando lo supe. Resulta que un locutor de radio cubano, de nombre Raidel Hernández Fernández, que nació en el 1971 en la ciudad de Colón en Matanzas, fue el esposo de la poetisa Carilda Oliver Labra, una señora que le llevaba medio siglo de diferencia en edad. No lo sabía la verdad.

Por supuesto que no tengo nada en contra, cada quien ama y se une con quien le da la gana, pero no me negará que es cuando menos curioso que un joven de esa edad haya sido atraído por una anciana nacida en 1922, que si no llega a morir en el 2018, hubiera rebasado un siglo de vida. Por eso lo digo, no por otra cosa.

Lo normal es que muchas de estas parejas mantengan su amor en secreto, se cuidan de que no los vean púbicamente por el que dirán y también porque no suele ser bien visto por familiares y amigos, sobre todo cuando la mujer es la mayor en la relación, al contrario de un hombre, que entonces todos lo felicitan por su gran conquista. No debería ser, pero así ha sido siempre aunque aquí no fuera el caso. 

Pudo ser - digo - que como él estaba vinculado también a la actividad literaria, va y se dejó arrastrar por el talento erótico y sensual de Carilda, todo hay que decirlo, de hecho muchos de sus poemas estaban inspirados en un amor loco y desenfrenado, incluyendo su "Canto a Fidel", porque al parecer "le ponía" el uniforme verde oliva. 

Lo dijo ella misma, que estuvo colada hasta los huesos por Camilo Cienfuegos; y a punto de caer en brazos del argentino Guevara en el Habana Hilton. Pasiones guerrilleras aparte, Carilda dejó un legado en la poesía muy digno de destacar, de hecho fue ganadora del premio "Reina Sofía" y creo que la única. 

Fue considerada, junto a escritoras del calibre de Gabriela Mistral, Dulce María Loynaz, Fina García Marruz, Alfonsina Storni, Delmira Agustini o Juana de Ibarbourou, entre lo más selecto de la poesía hispana del continente. La Mistral la calificó como «la mejor sonetista de América».

Eso no quita tampoco que entre poemas atrevidos y declaraciones encendidas se desordenara a cada rato. Incluso dicen que en 1957 se desordenó con el premio nobel de literatura norteamericano, Ernest Hemingway, durante un viaje en Yate en Matanzas. Luego aseguró que en alta mar "no hubo nada".

Es más en su libro "Antes de que anochezca", el escritor Reinado Arenas cuenta una anécdota delirante que al final fue puesta en duda. Contó que una de aquellas tertulias que ella daba en su casa de Tirry 81, en Matanzas, había un poema que tenía un acento marcadamente pornográfico, y el marido de
Carilda irrumpió de pronto con un sable en la mano y le gritó: «Te
dije, puta, que no leyeras ese poema».

Carilda, en cambio, lo siguió leyendo mientras se quitaba la ropa y se quedaba en bragas. El marido, totalmente fuera de sí, le pegó con el sable en la espalda, mientras ella salía corriendo desnuda por todo el barrio al grito de: «Párate, puta». Dicen que le suplicaba: «Por favor, mátame; pero no des este
escándalo en mi ciudad».

Repito, no sé si por respeto o que, pero esta fea anécdota fue puesta en dudas. Incluso no sabríamos decir si Arenas se refería al señor Hugo Ania Mercier, aquel que se intentó quitar la vida dos veces, la primera el mismo día de la boda en 1952 y la segunda, y definitiva, en 1976. A él le dedicó el poema «En vez de lagrima».

Luego, ya divorciada, se casó con este hombre muchísimo más joven que ella, tenía 21 años. En realidad, no debe resultar fácil contenerse cuando una mujer - por muchos años de más que tenga -  te diga ... "Me desordeno, amor, me desordeno cuando voy en tu boca, demorada; y casi sin por qué, casi por nada, te toco con la punta de mi seno". O cuando te dice «Quiero besarte arrodillada», aunque ella aclaraba siempre que se refería a un altar. 

En su poema «Madrigales», por poner otro ejemplo, dice: «Esa boca que sale de paseo con su hambre de amor, totalitaria», ¿quiere algo más sensual?, o «Al sur de mi garganta», "métale el coco" y entenderá cual era el verdadero origen de sus palabras, «que emanaban sin permiso», como dijo ella misma una vez. Por cierto con ese ganó el premio nacional de poesía en 1950.

Pese a todo su amor por el castrismo, hay que recordar que Carilda fue censurada en Cuba por casi veinte años. Al parecer su tertulia matancera la vieron "un poco subversiva", pero no sabemos que fue lo que lo originó en realidad, en definitiva fue por gusto, porque su creación no se vio afectada para nada, siguió vendiendo libros y siendo una de las referidas. 

En una entrevista ella lo admitió, en cambio no le dio importancia alguna. Lo minimizó como un error del pasado que era prudente olvidarlo. En un final demostró que con la irreverencia de su poesía y su feminismo fue una aventajada en el tiempo, infinitamente más que esa retrograda y conservadora dictadura que decía amar.

En 1987, cuando se publica su antología, Carilda ya tiene 65 años, y aun así seguía siendo un icono de la sexualidad y eso, de cierta forma, le hizo daño a una obra que fue mucho más allá. Pero ese era su estilo, «Memoria de la fiebre», «Versos de amor», «Anoche», «Muchacho», «Recado», «Declaración de Amor», «Se me ha perdido un hombre» o «Libreta de la recién casada». 

Aunque apostaríamos a que lo enganchó definitivamente con «Tinta de Locura», que en nuestra profana opinión debió haber puesto los puntos sobre las íes en esa dispar relación. Total que el amor con este joven duró tres décadas, y como lo aconsejan los curas que lo consideran más que un simple contrato civil, un compromiso sagrado con el altísimo, "Hasta que la muerte lo separe". Así fue.


Por Jorge García 
Maldita Hemeroteca 

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