Emigración Canaria: Historia de una masacre
Guardia Civil y bandoleros apresados. // |
Entre los años 1920 y 1930 la colonia canaria en Cuba estaba sometida a una brutal discriminación por parte del gobierno colonial español, pues a diferencia de los peninsulares, estos no eran ayudados ni para adquirir el pasaje de vuelta a casa ante la crisis azucarera y tabacalera.
La mayoría habían llegado "invitados" por los gobernantes coloniales que, preocupados ante el rápido crecimiento de la población negra esclava, decidieron "blanquear" la isla. No era solo por racismo, si no que temían que los esclavos en mayoría hicieran una revolución al más fiel estilo Haitiano.
Ante esta avalancha de emigrantes Canarios, los terratenientes de los ingenios azucareros cubanos se opusieron rápidamente. Este proyecto del gobierno colonial cubano podía convertir a los recién llegados en una dura competencia. Por ello intentaron convertirlos en esclavos.
El canario, además de presionado por los terratenientes de los ingenios para que trabajaran prácticamente como mano de obra esclava, estaban endeudados con el patrón del barco que les había llevado a Cuba. Por otra parte las autoridades coloniales, a pesar de sus promesas, no solían cumplir ninguna.
En el caso de Andrés Santana Pérez y Tomás Cruz, jefe y subjefe de la banda respectivamente, su control iba desde la comarca de Alacranes y por todo el sur de la provincia Matancera. Pérez llegó a ocupar un vasto territorio que iba desde Alfonso XII hasta el poblado de Cabezas, muy próximo a los Palos, en el sur de la Habana, donde operaban las bandas de Ramón Arroyo Suárez (Arroyito), Fermín López García (Congo Suárez) e Inocencio Solís, entre otros.
Santana y Cruz eran los más perseguidos, hasta que cayeron en una emboscada en 1891. Otros no nacieron en Canarias pero eran descendientes. Carlos Agüero Fundora, "Aguerito"; quien había participado en la guerra de los diez años y en la chiquita, y que para poder sostenerse en los campos tuvo que apelar al robo y al latrocinio. Juan Castillo - alias Juan María - y Fello Hernández, que fueron autores de varios hechos criminales, entre ellos dar candela a los cañaverales de las colonias de los señores Felipe Martínez y José González.
LA HISTORIA
Como Pina Jimenez era muy amigo del presidente y general mambí Gerardo Machado y Morales, le visitó para exigirle justicia. Pasa que aquello que debió ser "justicia" se convirtió en una terrible venganza. Hay una frase de Machado que se ha repetido hasta el cansancio....“Maten isleños hasta que se les canse el brazo", aunque sinceramente no creemos que a un presidente se le hubiera ocurrido ordenar semejante salvajada, y menos hacerlo publico.
Lo más probables sea que aquella orden de desvirtuó por completo. Lo cierto es que a partir de ese momento, varias decenas de emigrantes canarios aparecieron ahorcados "sumariamente", y sin saber si en realidad eran bandidos o no. Y aunque lo fueran, debieron haber sido sometidos a sus respectivos procesos judiciales. Hay fuentes que aseguran que fueron 40 los isleños ahorcados en Ciego de Ávila en aquel año 1926.
El profesor canario Manuel de Paz apuntó en su libro "El bandolerismo en Cuba" lo siguiente:
"Las sospechas recayeron sobre inmigrantes canarios establecidos en Ciego de Ávila como obreros agrícolas y campesinos, de los cuales se decía que abrigaban ideas anarquistas. La represalia contra ellos fue increíble. Sin pruebas concretas contra ninguno y sin celebración de juicio, fueron ahorcados más de cuarenta isleños entre marzo y julio de 1926, en medio del más absoluto silencio de la prensa burguesa".
Hechos como estos fueron caldo de cultivo para que aquellos emigrantes en Cuba se sintieran presionados y apoyaran, e incluso fueran partícipes, de la rebeldía que ya era muy activa en la parte oriental de Cuba y que llegó a tal nivel, que muchos de ellos formaron parte del ejército Cubano y algunos alcanzaron altos grados militares.
En Cuba la situación iba empeorando cada vez más, y mientras que la Guardia Civil tomaba medidas para acabar con el bandolerismo rural, se produjo un importante foco de bandidaje en algunos núcleos urbanos de la zona occidental de la Isla, donde vivían protegidos por algunos caciques rurales
En un principio fueron ocasionales, pero con el tiempo los ataques de aquellos bandoleros canarios se fueron incrementando, para la impaciencia de los líderes locales y del gobierno colonial cubano. Se empezaron a tomar medidas radicales, como bloquear las subvenciones y solicitudes a diferentes poblaciones donde hubiera sospecha de simpatía hacia los sublevados; y se presionó a la población para que dijera donde se escondían.
Las autoridades aprovechaban la información para organizar emboscadas. Como por ejemplo la cuadrilla de bandoleros de Andrés Santana. Este llegó a ser tan famoso, que el gobierno se esforzó en acabar con él. Los integrantes de la partida, en su mayoría de raza blanca, eran paisanos y en algún caso parientes de Manuel García Ponce, pues parecían provenir de troncos familiares con una misma procedencia inmigratoria: las islas Canarias.
En un corto espacio de tiempo, entre 1891 y 1892, fueron abatidos peligrosos bandidos como Antonio Mayol o Mayor, el mismo Andrés Santana Pérez, Tomás Cruz, Pedro Palenzuela y Víctor Cruz Alonso, lo que contrasta con la fortuna y con la capacidad de supervivencia que demostraron otros como Manuel García Ponce, caído en extrañas circunstancias el 24 de febrero de 1895, cuando supuestamente se incorporaba al ejercito mambí. Álvarez Arteaga, fue uno que se integró en el seno del Ejército Libertador, así como Regino Alfonso etc.
Paz Sánchez, Manuel de El bandolerismo en Cuba (1800-1933): presencia canaria y protesta rural. La Laguna: Centro de la Cultura Popular Canaria, 1993.