jueves, 23 de noviembre de 2023

FUSILAMIENTOS EN CUBA: Venganza y satisfacción personal

Santiagueros presentes en un discurso del dictador Fidel Castro. // 

El emperador Romano Marco Aurelio decía que el verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele. En 1959 la constitución que estaba en vigor en Cuba era la de 1940, constitución que Fulgencio Batista había pisoteado en 1952 y que el alzado Fidel Castro y su movimiento se habían comprometido a restaurar.

En esa "carta magna" estaba estipulada la pena de muerte solo en casos de traición a la patria, y ese fue el motivo por el cual apenas se había fusilado a una persona antes de que los alzados de la Sierra Maestra llegaran al poder. Sin embargo, una vez llegaron, sus fusilamientos igualaron -prácticamente- el total de víctimas mortales del régimen de facto que acababan de derrocar.

Si por una casualidad usted intentara justificar esa cantidad de fusilados con asesinos, como ellos decían, podría llegar a la conclusión de que Cuba era un país controlado por cientos de bandas de asesinos en serie al servicio del régimen de Batista. Claro que hubo hechos de sangre, excesos, incluso una amplia organización de chivatos y colaboradores, (igual las hay ahora en el castrismo y aún mayor), pero ¿todos eran asesinos?.

En el año 2006 el escritor y diputado argentino, Miguel Bonasso, se fue a la Habana a charlar distendidamente por más de diez horas con el tirano Fidel Castro. En medio de aquella conversación, surgió una pregunta relacionada con los tres jóvenes fusilados en el año 2003, juzgados y condenados por intentar escapar del país en una lancha. La respuesta que dio el dictador demostró, una vez más, que su maldad mórbida e insana carecía de límites.

"... Sí, fue perfectamente evaluado. Es algo demasiado serio como para adoptar decisiones a la ligera. De hecho habíamos establecido una moratoria que duraba ya casi tres años. Fue verdaderamente doloroso para los miembros del Consejo de Estado tener que romper esa moratoria. 

Esto no se hace sino por causas absolutamente justificadas, puesto que conocíamos el precio de la medida, ya que hoy día -y no les quito razón a los que se oponen a ella- el número de los que piensan en contra crece y crece cada vez más, de lo cual realmente me alegro, puesto que compartimos, y por razones profundas, el aborrecimiento a la pena capital".

Sin palabras. 

Observe como haciendo uso del plural y de un nivel increíble de hipocresía, intenta quitarse de encima la responsabilidad de aquel asesinato, como si alguien en Cuba no supiera quien es el que mandaba a fusilar allí. Fue tan atroz, que al siguiente día las madres supieron que sus hijos habían sido ejecutados por la madrugada y sin previo aviso. No hubo ni apelación siquiera.

Lo mismo, exactamente lo mismo, le hizo en 1971 al escritor y poeta, "ex convicto de la UMAP", Nelson Rodriguez Leiva, de 27 años, y a su pareja homosexual de apenas 16, Ángel López Rabí. Fueron fusilados en la fortaleza de la Cabaña, luego de un intento fallido por desviar una avioneta de fumigación hacia la Florida.

No solo eso, su profesor de secundaria, Jesús Cristo Castro, incluso arrepintiéndose a ultima hora, no pudo escapar de una sanción y condena de 30 años de cárcel, de la que cumplió 15. Cuando usted ve la dedicatoria que hizo Reinaldo Arenas en su novela "Arturo la estrella más brillante", entiende el porqué.

En el diario del periodista castrista, y más tarde crítico de la revolución, Carlo Franqui, "Diario de la revolución cubana", publicado en el 1976, narra un suceso relacionado con un guajiro en la Sierra Maestra que fue fusilado por Fidel Castro. Cuenta que se hacía pasar por asaltante del cuartel Moncada, tripulante del yate Granma y por decirle a las "guajiritas" que era el "Che" Guevara con el fin de seducirlas:

“¿Quieren cosa más grande? -dijo Fidel y agregó-. Fue directo, no se le hizo juicio. Lo fusilamos”.

Los Nazis asesinaron a 8 millones de personas, y tuvieron su juicio en Nuremberg en noviembre de 1945. En 1957, y según los cálculos de Armando M. Lago y Giberga, hubo mas miembros de la guerrilla de Castro que murieron fusilados que en combates, 46 por 35, y al año siguiente fusilaron a 49 más, y no soldados de Fulgencio Batista, campesinos, cooperantes o miembros de su misma guerrilla, supuestos desertores, informantes, asesinos, ladrones o violadores. Era su ley en la Sierra.

El 8 de enero de 1959, Fidel Castro dio un discurso a su llegada a Columbia, (Ciudad Libertad) la sede del ejército cubano en la ciudad habanera de Marianao, donde entre tantas mentiras dijo esta ....

"... Mi gran preocupación es que en el extranjero, donde esta Revolución es la admiración del mundo entero, no tenga que decirse dentro de tres semanas, o cuatro semanas, o un mes, o una semana, que aquí se volvió a derramar sangre cubana para consolidar esta Revolución, porque entonces no sería un ejemplo".

Tan solo cuatro días después, ¡cuatro días!, su hermano Raúl dirigía un baño de sangre en Santiago de Cuba que pasó a ser conocido como "la Masacre de la Loma de San Juan", donde 71 personas fueron ajusticiadas a tiro limpio esa madrugada. ¿Sus nombres?.

Partidarios de Fulgencio Batista detenidos por los alzados. La mayoría eran vulgares delatores como los existen hoy por toda Cuba  

  1. Abreu Galván, Mario
  2. Álvarez, Antonio
  3. Álvarez Roque, Andrés
  4. Amador, Oscar
  5. Álvarez Díaz, Fernando
  6. Aragón, Fidel
  7. Balboa López, Ángel Luís
  8. Barrero Silva, Antonio*
  9. Bautinal Bell, Juan
  10. Bello Tamayo, Efrén
  11. Bravo Montalvo, José
  12. Bocaña Callazo, Rafael
  13. Caballero, Miguel
  14. Calá de la Rosa, Leonel
  15. Castillo Ramírez, Pedro
  16. Castro Lora, Víctor M.*
  17. Cedeño, Cesar
  18. Chacón Santa Cruz, Emerico
  19. Cortes Maldonado, Benito
  20. Coso Pérez, René*
  21. Curiet, Manuel
  22. De la O, Arístides
  23. Denis, Justo
  24. Despaigne Moret, Enrique**(alias mano negra)
  25. Díaz, Rodolfo
  26. Díaz Rodríguez, Fernando*
  27. Díaz Zamora, Raúl
  28. Duarte Anaya, Raúl Damián
  29. Durán Matos, Facundo
  30. Estrus Clavijo, Arturo
  31. Fernández Tirado, Eloy
  32. Fernández Valdés, Ernesto
  33. Fernández Valverde, Ernesto
  34. Ferrán, Alonso
  35. Fonseca, Mario
  36. Gil, Alfredo, Raimundo
  37. González, Marino
  38. González Guillot, Manuel de Jesús
  39. Gutiérrez García, Juan
  40. Gutiérrez Valdés, Antonio
  41. Haza Grasso, Bonifacio***(comandante policía)
  42. Hernández Morales, José
  43. Heredia, Ramón
  44. Herrera Duque, Heliodoro (Eliotón)
  45. Leiva, Ángel
  46. López Despaigne, Aristonico
  47. López Toledano, Arístides
  48. Martín Céspedes, Alberto
  49. Morales Carrillo, Antonio
  50. Morfi Castillo, Jose Ramon
  51. Montero, Armando Martín
  52. Novas Hernández, Nicolás
  53. Odio, Israel Arencibia
  54. Oliu Cordero, Federico
  55. Oduardo, Eraclio
  56. Olea Gross, Domingo
  57. Olea Gross, Miguel Ignacio
  58. Olivera Azains, Pedro
  59. Ortiz Verdecia, Armando*
  60. Peña Martínez, Manuel
  61. Portuondo Rodríguez, Luís A.
  62. Prats Cervantes, Manuel
  63. Ramírez Caballero, Antonio
  64. Reitor, Antonio
  65. Rivera Nordet, Juan A.
  66. Roque del Toro, Benigno
  67. Rodríguez Pérez, Pedro
  68. Saavedra Pinedo, Celso
  69. Saavedra Romero, Francisco
  70. Torres del Toro, Benigno
  71. Torres López, Filiberto
  72. Torre Martínez, Juan José*
  73. Zenen Jiménez, Mas.
   *Asesinato.
** Múltiples hechos de sangre. 
*** Facilitó la entradas de los alzados en Santiago de Cuba

Es cierto que algunos habían cometido hechos de sangre bien conocidos por la población, como fue el caso del teniente Noret, pero aun así en la justicia todo hombre es inocente hasta que se pruebe lo contrario y aunque al final hubieran recibido la pena que merecían. 

A este teniente Noret, conocido como "mano negra", y que era subjefe del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) de Santiago de Cuba, había sido arrestado y acusado del supuesto asesinato de los revolucionarios William Soler Ledea, José Blanco, Luis Cala, Marcelino Veranes, Roberto Zamora, Marcelo Pérez, René Soulet, José Caballero Rey, Norberto Macías, Cuqui Bosch, y Francisco Proll.

Por otro lado el día 16 de abril René Coso Pérez, el mismo teniente Despaigne Noret y Armando Ortiz Verdecia fueron acusados de asesinar a los cuatro hermanos, Melquiades, Sergio, Hernán y Conrado Marañón Pérez, así como su primo Marcelo Pacheco Pérez, en complicidad del sargento Coso Pérez. ¿Y los demás?...

Solo agregar, y que conste que para nada justificamos los supuestos asesinatos cometidos por estos policías, que previo a los días de abril, la noche del domingo 30 de diciembre de 1956, explotaron en Santiago de Cuba un total de 30 bombas y, en el caso de William Soler y Froilán Guerra Ramírez, tenían la misión de colocar una de ellas en el estadio de béisbol. ¿Cuántos muertos inocentes hubiera causado esa bomba?. 
 
Se cuenta que si no fueron 72 los fusilados fue porque uno de ellos era un niño de apenas 15 años, milagrosamente separado por uno de los ejecutores. En fin que terminaron liquidados en aquel lugar, donde ya previamente se había excavado su respectiva zanja que serviría de fosa común en el campo de tiro "Madre Vieja". 

Todo estaba previsto y preparado. Y tanto, que hasta el comandante de la policía Bonifacio Haza Grasso, el hombre que les permitió - en calidad de mediador - la entrada en la ciudad de Santiago de Cuba, porque aún no la habían tomado, fue uno más de aquella carnicería.

No lo sé, pero dicen que tenía sus manos manchadas de sangre, algo relativo en una ciudad como aquella, donde la violencia estaba a la orden del día. Por esa regla de tres, las suyas han estado igualmente machadas no solo de sangre, de ultrajes, de abusos y de infamias, y que sepamos nadie en Cuba se atrevido nunca a recriminárselo.

El que fuera presidente del ICAP, René Rodriguez Cruz, listo para rematar al ejecutado con el tiro de gracia

Como quiera el comandante Grasso debió haber tenido un juicio con todas las garantías procesales, las mismas que tuvo él cuando fue responsable de la muerte de 18 soldados constitucionales durante su asalto al cuartel Moncada, y por el que solo recibió una sentencia de quince años, para eso conmutada por Batista luego de solo tres. 

Por otro lado, llama la atención que fuera el propio comandante castrista Huber Matos, designado por los rebeldes para establecer la tregua y la conversación mediadora con el comandante Grasso, quien calificara esta ejecución como asesinato. Y podría pensarse que lo hizo en respuesta a los 20 años que se pasó en las cárceles cubanas, sin embargo su relato nunca fue desmentido.

Cabe una pregunta,... ¿realmente toda aquella gente merecía morir de esa manera?. ¿No había ninguno que su delito fuera merecedor de la cárcel?. No había tiempo para eso. Fíjese que para finales de enero, la cifra de fusilados ya ascendía a 114. En la edición de la revista Bohemia, con fecha del 25 de enero de 1959, un exultante Raúl Castro decía sin ruborizarse siquiera: 

 “¡Y hay que matar como a doscientos más!”

Ese día de 1959, mientras el resto de los Cubanos medio confundidos quizás, algunos descreídos, o incluso los que se autodenominaban "revolucionarios" se alegraban de que Fulgencio Batista hubiera sido derrocado, en el campo de tiro del valle de San Juan, donde en 1898 más de 300 soldados españoles lograron repeler una fuerza de casi 20 mil marines americanos, se estaba cometiendo la otra gran masacre.

Y lo más triste y preocupante de todo fue ver como una parte de ese pueblo, y no pequeña, lo aprobaba, le parecía bien y hasta le estaban cogiendo el gusto. De hecho a la mínima sospecha de "contrarrevolución", ya pedían a gritos el paredón. Como se lo hicieron al comandante Matos o al mismo presidente interino Manuel Urrutia, sin ir más lejos. 

Ejecutados

Horrible lo que afirmó el escritor y profesor de la universidad de Miami, (FIU) Julio M. Schilling, que con los años (1963) la fuerza del huracán "Flora" sacó una parte de aquellos 71 restos a la calle, y para evitarse un enterramiento mínimamente cristiano, fueron colocados en recipientes de cemento armado y lanzados al mar en una zona bastante profunda de la Fosa de Battle, al sur de Oriente. 

De las 658 que se ejecutaron en 1959, 58 fueron firmadas en los fosos de la fortaleza habanera de la Cabaña por el implacable asesino Ernesto Guevara. Según publicó EFE en la prensa suiza, citando los datos de "Archivo Cuba", este guerrillero ejecutó a 79 cubanos en aquel lugar. No pagó sus culpas en Cuba, pero murió sin juicio, sumariamente, como a él le divertía.

Hoy, en cambio, mucha gente en Cuba, pero mucha, se lo aseguro, espera callada y ansiosa que le acabe de llegar el puto día al autor de aquella masacre, que por ley de vida ya está muy próximo. Lástima que se irá tranquilo, junto a los suyos, tal y como se fue al infierno su querido hermano.  

Maldita Hemeroteca // Referencias y fuentes citadas y remarcadas en el texto.

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