En el edificio Rodríguez Vázquez, dígase "Edificio América", vivían gentes de lo más variopinto. Uno de ellos era Eugenio Casimiro Rodríguez Carta, natural de San José de las Lajas, municipio a cuarenta quilómetros de la Habana, y auto proclamado el más bravucón de los bravucones.
Era policía y matón en horas extras. Dicen que el chulo y también guapetón Alberto Yarini y Ponce de León era como un "guayabito de alcantarilla" al lado del impulsivo Casimiro. Por su "eficacia" fue transferido a Cienfuegos y allí comenzó su historial criminal ya como asesino.
En 1918 liquidó al alcalde de Cienfuegos, Florencio Guerra, y lo condenaron a muerte pero, en la cárcel, conoció casualmente a la viuda del regidor, Teresa Zayas, hija del Presidente de Cuba, Alfredo Zayas. La enamoró, logró que su padre le conmutara la pena, se casó con ella e inició una fulgurante carrera política que lo llevó a la Cámara de Representantes durante tres períodos legislativos.
Sin embargo la velocidad de su dedo índice en el gatillo de la pistola, no se correspondía con las neuronas de su cerebro. Habiéndolo Teresa sacado de todo aquello, no fue capaz de respetarla con lo que había hecho por él. La engañaba con otras mujeres y, un día, Teresa le sorprendió "infraganti" en el apartamento "América", y del insulto que cogió allí mismo sufrió un infarto del que no pudo recuperarse.
En 1950 mató a Rafael Fraile Goldarás, compañero suyo en la Cámara que le había dado dinero para que influyese en las elecciones. No pudo cumplir las expectativas, discutieron y en la oficina del senador Armando Dalama, también en el edificio del Teatro América, lo cosió a balazos.
Después, huyó a la República Dominicana, al lado del sátrapa Trujillo, para quien secuestró y extorsionó. Casimiro fue enterrado de pie, a petición suya, en el Cementerio de Colón de La Habana, con una pistola en cada mano y un billete de cien pesos en el bolsillo. “Un tipo que cayó de pie en la vida, tiene también que caer parado en el infierno”, decía.
Y fue por eso que Casimiro fue enterrado de pie, a petición suya, y su tumba está localizada en el Cementerio de Colón de La Habana. Lo sepultaron con una pistola en cada mano y un billete de cien pesos en el bolsillo, ahora si los "saqueadores de tumba" se lo robaron no lo sabemos. “Un tipo que cayó de pie en la vida, tiene también que caer parado en el infierno”, dejó aclarado para cuando llegara el momento.
EN ESPAÑA
Esta historia se repitió más o menos pero en España, en un pequeño cementerio del poblado de Alfaro, en la Rioja. En este caso se trataba de un hombre bonachón, el señor José Mauleón y Giménez, quien al igual que Casimiro se convirtió en el único español que se tiene noticias que "descansa verticalmente".
José falleció en 1869 a los veintiocho años de edad, y esa fue su ultima voluntad tras una triste historia de amor que acabó muy mal. Corría el 1869 y el rico Don José Mauleón y Giménez estaba enamorado de una de las criadas de Casilda Sáenz de Heredia, la señora esposa del dictador Miguel Primo de Rivera y madre del fundador del partido fascista español, la Falange, José Antonio Primo de Rivera, que este pasado jueves veinte de noviembre cumplió ochenta y nueve años de fusilado por los comunistas.
Luego se supo que él también estaba contagiado, de hecho no tardó mucho tiempo en seguir el camino de su amada. Y fue entonces que antes de morir, su última voluntad fue pedir ser enterrado en el cementerio de Alfaro de pie, frente a la tumba de la cubana, para así poder mirarla por siempre.
Su familia cumplió sus deseos y preparó para el joven un panteón de mármol en forma vertical que colocó frente al mausoleo de la familia Sáenz de Heredia, donde está enterrada la Cubana. En la inscripción frontal de su panteón - que se aprecia vertical en la segunda imagen - puede leerse:
"El sr. Jose Mauleon y Giménez. Falleció el día 11 de enero de 1869 a los 28 años de edad. R.I.P.". Y así fue como terminaron estas trágicas historias de amor entre cuba y españa, para más coincidencias.
Maldita Hemeroteca.

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