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RODI, EL CINE DEL GALLEGO CINTRA.

El Rodi fue uno de los más lujosos cines – teatros construidos en La Habana durante la década de 1950. 

Ubicado en la calle Línea, entre A y B en el barrio del Vedado, entonces el exclusivo Vedado, era propiedad del gallego Antonio Helier Rodríguez Cintra y lo operaba a través de Inmobiliaria Itálica SA, empresa a la que también pertenecía otra moderna sala, el cine-teatro América, en Galiano y Concordia, en Centro Habana.

Se inauguró el diecisite de noviembre de 1952. De estilo moderno, llamaba particularmente la atención su gran letrero lumínico, ubicado sobre un alto muro saliente, que podía ser observado a una gran distancia. Con capacidad para mil setecientos cincuenta espectadores, el Rodi era uno de los mayores cine teatros construidos en Cuba.

Estaba dotado, además, de los más modernos adelantos técnicos existentes en el mundo para este tipo de empresas, incluyendo un novedoso sistema de aire acondicionado provisto de filtros electrostáticos para la absorción de humo y de inyección de aire desodorado y humidificado para mantener un ambiente puro en todo momento.

Tras el triunfo de la Revolución Castrista en 1959 fue expropiado y nacionalizado por el régimen comunista que lo rebautizó como teatro Mella. En la actualidad funciona sólo como teatro, siendo uno de los más importantes del país; pero lejos del lujo y confort que una vez ostentó. 

¿QUIEN FUE ANTONIO HELIER RODRIGUEZ CINTRA?

Antonio Helier Rodríguez Cintra no era Cubano, era gallego e iba todos los meses desde La Habana a Nueva York porque era muy rico, y además le seducía el musical americano. En sus viajes, visitaba siempre el complejo Rockefeller Center, en Manhattan, y ahí fue como nació su fascinación por el Radio City Music Hall, uno de los edificios que lo integran, inaugurado en 1932.

Helier era uno de los tres hijos del viveirense (De Viveiro) Antonio Rodríguez Vázquez y de la cubana Lucila Cintra Flores. Había nacido en 1898, era ingeniero químico y presidía el conglomerado de empresas de su familia que estaba formado por Corporación Industrial del Trópico, arrendataria de la central azucarera San Agustín que ocupaba a 2.300 trabajadores en Remedios (Caibarién).

Era dueño además de cuatro cines y teatros en La Habana; acciones en la Nueva Fábrica del Hielo; la compañía de seguros La Metropolitana; y la Inmobiliaria La Itálica, que como dijimos arriba operaba el RODI. Así que convenció a su padre para levantar un edificio de grandes dimensiones en el corazón de La Habana - en la calle Galiano, entre Neptuno y Concordia - a través de esta, su inmobiliaria.

El complejo incluía una torre con sesenta y siete apartamentos de lujo, un restaurante-cafetería y una sala del Teatro América, uno de los más lujosos de la República, que venía a llenar el vacío de ese tipo de instalaciones culturales y musicales en la capital. Encargaron la construcción del inmueble a los arquitectos cubanos Fernando Martínez Campos y Pascual de Rojas. Y ambos planificaron una de las obras de mayor interés arquitectónico de la ciudad, de gran belleza y estilo Art Decó. 

El edificio, de diez pisos, era uno de los rascacielos en los años cuarenta y cincuenta, y tenía referencias al Rockefeller Center por la sencillez de sus líneas verticales en el cuerpo superior en contraste con la horizontalidad de la marquesina en la fachada. Por su parte el teatro tenía en el suelo del vestíbulo una bóveda representando el hemisferio occidental rodeado de los signos del zodíaco.

La sala de espectáculos, de gran acústica y luz libre de veintinueve metros, estaba cubierta por una sucesión de bóvedas en forma de concha hasta la cubierta del balcón donde destacaban las estrellas y la luna del techo, lo que daba sensación de disfrutar de un espectáculo a cielo abierto.

El Teatro América, con capacidad para mil setecientos setenta y siete espectadores, se inauguró el veintinueve de marzo de 1941 con un show del tenor mexicano Pedro Vargas entonces en la cima del éxito. Al año siguiente, Helier, que tenía cuarenta y cuatro años entonces, se casó con Graziella Lozano Piña, hija de españoles dueños de una empresa exportadora de tabaco.

No tuvieron hijos, vivían en la exclusiva zona de Miramar y se relacionaban con lo más granado de la sociedad. Su padre, Antonio Rodríguez Vázquez, murió en 1953. Había nacido en Magazos (Viveiro) en 1862 y emigrado a Cuba a los diecisiete años. Era hijo de Pedro Rodríguez y de María Vázquez. Como tantos emigrantes, comenzara de mozo de almacén en un comercio de la calle Dragones y luego en Remedios (Caibarién). Y desde allí forjó su fortuna.

El edificio Rodríguez Vázquez es un emblema de La Habana y uno de los ejemplos más destacados del estilo Art Decó junto a los edificios Bacardí, Teatro Fausto o el majestuoso López Serrano. Fue construido por un hijo del gallego José López, O Pote. Además del Teatro América, la familia del emigrante de Magazos poseía el Rodi, como ya dijimos, convertido en Tatro Mella tras su expropiación en 1959.

El Radio Cine, rebautizado como Cine Jigüe (la sala con mayor capacidad de todas, dos mil seiscientas butacas) y el Teatro Avenida. El América se inauguró en 1941 y por su escenario desfilaron figuras como Pedro Infante, Ernesto Lecuona, Rita Montaner, Beny Moré, Chucho Valdés, Los Panchos, María Félix o, entre otras, Olga Guillot. Algunos dejaron sabrosas anécdotas, según el propio teatro. Lola Flores batió el récord de entradas.

La argentina Libertad Lamarque paralizó el tráfico en la Calzada de Galiano, tuvo que intervenir la policía y una vez terminada su actuación fue llevada a hombros hasta el Hotel Lincoln donde se alojaba. Y Josephine Baker, la que tuvo más actuaciones consecutivas, provocó un gran escándalo al cantar ligera de ropa y con una cinta de plátanos rodeándole la cintura.

El Movimiento 26 de julio, de Fidel Castro, atentó contra el Teatro América, el cabaré Tropicana y el Hotel Comodoro. Los consideraba símbolos del capitalismo. Murieron decenas de inocentes y una terrorista, Urselia Díaz Báez, a la que le explotó una bomba en las manos. Con el triunfo del castrismo, en 1959, el edificio y el teatro fueron expropiados.

Antes de que se produjera esta desgracia, en la Habana habían ciento treinta cines y tres autocines, una cifra que no incluye los de las poblaciones de la periferia, como pudieran ser los de Guanabacoa, Boyeros, Regla, Cotorro, Santiago de las Vegas, etc.

Maldita Hemeroteca 
Fuente: La Voz de Galicia.es