ESCLAVITUD EN CUBA: El caso de la familia Plá Monges.

Estatua en Ferrol de don Ramón Plá y Monge.

A mediados del siglo XIX, la oposición y lucha contra el comercio de esclavos fue tomando auge. Tanto fue así, que los futuros esclavos eran puestos en libertad inmediatamente, en la medida que fueran interceptados. Algunos historiadores señalan la cifra de 26 mil esclavos emancipados - que así se llamaban - que fueron sorprendidos en 106 expediciones de inspección. 

Quiere esto decir, que antes que Carlos Manuel de Céspedes iniciara el levantamiento contra España en 1868, en Cuba ya habían miles de negros africanos libres, aunque 290 mil más seguían sometidos a la vergonzosa esclavitud. Por eso es que el caso de esta familia gallega, Plá Monge, es una prueba irrefutable de que mientras no fue abolida la esclavitud en 1886, seis años después que saliera publicada en la gaceta de España, ni Céspedes ni nadie en Cuba le había concedido libertad a nadie.

Libertad sí, pero solo si peleaban contra España. ¿Ahora los que no?, seguirían sufriendo el cepo y látigo de sus dueños Cubanos y Españoles. De hecho fue Céspedes - precisamente - quien dio ordenes a sus generales de expropiar, a la fuerza, cuanto negro esclavo pudieran, como una forma de engrosar su recién estrenado ejercito libertador. Ó sea, que lo de la famosa libertad llevaba "letra pequeña".

Para el que no conoce Cuba, Puerto Padre es una localidad al norte de la ciudad de la entonces Victoria de las Tunas con salida al mar, la misma que en 1975 Fidel Castro decidió extirparle lo de "Victoria", pues le recordaba a los Cubanos que un 16 de agosto de 1869, durante un primer ataque con intención de tomar la ciudad, los 1,200 hombres al mando del general Manuel de Quesada y Loynaz, cuñadísimo de Céspedes, había fallado en el intento. Ahora se llama Las Tunas a secas, tan seca que no hay ni agua para tomar. 

Otra cosa que es tan humorística como cierta, la trola de que Puerto Padre se llama así porque uno de los marinos que vino con Cristóbal Colón en el primer viaje gritó: "¡Padre que puerto!", es una falsedad, pues se conoce perfectamente que en ese primer viaje el almirante no llevó a las Indias ningún cura, ni monaguillo siquiera. Dicho esto, vamos al lío.

Puerto Padre, mediados del siglo XX

Antes pongámonos en contexto. En el cementerio sacramental de San Isidro, en Madrid, donde se encuentra enterrado el dictador Fulgencio Batista y su hijo Carlos Manuel, se encuentra el panteón de otro hombre que, sin ser cubano, ha estado igualmente relacionado con la historia de Cuba.

Nos referimos al primer marqués de Amboage, Don Ramón Plá y Monge, un benefactor gallego nacido en 1823 en en una aldea de Ferrol, que como tantos gallegos emigró a Cuba. En su caso, Ramón realizó obras que perduraron por muchos años en nuestro país, como las compañías de gas de La Habana y la de Matanzas, sin más lejos.

Es por eso que tenemos que admitir que el nombre de esta familia estará, inexorablemente, conectada a Cuba, a Victoria de las Tunas, y en especial Puerto Padre. No solo por los negocios que allí emprendieron, si no por lo que significó socialmente para aquella gente que a lo mejor ya ni se acuerdan de quien fue. Sería justo añadir, que gracias a estos gallegos, sobre todo a su hermano José Pla Monge, aquella mísera aldea de Puerto Padre pasó a convertiste en un municipio, solo para empezar.

INGENIO SAN MANUEL.

Con Ramón Plá se fueron a Cuba sus otros cinco hermanos, José, Aquilino, Francisco, Antonio y Pedro, pero fue José quien en 1860 fundó el ingenio San Manuel, el primero que hubo en Puerto Padre. Lo levantó en 1860 en los terrenos de la hacienda Santa Bárbara de Biriviví, la que compraron al hacendado Antonio Ferrer Feliz y que en asociación con Agustín Franganillo y Justo San Miguel, la dotaron con 370 esclavos y casi 90 caballerías sembradas de caña controladas por su hermano Antonio que fungía como encargado del mayorazgo. El ingenio fue bautizado así por el nombre de su esposa, Doña Manuela Martínez-Picabia y Domínguez.

NEGOCIO CON LOS MAMBISES.

Se conoce que este señor hizo negocios con los mambises o rebeldes cubanos, y no se sabemos como fue que el capitán general Blas Villate, el implacable conde de Balmaseda, no se diera por enterado. En el especial con el mayor general holguinero Julio Grave de Peralta y Zayas-Bazán, quien tenía ordenes de Carlos Manuel de Céspedes de reclutarle - a la fuerza - la dotación de esclavos para incorporarlos a la guerra del 1868.

Plá, en cambio, les propuso un negocio. Les ofreció gratis el suministro frutal de sus fincas, con tal de que no le tocaran sus esclavos, además de prestarle dinero en caso de necesitarlo. A todos esos ofrecimientos, nuestros querido y nunca ben ponderado presidente de Cuba en armas, Carlos Manuel, aceptó sin chistar. A partir de ese momento, los esclavos del ingenio San Manuel fueron intocables. ¿Y la libertad?, hoy no, mañana.

Locomotoras del central Delicias-Chaparra

En 1879 José Plá construyó el ferrocarril de 7 kilómetros entre San Manuel y Puerto Padre. Más tarde, el 13 de abril de 1883, creó allí mismo, junto con su ¿hijo o sobrino? Francisco, "Don Pancho", la Sociedad Mercantil "Plá y Ceballos" que estuvo domiciliada en New York y que pagaba los prestamos bancarios americanos con azúcar producida en las 89 caballerías de este ingenio San Manuel, y las 60 del Trinidad.

Historiadores de Puerto Padre recogen en sus relatos que José Plá era un hombre muy benévolo con sus esclavos, aunque hoy no se acepte esa narrativa como justificación por supuesto. Pero a diferencia de otros hacendados, en el ingenio San Manuel no se permitía ningún tipo de maltrato por parte de los mayorales. Allí, los esclavos estaban muy bien alimentados y se les concedía el domingo de asueto, con permiso incluso para ir a la playa en Puerto Padre. Sobre todo doña Manuela, que siempre estaba al loro con el trato dispensado.

Y aunque les construyó una capilla católica para convertirlos al cristianismo, igual les permitía la practica de sus religiones y creencias africanas. Plá construyó además el antiguo embarcadero de Maniabón, y que hoy conocemos como embarcadero de Puerto Padre, donde tenía una almacén, una carpintería y había edificado casas para los encargados, entre ellos el patrón de la goleta "Tres Hermanas", barco al servicio del ingenio y para el que construyó el muelle de Puerto Padre además. (Vaya sacando cuentas).

Esa misma actitud emprendedora la mantuvieron tanto él, como sus socios y su hijo Francisco, durante la ultima guerra del 1895 que tampoco fueron molestados por los mambises. Igual fue responsables de la aparición de otros poblados, como el de La Farola, La Conchita, María Luisa, La Julia, La Jía, este en Puerto Padre, y el de La Bomba, donde obtenía el agua para los trapiches de vapor del ingenio, como para la locomotora "Delicias-Panchito" donde cargaban el dulce.

De hecho, ni siquiera le importó que en mayo del 1898 Puerto Padre fue ocupado por el Ejército Libertador, y que incluso el mayor general bayamés, José Manuel Capote Sosa, nombrara por indicaciones del coronel norteamericano Duncan N Hood, al capitán Pedro Gamboa como alcalde provisional. El 26 de octubre del mismo año, Puerto Padre se convirtió oficialmente en municipio, entre otras cosas por disponer de un puerto, una salina y el ingenio San Manuel por supuesto, todo propiedad de este emigrante ferrolano.

¿Qué José Plá fue esclavista?, sí, pero no su hermano Ramón, tambien habían cubanos como Francisco Aguilera que llegó a tener más de 500 esclavos. Lo que pasa es que hubo un tiempo en que Galicia estuvo muy vinculada al tráfico, pero eso no culpa a don Ramón. Gallegos esclavista hubo y no pocos además, entre ellos Urbano Feijoo y Sotomayor, que incluso  entre 1854 y 1855 fue capaza de esclavizar a más de 1700 de sus propios paisanos. También Ambrosio Álvarez Pardiñas, de pero de cuando Galicia era un tierra de marinos que "levaban mercancías a Cuba". 

Los grandes esclavistas de España fueron por lo general catalanes, de hecho el apellido Plá no es gallego precisamente. Pero esos esclavos no eran solo para hacendados españoles, tambien los compraban los Cubanos. Mire amigo, todavía en 1895, en plena generación de José Martí y a 20 años de finalizada la trata, en Cuba se seguía explotando a seres humanos. Dejémonos de cuentos, que en Cuba habían hasta mulatos y negros que se daban el lujo de tener dos, tres y hasta 5 esclavos, tan negros y tan africanos como lo fueron sus padres o sus abuelos. Y no tenían más, porque no les alcanzaba el dinero como a los blancos.

MUERTE DEL SAN MANUEL
 
En su ultima zafra con ese nombre, la del 1912, el ingenio San Manuel produjo 60 600 sacos de 325 libras cada uno, o lo que es lo mismo 7 millones y medio de arrobas o 200 mil toneladas métricas, que siendo apenas un trapiche, produjo la mitad de toda la azúcar del régimen cubano en 2023. Fue vendido por su hijo Pancho a los norteamericanos por un millón y medio de pesos de entonces; y según fuentes del ministerio de agricultura Cubano de 1958, las once zafras de este ingenio le reportó a estos empresarios casi 5 millones y medio de pesos.

Una vez fue vendido, los americanos de la "Sugar Mills Company" construyeron allí el central "Delicias", uno de los cinco centrales americanos edificados en aquella zona, (en total fueron 13 en toda Cuba), que en sus inicios llegó a moler 780 000 mil arrobas diarias de caña, mientras era administrado por el mayor general del ejercito mambí, ingeniero Mario García Menocal, futuro presidente de Cuba y único elegido por dos periodos consecutivos.

En 1922 el Delicias estableció un record mundial al producir más de un millón de sacos (1 046 493, equivalente a 157 055 toneladas métricas) fruto de las 110 431 034 arrobas de caña que fueron molidas. Gracias a este central, Victoria de las Tunas tuvo por primera vez en la historia luz eléctrica. Así estuvo con sus más y sus menos hasta que, en 1960, fue expropiado por el régimen castrista sin pagar ni un centavo de indemnización. Después de ese derroche de "guapería barata" de nuestro máximo líder, fue que empezamos a quejarnos del embargo.

Volviendo a Ramón Plá, vemos que se regresó a España y allí continuó con sus buenas obras de caridad, mientras era nombrado por el papa León XIII con el título de Marqués de Amboage. Le fue concedida la gran cruz de Isabel la Católica y una plaza como consejero del banco hipotecario de España. Sus valores y propiedades en Cuba fueron valoradas en más de 70.000 duros (moneda de 5 pesetas) de la época, ó sea, unos 40 millones de euros actuales según cálculos de "Measuring Worth". 

Imagen actual del palacio de Amboage en Salamanca, Madrid. 

De su generosidad no hay nada que objetar. Ya viudo en 1871 de su esposa Ramona, y fruto de su segundo matrimonio con la joven catalana Faustina Peñalver, le fallece su hijo Ramón a los nueve años. Esta prematura muerte lo dejó devastado, y fue la causa para que creara una Fundación Benéfica en su recuerdo. 

A su muerte, el seis de septiembre de 1892 en su casa del Paseo de Recoletos a los 68 años, su otro hijo Fernando se convirtió en heredero de su fortuna, de su título nobiliario y fue diputado a las cortes en 1914 por el distrito de Ferrol. Casado con doña Sofía Ruiz Pelayo, vizcondesa de Huerta, Fernando mandó a edificar en 1914 el impresionante palacio barroco de Amboage, que luego fue la sede diplomática de Italia en el barrio de Salamanca, en Madrid. Fue terminado en 1917 por el arquitecto Joaquín Rojí, en un área que ocupa la manzana entre las calles Juan Bravo, Padilla, Velázquez y Lagasca.

En el testamento, su padre destinó un tercio de su inmensa fortuna para que muchos paisanos Ferrolanos evitaran marchar a Cuba, ya que les abonaba generosamente las 1,500 pesetas que costaba oficialmente la desmovilización, una fortuna entonces. Lo hizo porque desgraciadamente, a veces a la gente buena le suceden cosas malas. En vez de maldecir la muerte de su querido hijo, se dedicó a evitar que otros chavales, que ni siquiera conocía, la mayoría muy pobres e imprescindibles para sus familias, evitaran una muerte en Cuba casi segura.

Solamente ese año el marqués liberó de la pesada carga a 237 reclutas, de los cuales 47 eran paisanos suyos en el Ferrol, 135 de A Coruña y 55 del resto de Galicia. Además, en ese testamento, leído el 6 de septiembre de 1892, destinó un tercio de su dinero a su Fundación Ramón Plá, para distribuir cada 31 de agosto durante la festividad de San Ramón, cincuenta pesetas para cada una de las 100 familias más pobres de aquella comarca. El 19 de octubre de 1823, en el antiguo número 42 de la calle del Sol en Ferrol, su pueblo le levantó una merecidísima estatua, la misma que no tiene probablemente su hermano Jose en esas Tunas, que nunca había estado tan seca como lo está ahora.

Maldita Hemeroteca 
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