viernes, 13 de septiembre de 2024

La milagrosa historia de la señora Ariza

Esto que vamos a contar aquí, sucedió hace 87 años, y aunque no tiene nada de gracioso, sí lo fue el protagonista de la historia y hasta en sus últimos minutos. Se trata del escritor y dramaturgo español, Don Pedro Muñoz Seca, natural de Cádiz, ciudad donde nació un 20 de febrero de 1879, aunque luego vivió en Madrid.

La familia al completo. Don Pedro Muñoz fue delatado y detenido en 4 de agosto de 1936 en la ciudad de Barcelona. 

Entre sus obras más famosas están, "El sofá, la radio, la peque y la hija de Palomeque", "El alfiler", "¿Qué tienes en la mirada?", "¡Pégame, Luciano!", "Los ilustres gañanes", "La perulera", "Una mujer decidida", "La Academia", "La Oca" o "Anacleto se divorcia", entre otras tantas de corte humorístico, y donde casi siempre se criticaba a los republicanos e izquierdistas.

"Confieso con harto afán y sentimiento profundo, que soy lo más holgazán que Dios ha puesto en el mundo". 

Así decía Don Pedro en una de sus comedias. Su obra magna, «La Venganza de Don Mendo» – la más representada de la historia del teatro español –, se estrenó con rotundo éxito el 20 de diciembre de 1918 en el Teatro de la Comedia de Madrid, y en total se calcula que estrenó más de doscientas obras teatrales, destacando entre ellas «La Tonta del Rizo» estrenada el 18 de julio de 1936 en Barcelona.

Ay amigo...

Para entonces ya los represores de izquierdas le seguían sus pasos. Cuando se inició la guerra civil española, estaba con su esposa en Barcelona por el estreno de "La tonta del rizo" precisamente, pero la noche anterior tuvo lugar el estallido. Inmediatamente fue detenido por las milicias anarco sindicalistas que dominaban la Ciudad Condal.

Desde el momento mismo de su detención, la familia recurrió a todas las personas influyentes y amigos, y como casi siempre pasa, casi nadie se quiso mojar. Ni de la cultura ni de la política, nadie fue capaz de liberarle de aquellas milicias que estaban implantando el terror en la capital con detenciones y asesinatos, incluso cobardes, porque ya me dirá usted que tiene de valiente matar a una monja o un cura.

Es más, cuando la familia recurrió a Niceto Alcalá Zamora, entonces teniente alcalde de Madrid, este le respondió: "Lo único que puedo hacer por ustedes es decirle en que cementerio será sepultado".  Tremendo el cinismo de este tipo.

Su orden de detención fue "firmada" por el delegado de orden público, Segundo Serrano Poncela, un miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas y amigo y protector del comunista Santiago Carrillo, quien en realidad era el que "firmaba las ordenes en blanco" mientras los jefes de milicias se encargaban de poner la fecha y los nombres de los destinatarios.

Lo detuvieron en el mismo lugar donde pernoctaba, a pesar de que le habían aconsejado abandonar ese hotel donde se había alojado. Según contó el periodista Alfonso Ussía en la Razón, (artículo fechado el 28-11-2015) cuando Don Pedro fue llevado detenido a Madrid, hicieron una parada en el camino en el hotel Regina de Valencia, y sus captores fueron tan miserables que le obligaron a pagar la factura de la consumición de 57 pesetas.

Acusado de albergar ideas monárquicas y católicas, fue trasladado a Madrid y encarcelado en la recién creada prisión de San Antón, una "checa"** habilitada por esos mismos días en el antiguo Convento de San Antón. Es aquí donde se produce la milagrosa liberación de Doña María Asunción Ariza Díez de Bulnes. Decimos milagrosa porque esta gente no le hacía asco nadie.

Quizás tuvieron en consideración que desde Cuba vinieron más de mil brigadistas comunistas a luchar junto a ellos. No lo sé la verdad. La señora Díez de Bulnes tuvo 9 hijos con Don Pedro, y aunque también había sido detenida, fue puesta en libertad gracias a que tenía en su poder la ciudadana cubana. Sin embargo, su marido no corrió con la misma suerte; y Cuellos de Jarama fue su destino final.

Don Pedro fue víctima de una de aquellas sacas (en cuba se les llama cordilleras) de reos que fueron ejecutados sumariamente en ese lugar el 28 de noviembre, junto con otros 112 presos de la checa de San Antón. Sus únicos delitos fueron ser de derechas, católico y monárquico y hacer uso de la libertad de expresión. Humorista hasta el final, sus últimas palabras dirigidas al pelotón de fusilamiento fueron:

«Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso —como estáis al hacer— mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡el miedo que tengo ahora mismo!».

Otras fuentes aseguran que le decía a sus captores: 

"¡Empiezo a creer que no tienes la intención de contarme entre tus amigos!"

En una ocasión su nieto contó al periódico "La Razón", que en Paracuellos, mientras su abuelo se fumaba un pitillo, fusilaron a los primeros cincuenta inocentes del día, y su abuelo fue incluido en la segunda tanda. Muere junto a un padre agustino. Para que sus ejecuciones fueran más eficaces, los verdugos usaban ametralladoras con soporte fijo al terreno.

Don Pedro y su esposa cubana Doña María Asunción Ariza

Su grito de «Viva España, viva Cristo Rey» fue silenciado por una ametralladora y 14 impactos, trece más "el tiro de gracia". Así lo declaró después de la guerra un prisionero al que obligaron a enterrar su cadáver, y que además fue testigo de su ejecución, y además se tomó el trabajo de contar los impactos de bala. Dijo que lo reconoció en el acto cuando llegó, y que fue enterrado en la zanja No 5.

Este señor fue testigo igualmente de la muerte de un padre y dos de sus hijos, que cayeron abatidos juntos en la misma zanja después de la andanada. Más horrible aún, contó como dos ancianas fueron asesinadas a culatazos y enterradas en dos zanjas pequeñas al oeste, concretamente en las 5 y 6.

Uno de los que "le viró la cara" fue Rafael Alberti, cuando la familia acudió a pedir ayuda. Ni siquiera por ser colega y paisano movió un dedo en este sentido. Como iba hacerlo, si el menda dirigía el Comité de Intelectuales Antifascistas junto a su pareja María Teresa León. Este Alberti fue condecorado por Fidel Castro en 1991 con la máxima orden que concede la dictadura, la José Martí, que debió revolverse en su tumba ese día. En realidad fue un penoso adulón del "tiranosaurio en jefe caribeño".



En Paracuellos de Jarama, localidad en Madrid, entre el día 7 de noviembre y el 4 de diciembre del año 1936 los comunistas fusilaron sumariamente un total de 2,500 personas, una cifra que está aun está por precisar. ¿El delito?, ser monárquicos, católicos, conservador y opuesto al bando republicano. Este genocidio no cuenta en la memoria histórica que constantemente pregona la actual izquierda "progre" de España.


Maldita Hemeroteca
Fuente: Internet // la Razón.es

** Las checas fueron cárceles, al más fiel estilo de la Unión Soviética, creadas y controladas por grupos radicales de izquierdas y anarquistas, donde se torturaba y asesinaba sin ningún tipo de garantías a todos los rivales políticos.

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