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| Jesse Owen. Eran años en que los atletas corrían en pistas de arena. // |
En el mes de Diciembre del año 1936, el mítico corredor de velocidad olímpico de los Estados Unidos, Jesse Owen, visitaba la Habana. En concreto, el fabuloso hipódromo de Marianao "Oriental Park" ya que el velocista, ganador de cuatro medallas de oro olímpicas en Berlín, se había impuesto un nuevo reto: vencer a un caballo.
Owen lo había ganado todo en Alemania, y delante del propio Hitler que no se creía lo que estaba viendo. Se impuso en las pruebas de 100 y 200 metros planos, el relevo 4 por 100 y como si fuera poco el salto largo. Sin embargo, no eran tiempos de grandes premio monetarios como lo son ahora, de hecho Owen trabajaba como botones del hotel Wardolf Astoria manera que a partir de este éxito el bólido comenzó a sacarle un mejor provecho a la velocidad de sus piernas.
Al punto de que hoy podemos asegurar, y sin temor a equivocarnos, que su debut como atleta profesional fue en Cuba en el momento en que aceptó la invitación de competir en Marianao y teniendo como rival nada menos que un caballo, pero no uno cualquiera no, un equino que pertenecía a las cuadras de este hipódromo, segundo en importancia en el mundo tras el de Kentucky.
En cuarenta y cinco minutos batió cuatro récords mundiales absolutos. La primera prueba que corrió fueron las cien yardas lisas (91 metros), que completó para pasmo del respetable en 9,4 segundos. Después descansó nueve minutos y comenzó la prueba de salto de longitud: lo zanjó en un brinco de 8,13 metros que establecía una nueva marca planetaria.
Pausa de quince minutos y carrera de 220 yardas: 20,3 segundos, otro récord. La prueba final, tras otros diez minutos de descanso fueron las 220 yardas vallas, que se zampó en 22,6 segundos. Owens —es un buen momento para decirlo— fumaba un paquete de tabaco diario. Y seguiría haciéndolo hasta el día de su muerte de cáncer de pulmón, por cierto, el día 31 de marzo de 1980 en Tuson, Arizona.
Sin duda que aquella hazaña de la Big Ten Conference de 1935 en Ann Arbor, Michigan, convirtió a Jesse en una celebridad que, en junio del año siguiente logró batir el récord mundial de cien metros lisos y luego la hazaña que logró en Berlín, que ojo al dato, entonces corría en una pista de arena, no sintética como las de hoy.
NOTA: En el Oriental Park - Oriental Park Racetrack - se corrían caballos pura sangre y era gestionado durante el invierno por el Jockey Club cubano estadounidense de La Habana. Fue fundado en 1915 y fue la única pista de carreras que hubo en Cuba. En los primeros años de la década de los 60, el dictador Fidel Castro lo intervino convirtiéndolo en un triste cementerio de camiones soviéticos conocido como Transimport. Hoy no sabemos ni como finalizó "esa película", por demás de horror y misterio.
Pero regresando a la historia, aquellas festividades denominadas "La semana deportiva cubana", tuvo al área deportiva de la fabicra de cervezas "La Tropical" de Marianao como escenario sede, y esta particular carrera en el Oriental muy cerca de allí, sirvió para celebrarla como plato fuerte. Entre el 26 de diciembre del 1936 y el uno de enero del 37, Marianao fue cita obligada de toda la fanaticada deportiva Habanera y mucha del extranjero que tambien se dio cita.
Fíjese si aquel caballo era especial, que procedía de la cuadra del famoso “Julio Macaw”. Se trataba de un pura sangre de cinco años de edad que había corrido la milla del Oriental exitosamente en varias ocasiones, y aunque para nivelar un poco las acciones partió a una distancia de cuarenta yardas más atrás que Owen en la línea de salida, sucedió lo no esperado como decía el gran Matamoros.
No se sabe si la bestia se distrajo o fue obra de su jinete, lo cierto fue que el potro se salió del césped y cortó camino en la curva, pero aún así Owens ganó la carrera marcando un tiempo de nueve segundos y nueve centésimas a juzgar por lo reseñado en un artículo publicado el tres de enero de 1937 en la revista Bohemia. Aquella primera semana internacional del deporte tenía como fin la atracción del turismo a la Habana, era la época del presidente Miguel Mariano Gómez Arias, hijo del brigadier y segundo presidente de Cuba, José Miguel Gómez.
Y aunque no tuvo el éxito esperado por la ausencia de otras figuras anunciadas, al menos el pueblo cubano, en especial el de Marianao, pudo ver en persona este increíble atleta que ha sido uno de los más grandes de la historia. Y tanto, que el presidente Gerald Ford le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad. El 28 de marzo de 1990, a título póstumo, George H. W. Bush le condecoró con la Medalla de Oro del Congreso. Owen fue sepultado en el cementerio de Oak Woods de Chicago.
Maldita Hemeroteca.

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