jueves, 5 de septiembre de 2024

MARIANAO: No se deje engañar por la narrativa populista.

Lidya a la derecha y Titina al centro con el doctor Phillip Hench.
Foto: Universidad de Miami

La gente de ahora no calcula muy bien lo que un día fue Marianao. Creen, me refiero a los de ahora por supuesto, que aquello siempre fue el desastroso, descuidado, y olvidado municipio en que lo convirtieron después. ¡PUES NO!.

Incluso, en la década de los 60 y hasta principio de los 70 - en plena dictadura - no era tan así tampoco. Por eso es que me resisto a admitir esa etiqueta de barrio obrero que le han encasquetado los comunistas, independiente de lo chusma y conflictivo barrio en que se transformó después.

A Marianao se iban a vivir mucha gente rica que era famosa por el dinero que tenía, es verdad, pero a la vez hubo otra muy valiosa social e intelectualmente. Fíjese si fue así, que hasta el presidente de la republica trasladó allí su sede de gobierno en los meses de verano, e incluso tres de las personas más importantes en la historia de Cuba, también lo escogieron para vivir o al menos residir por algún tiempo.

Quinta San Jose. Hogar de Lidya Cabrera.
Foto: Universidad de Miami

Vamos al lío.

El CVD deportivo "Jesús Menéndez" en la misma Calzada Real o avenida 51, esquina a José Miguel Gómez, o calle 92, fue edificado en los terrenos que un día pertenecieron a la residencia de la gran Lidya Cabrera, destacada etnóloga e hija del mambi Raimundo Cabrera Bosch, futo de su matrimonio con doña Elisa Macaida y Casanova. Allí estuvo enclavada su Quinta San José, que en realidad no era de ella, la verdadera propietaria era su pareja sentimental, la señora María Teresa Rojas, conocida como Titina.

Mucho antes, cuando fue edificada en 1857, perteneció a la familia Pedroso y Titina la heredó después, junto con las tierras adyacentes que llegaban hasta las inmediaciones del central Toledo, con el paso de los años. Tan importante fue esa Quinta, que hasta allí se desplazó el doctor Carlos J, Finlay para realizar sus investigaciones sobre la fiebre amarilla. Con eso se lo digo todo. Vaya a ver que otra región puede alardear de tanta historia. Muy pocas.

En el año 1938 Titina la reparó capital y compartió su vida con la etnóloga e investigadora folclórica, Lydia Cabrera. Como podrá imaginar tratándose de quien fue, por allí pasó lo más valioso de Cuba en aquellos años, entre ellos el famoso antropólogo Fernando Ortíz que era su cuñado. Como se sabe, Lydia fue una gran intelectual que llegó a ser asesora de la Junta del Instituto Nacional de Cultura bajo el gobierno de Fulgencio Batista, su gran delito.

En abril de 1940, el Dr. Philip S. Hench, en la foto, fue a la Habana para crear el monumento que se encuentra en parque de Pogolotti, y que llevó las imágenes de aquellos que en 1900 comenzaron los estudios de la fiebre amarilla en "Camp Lazear". 

Fue pionera en los estudio de la cultura Abakuás, sociedad secreta que mantenía todo bajo secreto y menos con una mujer. Sin embargo ella sí pudo y en 1954 lanzó “El Monte”, uno de sus libros más famosos que fue considerado una obra maestra en esos temas.

Lidya rescató leyendas, creencias, magia y supersticiones de los últimos descendientes de los “negros” esclavos. En 1959 abandonaron Cuba las dos rumbo a España, y luego a los Estados Unidos, y entonces el destructor en jefe se vengó demoliendo la Quinta, y fabricando allí el citado centro deportivo.

ALICIA

La otra, aunque algo distinta pero gran personalidad igual, fue la prima ballerina absoluta Alicia Alonso. Alicia nació muy cerca de allí el 21 de diciembre de 1920; y aunque la arquitectura original de su vivienda natal no se conserva, la misma esta ubicada en la calle 90 nº 3702, esquina a 37, ó sea, al fondo del asilo San Rafael.

Sus padres eran españoles, Don Antonio Martínez de la Maza Arredondo y Doña Ernestina del Hoyo y Lugo, que habían contraído matrimonio el 12 de enero de 1914 y tuvieron cinco hijos, de los cuales Alicia Ernestina de la Caridad, su nombre de pila, era la menor.

Quinta Durañona 118 y 51

Su conversión a cristiana se hizo en la Iglesia Parroquial del Santo Ángel Custodio de La Habana, mismo lugar donde también fueron bautizados el Padre Félix Varela y José Martí; y un entorno en el cual se desarrolla gran parte de la trama de de la novela de Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés o La Loma del Ángel.

Le decían la Hunga, pues sus rasgos parecían los de una gitana húngara. Fue en Andalucía, España, donde recibió sus primeras clases de ballet, y luego en Jerez de la Frontera y en Sevilla aprendió sevillanas, malagueñas, jotas y a tocar las castañuelas. Otra cosa es que con los años y la llegada de Fidel Castro al poder, se haya dedicado a través de su arte, a propagandear esa dictadura a cambio de favores.

Como bien dijo la crítica de arte habanera Isis Wirth, lo de Alicia era y cito: "aleteos de mariposa sobre las tablas, pero truenos tras el telón. Aplicaba las reglas de un régimen totalitario y no permitía que nadie tuviera demasiado éxito. Si algún bailarín empieza a despuntar o a gustar mucho al público, enseguida le arrincona y le negaba los grandes papeles".

Por eso fue que, - según agrega esta crítica - con los años se le escaparon 180 bailarines al extranjero. Y estamos hablando del 2013 cuando lo dijo, de manera que no sabría decirle cuantos han sido hasta ahora. Lo contrario de Lidya, a la que el tirano no pudo doblegar jamás y por eso fue que desató toda su furia contra aquella reliquia del pasado. Hace muy poco un amigo que pasó por allí, - me refiero a las proximidades de la casa natal de Alicia - me contó que aquello se había convertido en gigantesco basurero.

¿Será el karma?, parece que sí.

Es que otro inmundo y pestilente igual rodea actualmente el centro de arte "prodanza" de la calle 118, entre 51 y 59, la antigua "Quinta Durañona", que fue edificada por José Morales de los Ríos y Septién en 1860 en los terrenos que le compró al marqués de Aguas Claras, Don Ignacio Vildosola. Allí su no menos poderosa hija, Laura Alonso - amparada por Fidel Castro por supuesto - convirtió en su cuartel general.

La historia por arribita cuenta que fue propiedad de Doña Antonia de Otamendi y Durañona, y luego pasó a manos del propietario del central Toledo y del Tejar, el señor Don Francisco Marcial y Durañona. Como si fuera poco, el tercer presidente de Cuba, general Mario García Menocal y Deop, instaló allí, en 1913, el Palacio Presidencial de verano a petición de su esposa Doña Mariana Seba.

Otra vista de la Quinta San José.
Foto: Universidad de Miami

Allí radicaron también la academia de artes manuales "Claude Dumas" y luego, en 1943, la escuela normal de maestros. Inclusive, le digo más, mi padre me contó una vez que cuando la guerra en una fabrica de caramelos había, se separaba el sirope para mandárselo a los soldados al frente de batalla. Y es que en Marianao hay mucho, pero mucho más que resaltar y que lo prestigió como a pocos lugares en Cuba.

Su famoso slogan: "Ciudad que progresa" del alcalde bautense Francisco Orúe, no era mera propaganda. Allí radicaba el estado mayor del ejercito cubano, en Columbia, y presumía de tener los barrios más de toda Cuba, como los residenciales de Miramar, Biltmore, Alturas de Miramar, La Sierra, Náutico, Country Club, Almendares, Kolhy, Nicanor del Campo, San Martín, Alturas de Belén, Almendares y Buenavista en sus principios.

Contó con el único hipódromo de Cuba y segundo en importancia en el mundo, "El Oriental Park", y el único canódromo de Cuba también, El Havana Greyhound Kennel Club. En sus playas se edificaron los más prestigioso clubes como el Miramar Yatch Club, el Habana Yatch Club, El Country Club, Miramar Yatch Club, El Club Náutico, rodeados de esplendorosas avenidas que no las tenía ni la Habana, ni incluso el Vedado. Hombre por dios.

Por eso es que todo Marianense que se respete, debería rebelarse contra esa narrativa populista que le han endiñado. Marianao no siempre fue ese lugar inmundo en que la chusmería, la suciedad y la violencia se apoderó de el. Incluso, hasta sus impenetrables y modestos plantes de ñáñigos cuentan una bella historia repleta de deportaciones, patriotismo y valentía, y en uno de esos barrios nació el más grande boxeador que ha dado este país. 

Por Jorge García
Maldita Hemeroteca 

SECCION