domingo, 1 de septiembre de 2024


RESUMEN DE LAS HERIDAS RECIBDAS EN COMBATE Y EN UN ATENTADO POR EL LUGAR TENIENTE GENERAL ANTONIO MACEO GRAJALES

Lugar de la herida Acción combativa

1/16 / 2 /1869
En el muslo izquierdo
Combate de Michoacán

2/20 / 5 /1869
En el muslo derecho
Ataque y asalto a Ingenio Armonía

3/ 2 / 7 /1870
Región costado derecho
Combate de Majaguabo Arriba

4/25 / 7 /1870
Costado izquierdo del vientre
Ataque a San Rafael de Nuevitas

5/2 / 10 /1870
En el hipocondrio izquierdo
Combate de Majaguabo Arriba

6/12 / 12 /1870
En el vientre Ataque al campamento Nuevo
Mundo

7/16 / 1 /1872
En el pecho Combate en La Matilde

8/16 / 1 /1872
En el pecho Combate en La Matilde

9/24 / 1 /1872
brazo derecho
Ataque y toma de Tiguabos

10/ 2 / 11 /1872
brazo izquierdo
Combate en el Ingenio Santa Fe

11/ 15 / 3 /1874
En el hombro derecho
Batalla de Las Guásimas

12/ 6 / 8 /1877
En el pecho
Combate de Mangos de Mejías

13/ 6 / 8 /1877
En el pecho
Combate de Mangos de Mejías

14/6 / 8 /1877
En el pecho
Combate de Mangos de Mejías

15/6 / 8 /1877
En el pecho
Combate de Mangos de Mejías

16/6 / 8 /1877
En el pecho
Combate de Mangos de Mejías

17/6 / 8 /1877
En la mano derecha
Combate de Mangos de Mejías

18/6 / 8 /1877
En la mano derecha
Combate de Mangos de Mejías

19/6 / 8 /1877
En la mano derecha
Combate de Mangos de Mejías

20/4 / 2 / 1878
En el brazo derecho
Combate de la Llanada de Juan
Criollo

21/9 / 2 /1878
En el costado derecho
Combate de Vereda La Juba

22/ 10/ 11 /1894
En el vientre
Atentado con cuchillo en San José de Costa Rica

23/ 7 / 2 /1896
En la pierna derecha
Combate de Río Hondo

24/23 / 6 /1896
En la pierna izquierda, encima del tobillo
Combate en Loma de Tapia

25/7 / 12 /1896
Maxilar superior (Herida Mortal)
Combate de San Pedro y 26/ Segunda herida en el Hipocondrio derecho 

Solo en uno de sus tantos combates –Mangos de Mejías- recibió Maceo ocho impactos de bala. Cinco le perforaron el pecho. Otros tres le alcanzaron la mano derecha, la del revólver y el machete. Sobre este hecho Gómez anotó angustiosamente en su Diario de Campaña:

“Acontecimiento es éste que me pone en situación más apurada, pues no hay un jefe idóneo a quien pueda encargar el del destino que deja Maceo; mientras tanto los españoles activan las operaciones».

Atento a los pronósticos, no dudó en escribirle al médico: «Dile a mi amigo Maceo que me diga todo lo que quiera que haga por él, que ¡ojalá! un poco de mi sangre pudiera servirle de bálsamo prodigioso!”.

Alrededor de los sucesos ocurridos este fatal día se han vertido alrededor de 47 versiones, diversas y disímiles, que lejos de aclarar los acontecimientos, han nublado la realidad de lo allí ocurrido. Estas versiones discrepan en algunos aspectos medulares como:

1. La causa que motivó la salida tempestuosa de Maceo de Pinar de Río.
2. El por qué se escogió el sitio de San Pedro para levantar el campamento mambí.
3. El lugar en donde se encontraba Panchito Gómez Toro en el momento de efectuado el combate.
4. Quienes estaban alrededor de Maceo cuando cae y cuanto tiempo estuvieron a su lado.
5. Quién dirigió el rescate de los cuerpos de Maceo y Panchito.

Las ideas a veces no son claras y muchos detalles pasan inadvertidos. Los soldados ven un mismo hecho desde diferentes perspectivas, pese a ocurrir de una sola forma. El profesor Álvarez Pitaluga afirma:

“Mientras el mito crece, la gente quiere robarse el protagonismo del deceso del Titán y acompañarlo a la eternidad. Maceo tenía una gran repercusión en el ejército. el Coronel Rafael Cerviño, que en un relato publicado en Bohemia en 1948 señala:

"El doctor Zertucha y Panchito Gómez Toro al ver caer al General, se desmontaron de sus caballos, acercándose para auxiliarle. Trataron de levantarlo y montarlo en un caballo para sacarlo de allí, pero parece que no pudieron".

Y agrega: "Muerto el General Maceo y heridos todos los jefes y oficiales que se habían quedado a su lado en el combate, con la excepción del doctor Zertucha que desapareció, cada uno trató de retirarse como pudo para evitar ser macheteado.

También existieron otros oficiales mambises, como los coroneles Manuel Piedra Martel, Orestes Ferrara Marino y el hijo del Generalísimo, Urbano Gómez Toro, que desecharon la posibilidad del asesinato del Héroe de Baraguá a manos de su ayudante. El general José María (Mayía) Rodríguez en una ocasión dijo sobre Zertucha: “Su puesto está al lado de los hombres probos y buenos cubanos”.



La vida es como es, un ciclo. En una carta escrita por Carlos Manuel de Céspedes a su segunda esposa Ana María de Quesada y Loinaz que data de junio de 1871, hay un fragmento que en nuestro juicio tiene singular significado.

Más allá del sentido romántico o de añoranza, Céspedes le narra el paisaje aterrador que encontró en San Diego del Chorrillo luego de que un incendio acabara con ese pueblo en Najasa, donde ellos habían contraído nupcias y habían sido muy felices.

"Aquel sitio antes tan pintoresco y animado, hoy es un solitario desierto", escribió el entonces presidente de Cuba en armas. Menuda experiencia debió haber vivido. Seguramente la misma que vivieron todas aquellas personas en Guáimaro o en Bayamo, a los que él mismo, o su gente, les quemó dos años antes.

Aquí el fragmento: 

Cuando estuve acampado en el Asiento, pensé mucho en ir a San Diego a bañarme, y no me resolví a dar el viaje porque me parecía que iba a pasar un mal rato viendo incendiados los edificios en que habitamos y en que supiste disiparme tantas tristezas con tus consuelos y caricias. 

Al fin me determiné a ir, venciendo mi repugnancia que efectivamente resultó bien fundada. Aquel sitio antes tan pintoresco y animado, hoy es un solitario desierto. Las casas fueron consumidas por el fuego: las aves han desaparecido o están mudas: el arroyuelo se ha secado y no deja oír su murmullo, ni el majestuoso ruido de la cascada: 

Los árboles están deshojados; los senderos obstruidos: en todo se echa de ver la falta de la mano amiga del hombre y parece que la misma naturaleza se resiente de la ausencia de los antiguos moradores de aquel paraíso, donde la hospitalidad era tan franca, y donde tú, mi adorada Anita, me abriste los tesoros de tu alma.”

Céspedes se había casado previamente con su prima hermana en 1839, María del Carmen Céspedes y de ese matrimonio nacieron tres hijos, María del Carmen, Carlos Manuel y Óscar.

Fuentes: Cartas de Carlos Manuel de Céspedes a su esposa Ana de Quesada y con fecha 23 de junio de 1871 Esta misiva fue interceptada por los Españoles que buscaban afanosamente descubrir donde se escondía. Fuente: Cartas de Carlos Manuel de Céspedes a su esposa Ana de Quesada.


PATRIMONIO DE FRANCISCO VICENTE AGUILERA 

Francisco Aguilera. Patrimonio y herencia dejada a su familia. Observe todo el dinero que dejó; y sin embargo murió pobre y enfermo en la ciudad de New York en 1877.

Al arribar al mes de mayo de 1877, en el inventario realizado al patrimonio heredado de la familia Aguilera este ascendía a 2 629 905 escudos y se componía, según el tipo de propiedad y el valor de estas en escudos, como aquí se detalla:

• Fincas urbanas en Bayamo: 160 000
• Semovientes en Bayamo: 53 000
• Propiedades rústicas en las jurisdicciones de Bayamo, Tunas y Jiguaní, y haciendas reducidas a sitios: 1 417 594
• Fincas urbanas en Manzanillo: 93 400
• Semovientes en Manzanillo: 45 779
• Fincas rústicas en Manzanillo: 925 132
• Total general activo: 2 694 905 escudos

El monto total activo era de 2 168 054 escudos oro.


Suma el cuerpo general de bienes cincuenta y cuatro mil pesos……54.000, cuya cantidad repartida entre los herederos corresponde á: 

• Doña Juana Aguilera y Kindelán, la suma de seis mil pesos……6.000 • Don Antonio Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Doña Ana Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Don Juan Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Doña Magdalena Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Doña María Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Don Pedro Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Don Eugenio Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
• Don Juan, Don Fernando y Don Sebastián Kindelán y Aguilera en representación de su madre Doña Caridad Aguilera y Kindelán, ídem……6.000
Suma: - 54.000

Haberes de Doña Juana Aguilera y Kindelán.

Por cuota hereditaria hereda la suma de seis mil pesos... 6.000. Total: -6.000 -Adjudicación y pago

Se le adjudica: 

Primero:

-Las cuarenta caballerías de tierra pro indiviso en la posesión “Marcos Sánchez” con sus hijuelos “La Lima” y “San Fernando”, cuya descripción se ha hecho en el número decimo tercero del cuerpo general de bienes; valorado en cuatro mil cuatro cientos pesos……4.400

Segundo:

-El cafetal demolido “Tabueque”, cuya descripción se ha hecho en el número duodécimo del cuerpo general de bienes y valorado en mil seiscientos pesos……1.600 Total: 6.000.

-Ídem Don Antonio Aguilera, ídem……6.000 Ymporta lo adjudicado a Doña Ana Aguilera y Kindelán, seis mil pesos……6.000
-Ídem Don Juan Aguilera, ídem……6.000
-Ídem Doña Magdalena Aguilera, ídem……6.000
-Ídem Doña María Aguilera, ídem……6.000
-Ídem Don Pedro Aguilera, ídem……6.000
-Ídem Don Eugenio Aguilera, ídem……6.000
-Ídem Don Juan, Don Fernando y Don Sebastián Kindelán y Aguilera en representación de su madre Doña Caridad Aguilera, ídem……6.000
-Suma lo adjudicado y pagado……54.000

Y siendo el caudal repartible la misma cantidad, resulta bien hecha la operación divisoria.

Extracto de la Herencia según fuente deLic. Antonio Bravo Correoso. [Archivo Histórico de Santiago de Cuba, Fondo Protocolos Notariales, Escribano Antonio Bravo Correoso, t. XV, f. 7705-7721]


GENERALES CUBANOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA SIGLO XIX


Generalísimo Máximo Gómez, jefe supremo de la insurgencia cubana

EJERCITO LIBERTADOR CUBANO
Mayores Generales 

  • José María Aguirre Valdes (Postumamente)
  • Pedro E. Betancourt Dávalos 
  • Francisco Borrero Lavadi 113 
  • José Manuel Capote Sosa 101 
  • Francisco Carrillo Morales 83 
  • Agustín Cebreco Sánchez 97 
  • Salvador Cisneros Betancourt 67 
  • Francisco A. Crombet Tejera 111 
  • Pedro Díaz Molina 93 
  • Calixto García Iñíguez 57 
  • Mario García Menocal-Deop 87 
  • José Miguel Gómez 105 
  • Máximo Gómez Báez 49 
  • Salvador Hernández Ríos 99 
  • Antonio Maceo Grajales 53 
  • José Maceo Grajales 75 
  • José Martí Pérez 61 
  • Bartolomé Masó Márquez 69 
  • José Mayía Rodríguez 71 
  • Guillermo Moncada 65 
  • Pedro Agustín Pérez 95 
  • Juan Rius Rivera 91 
  • Carlos Roloff Mialosky 73 
  • Jesús Sablón Moreno 77 
  • Serafín Sánchez Valdivia 81 
  • Julio Sanguily y Garrite 115 
  • Manuel Suárez Delgado 79 
  • Francisco Varona González 103 

Generales de División - 33 

  • José B. Alemán Urquía 
  • Quintín Banderas Betancourt  
  • Rafael Cárdenas (de) Benítez 
  • Demetrio Castillo Duany 
  • José R. Castillo Zúñiga 
  • Juan Eligio Ducasse Reeve 
  • Francisco Estrada Estrada 
  • Luis Feria Garayalde 
  • Juan Fernández Ruz  
  • Eduardo García Vigoa 
  • José González Planas 
  • José Lacret Morlot  
  • Francisco Leyte Vidal-Inarra 
  • Saturnino Lora Torres  
  • Juan Lorente Rosa 
  • José Miró Argenter 
  • José de J. Monteagudo Consuegra 
  • Alberto Nodarse Bacallao 
  • Emilio Núñez Rodríguez 
  • Rafael Portuondo Tamayo 
  • Maximiliano Ramos González 
  • Lope Recio Loynáz  
  • Rafael Rodríguez Agüero  
  • Alejandro Rodríguez Velasco 
  • Carlos M. Rojas (de) Cruzat 
  • Avelino Rosas Córdova 
  • Florencio Salcedo Torres 
  • Francisco Sánchez Hechavarría 
  • Mariano Torres Mora  
  • Antonio Varona Miranda 
  • Pedro Vázquez Hidalgo 
  • Javier Vega Basulto
  • Matias Vega Alemán 

Generales de Brigada / Demás Oficiales

  • Guillermo Acevedo Villamil 
  • Carlos Aguero García 
  • Manuel F. Alfonso Seijas 
  • Juan R. Benítez Domínguez 
  • Roberto Bermudez López 
  • Luis Bonne Bonne 
  • Bernabé Boza Sánchez 
  • Juan Bravo Pérez  
  • Bernardo Camacho Olazagasti 
  • Adolfo Castillo (del) Sánchez  
  • Joaquín Castillo Duani 
  • Joaquín Castillo López 
  • Juan Pablo Cebreco Sánchez 
  • Enrique Collazo Tejada  
  • Tomás Collazo Tejada  
  • Clemente Dantín Felix 
  • Pedro Delgado Carache 
  • Carlos Dubois Castillo 
  • Vidal Ducasse Reeve 
  • Fernando Espinoza Socarrás 
  • Higinio Esquerra Rodríguez 
  • José Fernández de Castro  
  • Fernando Freyre de Andrade 
  • Calixto García Enamorado 
  • Carlos García Vélez 
  • Dionisio Gil Rosa  
  • Daniel Gispert García 
  • José Gómez Cardoso 
  • Clemente Gómez Díaz 
  • Carlos González Clavell 
  • Alfonso Goulet Goulet 
  • Angel Guerra Porro
  • Eusebio Hernández Pérez 
  • Jacinto Hernández Vargas 
  • Federico Inchaustegui Cabrera
  • Enrique Junco (del)-Cruz Muñoz 
  • Mariano Lora Torres 
  • Enrique Loynáz del Castillo  
  • Gerardo Machado Morales 
  • Remigio Marrero Alvarez  
  • Prudencio Martínez Hechavarría 
  • Domingo Méndez Capote  
  • Federico Mendizabal Alemán 
  • Vicente Miniet Ginarte  
  • Eugenio Molinet Amorós  
  • Rafael Montalvo Morales  
  • Juan Monzón-López Arcos  
  • Tomás Padro-Sánchez Griñan 
  • Adolfo Peña Rodríguez 
  • Francisco Peraza Delgado
  • Francisco Pérez Garóz 
  • Lino Pérez Muñoz 
  • Joaquín Planas Ulloa 
  • Vicente Pujal Puente 
  • Víctor Ramos Hernández 
  • Alfredo Rego Alfonso 
  • José Reyes Arencibia 
  • Armando J. Riva Hernández 
  • José Luis Robau López 
  • Hugo Roberts Fernández 
  • Alberto Rodríguez Acosta 
  • Manuel Rodríguez Fuentes 
  • Cornelio Rojas Hurtado
  • Pedro Saenz Yañez 
  • Tomás Salazar Feria  
  • Armando Sánchez Agramonte 
  • Eugenio Sánchez Agramonte
  • Silverio Sánchez Figueras
  • Mariano Sánchez Vaillant 
  • José J. Sánchez Valdivia 
  • Julián Santana Santana 
  • Ricardo Sartoríos Leal 
  • Esteban Tamayo Tamayo 
  • Martín Torres González 
  • Porfirio Valiente Delmonte 
  • Francisco de Paula Valiente Portuondo
  • Pedro Vargas Sotomayor 
  • Higinio Vázquez Martínez 
  • Juan Veloso Cardoso 
  • Juan Bruno Zayas Alfonso
 
NOTAS 

Según el investigador Roberto Dominguez Lima, de Las Palmas, Gran Canaria, este General se nombró Jacinto Hernández Valle, y era natural de Las Palmas.



SUPUESTA CARTA ESCRITA POR MIGUEL ANGEL QUEVEDO, DUEÑO DE LA REVISTA BOHEMIA 

Sr. Ernesto Montaner Miami, Florida Caracas, 12 de agosto de 1969 Querido Ernesto: 

Cuando recibas esta carta ya te habrás enterado por la radio de la noticia de mi muerte. Ya me habré suicidado — ¡al fin! — sin que nadie pudiera impedírmelo, como me lo impidieron tú y Agustín Alles el 21 de enero de 1965. 

Sé que después de muerto llevarán sobre mi tumba montañas de inculpaciones. Que querrán presentarme como «el único culpable» de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad; lo que sí niego es que fuera «el único culpable». Culpables fuimos todos, en mayor o menor grado de responsabilidad. Culpables fuimos todos. 

Los periodistas que llenaban mi mesa de artículos demoledores, arremetiendo contra todos los gobernantes. Buscadores de aplausos que, por satisfacer el morbo infecundo y brutal de la multitud, por sentirse halagados por la aprobación de la plebe, vestían el odioso uniforme que no se quitaban nunca. 

No importa quien fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviese realizando a favor de Cuba. Había que atacarlos, y había que destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía a gritos sus cabezas en la plaza pública. 

El pueblo también fue culpable. El pueblo que quería a Guiteras. El pueblo que quería a Chibás. El pueblo que aplaudía a Pardo Llada. El pueblo que compraba Bohemia, porque Bohemia era vocero de ese pueblo. El pueblo que acompañó a Fidel desde Oriente hasta el campamento de Columbia. 

Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos o por malvados, somos culpables de que llegara al poder. 

Los periodistas que conociendo la hoja de Fidel, su participación en el Bogotazo Comunista, el asesinato de Manolo Castro y su conducta gansteril en la Universidad de la Habana, pedíamos una amnistía para él y sus cómplices en el asalto al Cuartel Moncada, cuando se encontraba en prisión. 

 Fue culpable el Congreso que aprobó la Ley de Amnistía (la cual sacó a Castro de la prisión tras el ataque al Cuartel Moncada). Los comentaristas de radio y televisión que la colmaron de elogios. Y la chusma que la aplaudió delirantemente en las graderías del Congreso de la República. 

Bohemia no era más que un eco de la calle. Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió a Bohemia cuando inventó «los veinte mil muertos». Invención diabólica del dipsómano Enriquito de la Osa, que sabía que Bohemia era un eco de la calle, pero que también la calle se hacía eco de lo que publicaba Bohemia. 

 Fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel para que derribara al régimen. Los miles de traidores que se vendieron al barbudo criminal. Y los que se ocuparon más del contrabando y del robo que de las acciones de la Sierra Maestra. 

Fueron culpables los curas de sotanas rojas que mandaban a los jóvenes para la Sierra a servir a Castro y sus guerrilleros. Y el clero, oficialmente, que respaldaba a la revolución comunista con aquellas pastorales encendidas, conminando al Gobierno a entregar el poder. 

Fue culpable Estados Unidos de América, que incautó las armas destinadas a las fuerzas armadas de Cuba en su lucha contra los guerrilleros. Y fue culpable el State Department, que respaldó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba. 

Fueron culpables el Gobierno y su oposición, cuando el diálogo cívico, por no ceder y llegar a un acuerdo decoroso, pacífico y patriótico. Los infiltrados por Fidel en aquella gestión para sabotearla y hacerla fracasar como lo hicieron. Fueron culpables los políticos abstencionistas, que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas. 

Y los periódicos que como Bohemia, les hicieron el juego a los abstencionistas, negándose a publicar nada relacionado con aquellas elecciones. Todos fuimos culpables. Todos. Por acción u omisión. Viejos y jóvenes. Ricos y pobres. Blancos y negros. Honrados y ladrones. Virtuosos y pecadores. Claro, que nos faltaba por aprender la lección increíble y amarga: que los más «virtuosos» y los más «honrados» eran los pobres. 

Muero asqueado. Solo. Proscrito. Desterrado. Y traicionado y abandonado por amigos a quienes brindé generosamente mi apoyo moral y económico en días muy difíciles. Como Rómulo Betancourt, Figueres, Muñoz Marín. 

Los titanes de esa «Izquierda Democrática» que tan poco tiene de «democrática» y tanto de «izquierda». Todos deshumanizados y fríos me abandonaron en la caída. Cuando se convencieron de que yo era anticomunista, me demostraron que ellos eran anti quevedistas. Son los presuntos fundadores del Tercer Mundo. El mundo de Mao Tse Tung. 

Ojalá mi muerte sea fecunda. Y obligue a la meditación. Para que los que puedan aprendan la lección. Y los periódicos y los periodistas no vuelvan a decir jamás lo que las turbas incultas y desenfrenadas quieran que ellos digan. Para que la prensa no sea más un eco de la calle, sino un faro de orientación para esa propia calle. Para que los millonarios no den más sus dineros a quienes después los despojan de todo. 

Para que los anunciantes no llenen de poderío con sus anuncios a publicaciones tendenciosas, sembradoras de odio y de infamia, capaces de destruir hasta la integridad física y moral de una nación, o de un destierro. Y para que el pueblo recapacite y repudie esos voceros de odio, cuyas frutas hemos visto que no podían ser más amargas. 

Fuimos un pueblo cegado por el odio. Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes. Nos olvidamos de Núñez de Arce cuando dijo: Cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios su tirano. Adiós. Éste es mi último adiós. Y dile a todos mis compatriotas que yo perdono con los brazos en cruz sobre mi pecho, para que me perdonen todo el mal que he hecho. 

Miguel Ángel Quevedo

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