La gallega Emelina Miranda Casais, de Ribadeo, marchó a Cuba con la intención de estudiar. Había nacido en una familia acomodada de Vilameá en A Pontenova, en Galicia, y dos de sus tías de muy buena posición en La Habana, se la llevaron para educarla en el prestigioso Colegio de las Ursulinas en Miramar, fundado en el lejano 1804.
Por su parte, Ramiro Fernández Ledo era otro gallego que llegó a la isla en 1910. En su caso procedente de San Fiz de Asma, parroquia de Chantada, también en la tierras de las Meigas*, y en la isla se hizo mecánico mientras compaginaba su oficio con el de chófer del autobús de ese mismo colegio donde se conocieron.
Ninguna familia emigrante tuvo tanto poder en Cuba como la que formó este matrimonio de Emelina y Ramiro, todo gracias a que una de sus tres hijas, la joven Marta, además de Cecilia, Lilia y un varón de nombre Roberto, formaron un clan alrededor del dictador Fulgencio Batista y Saldívar que los llevó a la cima económica y social cubana del momento.
Todo comenzó el día en que el coche de Batista atropelló a la joven Marta, de solo 22 años, cuando montaba en bicicleta por una calle del Vedado. Luego del atropello, Batista se hizo cargo de los gastos de hospital de la muchacha, además la visitaba todos los días. El amor prendió en el presidente de tal manera, que dejó a su hasta entonces esposa Elisa Godínez con la que llevaba casado veinte años y tenía tres hijos. Y a pesar de que Batista le doblaba la edad a la chica, no dudó en casarse con ella en 1945.
Marta figuró en el Guiness World of Records en 1962 como una de las mujeres más ricas del mundo.
Fue mecenas de las artes cubanas, decisiva para construir la Galería Nacional y sólido apoyo de sus políticas desde la dirección de la Organización Nacional de Dispensarios Infantiles (ONDI) y la de Rehabilitación de Inválidos (ORDI) que construyeron hospitales por el país.
Según Guillermo Jiménez, autor de una enciclopedia económica de Cuba, Marta fue propietaria del Banco de Fomento Comercial al 50% con el testaferro de Batista, Pérez Benitoa. Controlaba, con López Vilaboy, el 80% del Banco Hispano Cubano. Y era la mayor accionista de Agrícola Defensa, una azucarera de Las Villas que empleaba a 2.835 personas y que tenía 10 caballerías de tierras propias sembradas de caña de azúcar, produciendo 18 millones de arrobas de caña al año.
El matrimonio de Marta con Batista cambió la suerte de su familia, que se entregó con fervor a la causa del cubano. Y eso que el padre de Marta, Don Ramiro, regresó a España en 1937 para defender la República, cuando su hermano Ramón fue detenido e inhabilitado por los franquistas. Al llegar, él mismo fue encarcelado dos meses en una cárcel de Lugo, antes de que le obligaran regresar a Cuba.
Cuando Batista dio el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952, la casa de Emelina sirvió para recluir a los detenidos. Y el propio Ramiro se quedó en la fina de Kuquine con un pelotón de guardias para defender la familia y los bienes, en caso de que sucediera algún problema. Aquel golpe se convirtió en una dictablanda que aunque violó preceptos democráticos de la constitución, solo en determinados puntos pero no en todos. Además, se llevó sin el más mínimo signo de violencia.
En su papel de primera dama, Marta realizó obras sociales y complementó la labor política de su marido con un estilo muy próximo y sensible, que hizo que fuese llamada, al estilo Eva Perón, "Marta del Pueblo". En el plano personal, la bella joven participó en varias sociedades mercantiles y empresas que la llevaron a ser una mujer muy rica para a fines de los años 50.
Fue mecenas de las artes cubanas, decisiva para construir la Galería Nacional y sólido apoyo de sus políticas desde la dirección de la Organización Nacional de Dispensarios Infantiles (ONDI) y la de Rehabilitación de Inválidos (ORDI) que construyeron hospitales por el país.
Marta era una mujer generosa y hasta sus enemigos políticos califican de positivas algunas de sus iniciativas de asistencia social y humanitaria en favor de los más necesitados como los hospitales infantiles y para inválidos de La Habana y Bayamo, o los comedores populares que promovió. Su religiosidad y su amor por Batista la llevaron a erigir el majestuoso Cristo de La Habana que, desde la cima de la Loma de la Cabaña.
Fue una promesa que hizo, en virtud de que su marido hubiera salido vivo de un ataque al Palacio Presidencial que tuvo lugar el 13 de marzo de 1957, llevado a cabo por fuerzas del Directorio Revolucionario "13 de marzo" que llevaban la misión de eliminar a Batista. Tambien atacaron la emisora Radio Reloj para anunciar la fallida muerte, e intentar levantar al pueblo. No lo lograron.
Por la escultura Marta pagó 200 mil pesos a la joven escultora de Pinar del Rio, Gilma Madera, que la esculpió en mármol de Carrara con una mano en el pecho y la otra en alto en actitud de bendecir. Ese Cristo mide 20 metros de alto, se ubica en una loma a 50 metros sobre el nivel del mar y pesa 320 toneladas. Marta la inauguró el 25 de diciembre de 1958, pero solo la pudo disfrutar seis días antes de verse obligada a huir de Cuba.
En octubre de 1957, el Concello de Ribadeo, presidido por Pancho Maseda, nombró a Marta como "Hija Adoptiva" por ser su madre «natural de este antiguo Condado» y por «sus atenciones y caridades con los hijos de esta Comarca residentes en Cuba». No fue este el único homenaje a la familia en la madre patria.
Por otro lado sus hermanos se mantuvieron a la sombra de Batista igualmente. Roberto fue nombrado Ministro de Deportes y jefe de la escolta personal de su cuñado. Fue dueño de hoteles y restaurantes, socio de Codeco, la constructora que ejecutaba obras del gobierno y además accionista de clubes, sociedades y casinos.
Su hermana Cecilia se casó con Rafael Saladrigas Hevia, hijo de Carlos Saladrigas Zayas, ex primer ministro constitucional y Ministro en la Dictadura. Rafael era ingeniero y Batista lo nombró Secretario de Obras Públicas. Su otra hermana, Lilia, se casó con Carlos Salas Humara, el entonces Ministro de Sanidad en 1957. Como para no recibirlo con todos los honores en la comarca gallega.
Homenajes en España
En ese viaje dejó en el cementerio de Chantada una placa con esta leyenda: «Vine a España en busca de tus raíces y las he hallado en tu tumba, abuelo».
En julio de 1953 Emelina, la madre de Marta, fue homenajeada por el Centro Gallego de Madrid con una cena en el Hotel Ritz, a la que asistieron el entonces joven político Manuel Fraga Iribarne; el presidente de la Diputación de A Coruña, que con los años fuera ministro de turismo en la dictadura de Franco, y luego presidente de la xunta de Galicia con el PP en la democracia, además Diego Delicado; el alcalde de Betanzos, así como Tomás Dapena; Lobo Montero y demás personalidades.
Los Fernández Miranda mantuvieron estrechos vínculos y contactos con Galicia. Visitaron Ribadeo y Chantada y mantenían una casa en A Coruña. Emelina murió en Madrid en 1968, Batista en Marbella en 1973 y Marta, que tras la muerte de su marido se había trasladado a West Palm Beach, en la Florida, murió el siete de octubre del 2006. Sus restos fueron trasladados a la misma sepultura de su marido y su joven hijo en el Cementerio Sacramental de San Isidro, en Madrid.
Maldita Hemeroteca
Fuente: Notas y Artículos de la prensa Española.
Nota: Meigas: Las meigas eran mujeres que en Galicia fueron protagonistas de leyendas y cuentos fantásticos. Según la creencia popular, eran conocedoras de antiguas artes un tanto oscuras para la época y que desafiaban las normas establecidas por el patriarcado, por lo que sufrieron una tenaz persecución al ser consideradas brujas.

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