Poblado de Guisa. Probablemente muchos de sus actuales habitantes ignoren que allí, en el siglo XIX, los cubanos combatieron en contra del ejercito libertador. |
Las guerras son eso, guerras, y resulta inevitable que sucedan cosas horribles de las que luego no comprendemos y peor aún, nos resistimos a creer. Es el resultado de una machacona narrativa muy lejos de la realidad, pues aunque las guerras de independencia han sido ejemplo de abnegación y sacrificio, también ocurrieron cosas de las que no nos sentiríamos muy orgullosos que digamos.
No hay más que echarle un vistazo a algunas cartas escritas entre ellos, y el lector podrá llevarse una idea de que la Cuba que imaginaban algunos de estos patriotas no era ni remotamente parecida, a la que aparece en los libros de historia o nos explicaron en las escuelas. Pondremos un ejemplo muy sencillo.
¿Ha escuchado usted hablar de la señora María Dominga Trinidad Moncada, madre de Guillermón Moncada, o de la bayamesa Rosa María Castellanos, Mercedes Sirven, Marta Abreu, Isabel Rubio o Emilia Casonova?. Ellas también fueron grandes patriotas, incluso aportaron más a la causa que las mismas de siempre, dígase Mariana Grajales, su nuera Cabrales o Bernarda Toro, por citar tres ejemplo.
Pero entrando en materia, la guerra y sus consecuencias, veamos esta pequeña reseña de lo que fue una de las victorias más sonadas del ejercito libertador Cubano durante el ultimo alzamiento de 1895 organizado por José Martí, por cierto ascendido ya a mayor general sin haber disparado ni un tiro en su condición de futuro presidente de Cuba, comandado por el generalísimo en jefe del ejercito Máximo Gómez.
El 28 de agosto de 1897, más de 1700 mambises a las órdenes del Mayor General Calixto García Íñiguez y apoyados por tres piezas de artillería, pusieron sitio a la importante ciudad fortificada de Victoria de las Tunas, en la provincia de Oriente. El Sistema defensivo de la ciudad contaba con tres fuertes de sólida construcción con aspilleras, alambres de púas o concertinas y otras defensas complementarias, como los fuertes números 10 y 11, Bailen, Victoria y Aragón, sumados a las posiciones fortificadas de la iglesia y el hospital de la ciudad que hacían un total de 600 soldados de línea y 200 voluntarios asistidos por dos piezas de artillería Krupp.
Las tropas cubanas concentradas por órdenes del Mayor General Calixto García en el campamento Curana, a 6 km de Tunas, incluía batallones mambises desde la trocha de Júcaro a Morón hasta Baracoa. Presentes estaban los jinetes de la caballería de Camagüey y la curtida infantería de Guantánamo, Santiago de Cuba, Bayamo, Jiguaní, Manzanillo, Holguín, Baracoa.
También la brigada de las Tunas, apoyada por una batería de 3 cañones al mando del Teniente Coronel norteamericano Frederick Funston, que posteriormente alcanzara el grado de Brigadier General del Ejército de su país. La artillería cubana fue emplazada en la "Loma del Cura".
Al amanecer del día 28 de Agosto, los batallones cubanos estaban listos y esperaban la orden para atacar las defensas de la ciudad. La artillería mambisa dio inicio al combate, descargando la metralla sobre el importante cuartel de la caballería española. El enemigo respondió concentrando el fuego de sus cañones Krupp en la Loma del Cura.
Al concluir, el general Calixto y sus hombres habían alcanzado la más importante victoria al servicio de la libertad de Cuba, unido a un enorme botín de guerra compuesto por dos cañones Krupps, 1,163 fusiles mausers, los mejores de su época, un millón de tiros y gran cantidad de alimentos y medicinas. Las bajas españolas fueron 161 muertos, 176 heridos y 409 prisioneros, mientras que los mambises tuvieron 29 muertos y 60 heridos.
Sin embargo....
En las famosas crónicas de Aníbal Escalante Beatón, que en 1895 estuvo combatiendo bajo las ordenes del general García Íñiguez como su ayudante personal, nos cuenta con lujo de detalles lo que sucedió en realidad en aquel famoso combate de Victoria de las Tunas. Nadie como este señor para relatar lo que pasó allí ese día.
En sus crónicas, señala los incendios, saqueos y violaciones cometidos por mambises que han sido tergiversados y manipulados por la historiografía patriótica Cubana, y que por otro lado no hay posibilidad ninguna que sea leída por cualquier Cubano de la isla. Escalante describe los encarnizados combates "casa a casa", motivados, entre otras cosas por la resistencia y defensa que hicieron los propios habitantes de Guisa a las tropas rebeldes.
Con la llegada del general Mallorquín Valeriano Weyler, el ejercito Español se empeñó en "cortar por lo sano" cualquier apoyo a las tropas mambisas. Y aunque sabemos que la cruz roja internacional intervino en aquella reconcentración de campesinos y civiles, la muerte por hambre y enfermedades se contó por miles, estimada según el censo, en más de 120 mil.
Aun así la guerra dio y un viraje y se puso en contra de los insurrectos cubanos. Los contundentes éxitos de las fuerzas de Weyler - en número, formación, armamento y disciplina muy superior - marcaban el curso de los acontecimientos en los meses de junio, julio y agosto del 1897. Al respecto, el investigador e hispanista británico Hugh Thomas, un referente histórico obligado, apuntó lo siguiente en su obra "Cuba. La lucha por la libertad":
«... El optimismo español había crecido... A principios de verano el único cabecilla rebelde destacado que quedaba en el oeste de Cuba, Quintín Banderas, se hallaba rodeado. Máximo Gómez, en Santa Clara, no tenía muchos seguidores... y solamente la región de Oriente, fuera de las ciudades, era lo que quedaba a Weyler por someter.
El costo de la guerra en hombres y dinero... y conocido el peligro, siempre latente, de intervención de los EE.UU., era motivo para la incertidumbre, aun teniendo en cuenta los claros éxitos militares españoles en Cuba...»
Ahí está la carta que el presidente de la junta cubana en Nueva York, Don Tomás Estrada Palma, escribiera el 17 de junio al General Calixto García y que Hugh Thomas cita en su libro:
«Comprendo..., le decía, su difícil situación. La verdad es que las fuerzas de Oriente y Camagüey son las únicas que se han movilizado en su totalidad, tanto en esta guerra como en la pasada -de 1868 a 1878-. Recordará Vd. que el general Rolof tuvo la idea de cruzar desde Las Villas hasta Camagüey para armarse y disponer allí un convoy de municiones.
Desde luego, los hombres sin armas no pueden ahora cruzar la trocha... de no ser así esa habría sido la manera racional de incrementar las fuerzas de las Villas... Ahora estoy haciendo una especial petición de fondos a los emigrados.
Tengo poca confianza en el resultado por que, en realidad, aquellos a quienes les ayuda algún valor patriótico tienen unos recursos financieros cada vez más pequeños, y los ricos, con pocas excepciones, son sordos a la voz del deber. Muchos de ellos, sin duda, verían con gusto un nuevo sometimiento de Cuba a España...».
La ley que condenaba a la ejecución inmediata a todo Cubano que ayudara a España, incluso antes de la llegada de Weyler, había causado el mismo sentimiento de rechazo en el pueblo Cubano.
Los desmanes como la destrucción de las fincas en la región de Holguín-Gibara, más el incendio de Velasco en 1896 por las fuerzas de Calixto García, produjeron actos de resistencia civil. Se plantea incluso, que cuando la Reina Regente de España María Cristina de Habsburgo, en nombre de su hijo, Alfonso XIII, le concediera la autonomía a Cuba y Puerto Rico que los insurrectos en Cuba no aceptaron, la mayoría de la población civil reaccionó positivamente.
No mentía el presidente del gobierno autonómico cubano, José María de Gálvez, cuando en abril de 1898 decía en un telegrama al presidente de Estados Unidos, William McKinley, que aunque había cubanos levantados en armas, la mayoría de los habitantes de Cuba aceptaban la autonomía y estaban resueltos a trabajar bajo esa forma de gobierno, con tal de restablecer la paz y la prosperidad del país.
Un artículo con la firma de un corresponsal de guerra y aparecido en el New York Times, con fecha 26 de Febrero de 1894, decía lo siguiente:
"Los cubanos quería la libertad, pero por medios políticos no violentos". Una de las causas por la cual los insurrectos no conseguían el triunfo, fue que nunca lograron aglutinar a los habitantes de la parte occidental de la isla, entre otras cosas por la crueldad y el abuso que utilizaron en esa región contra la población civil.
General dominicano Máximo Gómez, comandante en jefe del ejercito Cubano |
Veamos la siguiente circular de Máximo Gómez, del 1ero de julio de 1895, mucho antes de que llegara Valeriano Weyler a Cuba el 10 de febrero de 1896.
“Circular del Cuartel General del Ejército. 1ero de Julio de 1895: A los señores hacendados y dueños de fincas ganaderas: En armonía con los grandes intereses de la Revolución por la Independencia del país; considerando que toda explotación de productos, cualesquiera que ellos sean, sirven de ayuda y recurso al enemigo que combatimos, este Cuartel general dispone:
1.° Queda terminantemente prohibida la introducción de frutos de comercio á poblaciones ocupadas por el enemigo.
1.° Queda terminantemente prohibida la introducción de frutos de comercio á poblaciones ocupadas por el enemigo.
2.° Queda asimismo prohibida la introducción de ganados en pie.
3.° Las fincas azucareras paralizarán su labor y las que intentaran realizar la zafra, serán incendiadas sus cañas y demolidas sus fábricas.
4.° Los que infringiendo estas disposiciones, trataren de sacar lucro de la situación actual, evidenciarán desde luego poco respeto á los fueros de la Revolución redentora, serán considerados como desafectos, tratados como traidores y juzgados como tales, caso de ser apercibidos.
—El General en jefe —M. GÓMEZ.
Nota.-
Los frutos cuya introducción prohíbe esta circular son: tabaco, café, maderas de labor y construcción, guano, cera, miel, cueros, damajagua y ganados de todas clases. — GÓMEZ."
A continuación veamos otra circular de Máximo Gómez del 6 de noviembre de 1895, mucho antes de que llegara Valeriano Weyler a Cuba, el 10 de febrero de 1896.
"Circular. — Cuartel General del Ejército Libertador. Jurisdicción de Sancti-Spíritus. Noviembre 6 de 1895:
"Animado del mismo espíritu de inquebrantable resolución, en defensa de los fueros de la Revolución redentora de este pueblo de colonos, vejado y despreciado por España y en armonía con lo dispuesto sobre la materia en circular de 1.° de Julio, he venido en disponer lo siguiente:
1.° Serán totalmente destruidos los ingenios, incendiadas sus cañas y dependencias de batey y destruidas sus vías férreas.
—El General en jefe —M. GÓMEZ.
Nota.-
Los frutos cuya introducción prohíbe esta circular son: tabaco, café, maderas de labor y construcción, guano, cera, miel, cueros, damajagua y ganados de todas clases. — GÓMEZ."
A continuación veamos otra circular de Máximo Gómez del 6 de noviembre de 1895, mucho antes de que llegara Valeriano Weyler a Cuba, el 10 de febrero de 1896.
"Circular. — Cuartel General del Ejército Libertador. Jurisdicción de Sancti-Spíritus. Noviembre 6 de 1895:
"Animado del mismo espíritu de inquebrantable resolución, en defensa de los fueros de la Revolución redentora de este pueblo de colonos, vejado y despreciado por España y en armonía con lo dispuesto sobre la materia en circular de 1.° de Julio, he venido en disponer lo siguiente:
1.° Serán totalmente destruidos los ingenios, incendiadas sus cañas y dependencias de batey y destruidas sus vías férreas.
2.° Será considerado traidor á la Patria, el obrero que preste la fuerza de su brazo á esas fábricas de azúcar, fuentes de recursos que debemos cegar al enemigo.
3.° Todo el que fuere cogido infraganti ó resultase probada su infracción al art. 2. °, será pasado por las armas. Cúmplase por todos los Jefes de operaciones del Ejército Libertador, dispuesto á enarbolar triunfante, aun sobre escombros y cenizas, la bandera de la República Cubana.
En cuanto á la manera de hacer la guerra, cúmplanse las instrucciones que privadamente tengo dadas. El honor de nuestras armas y el reconocido valor y patriotismo de usted hacen esperar el exacto cumplimiento de lo ordenado.
— El General en jefe, —M. GÓMEZ.
Bajo estas circulares se cometieron miles de asesinatos contra personas inocentes, sobre todo aquel que no quería unirse forzosamente al ejército mambí. Según la prensa, varias de dudosa credibilidad editorial, miles de campesinos fueron ahorcados por los mambises en presencia de sus familias, mientras que eran forzados al trabajo esclavo para las tropas. Eso puede que haya sido un fake o no así literalmente, pero sí que está demostrado que los "ex esclavos" hacían ese papel en el ejercito cubano.
En cuanto á la manera de hacer la guerra, cúmplanse las instrucciones que privadamente tengo dadas. El honor de nuestras armas y el reconocido valor y patriotismo de usted hacen esperar el exacto cumplimiento de lo ordenado.
— El General en jefe, —M. GÓMEZ.
Estas circulares no solo afectaban a los hacendados y dueños de las fincas, también al más simple de los campesinos, ya fuera Español o Cubano. Estaba enfocada contra aquellos que los mambises llamaban despectivamente ¨Los Pacíficos¨ o sea, personas que solo querían trabajar en paz y que no tomaban partido ni por uno ni por el otro bando.
Campesinos ahorcados. ¿Por quien? |
Bajo estas circulares se cometieron miles de asesinatos contra personas inocentes, sobre todo aquel que no quería unirse forzosamente al ejército mambí. Según la prensa, varias de dudosa credibilidad editorial, miles de campesinos fueron ahorcados por los mambises en presencia de sus familias, mientras que eran forzados al trabajo esclavo para las tropas. Eso puede que haya sido un fake o no así literalmente, pero sí que está demostrado que los "ex esclavos" hacían ese papel en el ejercito cubano.
Por ejemplo, "El Diario de la Marina" publicaba el testimonio de campesinos que denunciaban haber sido secuestrados por los insurrectos, a la vez que eran obligados a realizar trabajos de carga. Por ejemplo, se sabe que el ejercito español en Cuba llegó a tener 5,526 acémilas, mulos y burros principalmente, pero de alguna manera los mambises necesitaban mover la suya. Solo el lugar teniente general Antonio Maceo, a modo de ejemplo, llevaba en su tropa más de 300 «acémilas» solo que las suyas no eran burros ni mulas, si no campesinos destinados a ese riguroso y extenuante trabajo.
George Bronson Rea, corresponsal del Herald de New York, uno de los periódicos de mayor circulación para la época en Norteamérica, y que para nada tenía un enfoque españolista, más bien todo lo contrario, se desempeñó como corresponsal en la manigua cubana, unas veces junto a Máximo Gómez y otras con Antonio Maceo.
… El principal propósito de Máximo Gómez era, establecer un estado de guerra total en esa parte de la isla, y el único medio de lograrlo era, según el, quitándole a la población, toda esperanza de ganarse el sustento. Esta idea era la que presidía el plan de invasión.
Los orientales estaban indignados por la indiferencia de sus paisanos en la parte occidental de la isla, y habiendo ellos sufrido los rigores de la guerra en la Guerra de los diez años en la parte Oriental de la isla, querían que los otros sufrieran ahora, la miseria y los horrores que consigo lleva la manera de combatir de las guerrillas y las partidas
Además describe el estado de las tropas mambisas:
Y cuando en lugar del ejército que esperaba encontrar a las órdenes de Máximo Gómez, vi a 150 hombres, y cuando me convencí de que la gran marcha a Occidente no era sino una ficción, y que toda la estrategia del célebre caudillo consistía en jugar al escondite en la manigua, sin querer jamás vérsela con el enemigo, consideré mi deber, no sólo por respecto al Herald, sino por respeto a mi país, decir lisa y llanamente la verdad” Y refiere:
La tea insurrecta devoraba y saqueaba hogares y campos, fábricas y almacenes. ¿Qué fue de las familias a las que los rebeldes dejaron sin casa, muebles ni ropas? Unos buscaron refugio en los montes o en los bosques; otros corrieron a las ciudades, amparándose en las guarniciones españolas".
Por su parte los corresponsales que estaban en las ciudades, describían el lastimoso estado de millares de infelices que, aterrados y en bandadas, llegaban a las ciudades en todos los trenes y hablaban de multitudes que por los caminos huían, dejando a su espalda el hogar y la fortuna entregados a las llamas. Y con respecto a la actuación de los mambises señaló:
El 15 de Octubre de 1896 el New- York Herald publicó un mapa que le envié, poco antes de que Weyler promulgase su Decreto de reconcentración. Basta mirarlo para convencerse, de que él no es solo responsable de la situación que existe, puesto que vemos que de 60 poblaciones o pueblos, sólo ocho escaparon a la tea insurrecta: unas 20 fueron parcialmente quemadas y 40 desaparecieron por completo.
No se avisaba a los vecinos, ni se les daba tiempo para salvar nada; sino que como el rayo surge de la nube, así en las sombras de la noche caían los insurrectos y quemaban, saqueaban y arrasaban los pacíficos pueblos, y sus habitantes recibían la brutal orden de buscar refugio en las ciudades guarnecidas, donde su sostenimiento originaría mayores gastos al Tesoro español.
El ejército español llegó al punto de pastorear los campos, buscando el ganado disperso, para llevarlo a las ciudades, para alimentar a la población en la indigencia total que había en las ciudades. Por su parte otros corresponsales extranjeros en las ciudades, describían la terrible situación de esta manera:
George Bronson Rea. |
George Bronson Rea, corresponsal del Herald de New York, uno de los periódicos de mayor circulación para la época en Norteamérica, y que para nada tenía un enfoque españolista, más bien todo lo contrario, se desempeñó como corresponsal en la manigua cubana, unas veces junto a Máximo Gómez y otras con Antonio Maceo.
Pues este periodista, que formó parte de aquellas fuerzas desde el 29 de Enero de 1896 hasta mediados de Marzo de 1897, dejó anotado en su libro ¨Facts and Fakes about Cuba¨ (Datos y falsedades sobre Cuba) varios pormenores de esas etapas que podrían sorprender a cualquier lector. En su obra, Rea describe con lujos de detalles varios pasajes de la invasión a occidente; y en uno de ellos apuntó lo siguiente:
Los orientales estaban indignados por la indiferencia de sus paisanos en la parte occidental de la isla, y habiendo ellos sufrido los rigores de la guerra en la Guerra de los diez años en la parte Oriental de la isla, querían que los otros sufrieran ahora, la miseria y los horrores que consigo lleva la manera de combatir de las guerrillas y las partidas
Además describe el estado de las tropas mambisas:
"… Mis primeras correspondencias parecían todavía favorables a la causa cubana; pero cuando por mí mismo, pude enterarme de los procedimientos y tácticas empleadas por los insurrectos, me convencí de la verdadera descomposición moral que allí imperaba.
Y cuando en lugar del ejército que esperaba encontrar a las órdenes de Máximo Gómez, vi a 150 hombres, y cuando me convencí de que la gran marcha a Occidente no era sino una ficción, y que toda la estrategia del célebre caudillo consistía en jugar al escondite en la manigua, sin querer jamás vérsela con el enemigo, consideré mi deber, no sólo por respecto al Herald, sino por respeto a mi país, decir lisa y llanamente la verdad” Y refiere:
Cuando Máximo Gómez entró en la región situada, entre Sancti Spíritus y Artemisa, ordenó que se destruyera toda la caña, en cumplimiento de lo cual, quedaron arruinadas completamente millares de hectáreas, y con ellas las esperanzas de miles de familias campesinas.
La tea insurrecta devoraba y saqueaba hogares y campos, fábricas y almacenes. ¿Qué fue de las familias a las que los rebeldes dejaron sin casa, muebles ni ropas? Unos buscaron refugio en los montes o en los bosques; otros corrieron a las ciudades, amparándose en las guarniciones españolas".
Por su parte los corresponsales que estaban en las ciudades, describían el lastimoso estado de millares de infelices que, aterrados y en bandadas, llegaban a las ciudades en todos los trenes y hablaban de multitudes que por los caminos huían, dejando a su espalda el hogar y la fortuna entregados a las llamas. Y con respecto a la actuación de los mambises señaló:
"…Desencadenárnosle las venganzas personales y los que tenían algún resentimiento, se aprovecharon, para sus fines particulares, del pánico que inspiraban los procedimientos de la invasión. Pacíficos campesinos y gentes que vivían fuera de las poblaciones, fueron asesinados ó ahorcados de un árbol colgándoles en el pecho un cartel, con el nombre de alguno de los jefes insurrectos."
Y pone de ejemplo:
… y era dicho corriente entre los campesinos cubanos, que su camino se hallaba fácilmente por el rastro de hombres colgados de los árboles que tras sí dejaban, llegando la barbarie a su colmo un día, en que 20 campesinos, fueron colgados de un solo árbol en Pinar del Río. Todo el mundo tuvo que refugiarse en los pueblos huyendo de la rabia de los rebeldes.
El 15 de Octubre de 1896 el New- York Herald publicó un mapa que le envié, poco antes de que Weyler promulgase su Decreto de reconcentración. Basta mirarlo para convencerse, de que él no es solo responsable de la situación que existe, puesto que vemos que de 60 poblaciones o pueblos, sólo ocho escaparon a la tea insurrecta: unas 20 fueron parcialmente quemadas y 40 desaparecieron por completo.
No se avisaba a los vecinos, ni se les daba tiempo para salvar nada; sino que como el rayo surge de la nube, así en las sombras de la noche caían los insurrectos y quemaban, saqueaban y arrasaban los pacíficos pueblos, y sus habitantes recibían la brutal orden de buscar refugio en las ciudades guarnecidas, donde su sostenimiento originaría mayores gastos al Tesoro español.
El ejército español llegó al punto de pastorear los campos, buscando el ganado disperso, para llevarlo a las ciudades, para alimentar a la población en la indigencia total que había en las ciudades. Por su parte otros corresponsales extranjeros en las ciudades, describían la terrible situación de esta manera:
... Muchedumbres hambrientas deambulaban por todas partes y cubrían con harapos de luto por la muerte de deudos mas o menos próximos, cuerpos extenuados hasta lo inverosímil.
Aquellas pobres gentes, sin auxilio alguno, habían agotado sus recursos y echado mano de toda clase de alimentos. Los mas inmundos y repugnantes animales se devoraron con deleite y se buscaron con empeño frenético. Las raíces, los troncos y las hierbas se utilizaron también.
Las mujeres y los niños famélicos buscaban en los pesebres de las fuerzas de caballerías acampadas en las calles y entre la tierra polvorienta los granos desechados, para comerlos crudos, y las semillas y cortezas de las frutas se recogían también como preciosos hallazgos. Con frecuencia las llevaban a pedazos, y a pesar de los esfuerzos de la policía para impedirlo, los restos de animales muertos con enfermedades contagiosas.
Hacinadas las personas en barracas, sin alimento y sin medicinas, las sanas dormían junto a las enfermas y a las moribundas, tendidas y mezcladas en el suelo. Todas las mañanas se recogían los muertos por docenas y muchas veces, sin identificarlos, se arrojaban unos sobre otros en carretones usados para la basuras y se sepultaban en zanjas abiertas en las cementerios provisionales¨.
Aquellas pobres gentes, sin auxilio alguno, habían agotado sus recursos y echado mano de toda clase de alimentos. Los mas inmundos y repugnantes animales se devoraron con deleite y se buscaron con empeño frenético. Las raíces, los troncos y las hierbas se utilizaron también.
Las mujeres y los niños famélicos buscaban en los pesebres de las fuerzas de caballerías acampadas en las calles y entre la tierra polvorienta los granos desechados, para comerlos crudos, y las semillas y cortezas de las frutas se recogían también como preciosos hallazgos. Con frecuencia las llevaban a pedazos, y a pesar de los esfuerzos de la policía para impedirlo, los restos de animales muertos con enfermedades contagiosas.
Hacinadas las personas en barracas, sin alimento y sin medicinas, las sanas dormían junto a las enfermas y a las moribundas, tendidas y mezcladas en el suelo. Todas las mañanas se recogían los muertos por docenas y muchas veces, sin identificarlos, se arrojaban unos sobre otros en carretones usados para la basuras y se sepultaban en zanjas abiertas en las cementerios provisionales¨.
Hizo hincapié en la reunión que tuvieron ambos en el campamento de los Hoyos, donde llegó a la conclusión que su trabajo no valía la pena. Entre otras cosas por las propias prohibiciones ordenadas por Gómez, con la amenaza de pena de muerte para quien "se le aflojara la lengua" y hablara lo que no debía.
---Crónicas de la toma de Victoria de las Tunas de Louis A. Perez, Jr., On Becoming Cuban: Identity, Nationality and Culture (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1999) (En la página 100).
---Aníbal Escalante Beaton, Calixto García. Su campaña en el 95 (La Habana, 1946). Ver desde la página 220 a la 222 y de la 268 a la 282.
---Revista El Verás de Puerto Rico
Fuentes:
---Aníbal Escalante Beaton, Calixto García. Su campaña en el 95 (La Habana, 1946). Ver desde la página 220 a la 222 y de la 268 a la 282.
---Revista El Verás de Puerto Rico