La Casa de Beneficencia


Era también llamada Casa Cuna o simplemente La Beneficencia fue fundada en el año 1687 por el Obispo Diego Evelino de Compostela con la idea de proteger y criar a los niños desprotegidos abandonados por sus padres, creando una sala de maternidad, una casa cuna y otra para educar a esos niños, al morir el Obispo Evelino el fray Gerónimo Valdés retomó la idea y fusionó las tres casas en una creando la Casa de Maternidad y Beneficencia. 

Los niños criados allí no tenían apellido por lo que el Fray Valdés donó su apellido a todos los niños que ingresaran allí, por eso todos los niños criados en la Beneficencia desde esa época se apellidan Valdés. Hubo una novela de televisión en el año 1957, muy famosa llamada “ Mi apellido es Valdés” muy interpretada por Manolo Coego, Raquel Revuelta, Josefina Rovira y Rosa Felipe la cual trataba el tema de un niño criado en La Beneficencia, el cual se hace médico se enamora de una muchacha que podía ser su hermana y se complica todo. 

Esta idea del Fraile Valdés se mantenía por donaciones que en casos eran frugales pasando la Beneficencia por muchas penurias hasta que en 1830 una acaudalada dama de apellido Menocal, dejó a su muerte una fuerte suma de dinero para la Casa de Beneficencia, teniendo así más estabilizado el mantenimiento. En 1914, el presidente de Cuba Mario García Menocal la constituyó una dependencia del estado con su presupuesto estatal sin perder su hegemonía y las donaciones privadas. 

Así La Beneficencia tuvo su propiedad consistente en varias manzanas de terreno en la esquina de Belascoain y San Lázaro. Yo vivía en La Habana en la calle Espada esquina a San Lázaro, a unas cuadras de La Beneficencia y la conocí por fuera y por dentro. La Beneficencia tenía cientos de muchachos y era atendida por las monjas de la Caridad, por la calle Belascoain había un torno, el cual tenía una puerta que daba a la calle, cuando una madre debido a causas no podía mantener a su bebé abría la puerta, lo colocaba en el torno, y le daba la vuelta tocando una campanita.

Siempre había una monjita de guardia del otro lado del torno que recibía al niño sin que la madre y ella se vieran, e inmediatamente el niño era aceptado. La Beneficencia era un complejo donde habían dormitorios, aulas, sastrerías, lavandería, hospital, cine, comedores y terrenos de todo tipo para practicar deportes.

El plantel tenía un equipo enorme de profesores, médicos, y personal para atender todas las necesidades de los niños, a los cuales se les daba educación hasta quinto año de bachillerato y si quería seguir estudios mayores entraba en la Universidad de La Habana, también se les enseñaba temas vocacionales si querían. La Casa Cuna de la Beneficencia de La Habana jugó un importante papel en la educación y formación de niños que por una razón u otra no fueron deseados por sus padres. 

Condensado de 
Dr Ramón Sanchez.
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