Se le calienta el tema nacionalista a la presidenta marxista de Mexico, Claudia Sheinbaum. En el día de ayer, la congresista republicana por de Georgia, Marjorie Taylor Green, anunció que hoy jueves presentará una iniciativa de Ley para cambiar el nombre al Golfo de Mexico, basada en que los cárteles mexicanos lo están usando para traficar personas, drogas, armas "y Dios sabe qué más, mientras el gobierno les permite hacerlo”, dijo la polémica empresaria.
Con respecto a esto, ya el casi presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se pronunció y dijo que ese golfo tendrá un nuevo nombre, de "Golfo de México" pasará a llamarse "Golfo de América", pues aunque se ha llamado desde hace mucho tiempo, posiblemente desde el siglo XVI, en cambio no le pertenece en exclusiva a este país. El golfo es tan mexicano como Cubano y demás países a los que sus aguas bañan.
¿No era la marxista una artista de la demagogia?, pues toma con el golfo ahora, dirán algunos. En fin, que de concretarse la propuesta, se podría iniciar el proceso ante la Junta de Estados Unidos para Nombres Geográficos (BGN, por sus siglas en inglés), que aunque no puede nombrar espacios geográficos, sí tiene la facultad de aprobar o rechazar nuevos nombres propuestos por agencias federales, gobiernos estatales o locales y por el público.
No sería el primer tramo fluvial al que Estados Unidos le cambia el nombre, incluso existe un mecanismo administrativo para hacerlo. Por ejemplo el que abarca los estados de Texas, en los Estados Unidos, y de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas en suelo azteca, para los estadounidenses es el Río Grande y para los mexicanos es el río Bravo.
No obstante, si la Junta de Estados Unidos autorizara el cambio, este no tendría que ser reconocido por otros países obligatoriamente, más bien tendría efecto para cuestiones estadounidenses. La estandarización de los nombres de mares y océanos se institucionalizó en 1921, por el aumento de la navegación y el incremento del comercio, recayendo en la Organización Internacional Hidrográfica, hoy parte de las Naciones Unidas, la principal responsabilidad de la nomenclatura.