Las guerras de Ucrania y Rusia, e Israel, Hamas y Hezbollah son el ejemplo tangible del tenso año 2024 que hemos vivido, y con la asunción, el 20 de enero próximo, de Donald Trump a la Casa Blanca, revive una esperanza de convertirlo en un año de pacificación como hizo en su anterior administración.
Son grandes desafíos, como el del Medio Oriente por ejemplo, donde Israel e Irán estuvieron dos veces al borde de esa guerra el año pasado. Y aunque Irán, que es tan enemigo de Israel como de Estados Unidos, se encuentra debilitado por la pérdida de Hezbollah, las sanciones comerciales y la reciente caída del presidente sirio Bashar Al Asad, su aliado clave, no hay que olvidar que posee un programa nuclear. Aún así, el régimen Cubano, que busca desesperadamente mejorar sus relaciones con el vecino del norte, consolida su relación con esta belicosa nación.
Altos funcionarios iraníes y cubanos se reunieron la semana pasada en Teherán para delinear los términos de esta alianza, en un encuentro que se produce en un momento crítico para Irán que enfrenta una crisis energética sin precedentes y una economía en caída libre, en tanto que la isla caribeña es más de lo mismo, incluso peor, sin embargo el estatus de Cuba como socio político en la región hace que Irán considere su relación con Cuba como estratégica.
No es secreto para nadie que Irán, junto con Rusia, es de los países que aportan al régimen Cubano los ingredientes necesarios para la seguridad y la supervivencia, dígase armas, drones iraníes, entrenamiento, comandos especiales y protocolos de inteligencia y tortura anti disidencia, los que les permiten asfixiarla y asegurarse de esa manera el futuro.