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ESCLAVOS: HABLANDO DE LA DIETA EN CUBA


Independiente de la burla y el uso políticamente incorrecto que se le da en ocasiones a este flagelo de la humanidad, no es menos cierto que la falta de proteínas puede afectar la salud dental de las personas. De hecho, les está afectando gravemente a los cubanos, sin ir más lejos, no hay más que verlos en los vídeos y reportajes que se transmiten desde la isla.

La proteína es esencial para la construcción y reparación de tejidos, incluyendo los dientes y las encías. Una deficiencia de proteína puede debilitar los dientes, aumentar el riesgo de caries y periodontitis, y causar la pérdida de dientes. Para nadie es un secreto que hoy existen muchísimos cubanos que no han siquiera probado la carne vacuna en los últimos años.

Nunca se había vivido esa situación en el país, pues incluso en los años más duros de la republica, durante el crack mundial, una humilde sopa de hueso de res en la más modesta de las fondas cubanas, ya aportaba un porciento de la proteína necesaria. Incluso por apenas podías consumir la llamada “completa” a base de carne de res mechada, congrí, platanito frito o viandas hervidas, todo un lujo para el cubano de estos días.
De ser un modesto propietario de una fonda en las calles Egido y Acosta, el Sagüero José Sobrino llegó a tener en propiedad el lujoso restaurante "Emperador", emplazado en el área del popular edificio Focsa en el barrio del vedado, en la capital Cubana.
Según afirma el historiador cubano, Manuel Moreno Fraginals, en su monumental investigación-ensayo “El Ingenio”, los esclavos en Cuba consumían per cápita diariamente media libra de carne de res, tasajo o carne vacuna ahumada y seca, pescado salado conocido como bacalao 500 gramos diarios de harina de maíz, además de boniato, yuca, calabaza o fufú de plátano.

También comían bolas y tostones de plátano, funche (guiso de maíz), frituras, guisos de quimbombó, viandas con mojos (malangas, plátanos, ñame), chilindrón de chivo, y congrí. Aquella dieta, precisa el autor, “satisfacía con creces las necesidades calóricas y proteínicas para cada jornada de trabajo.”

Y agrega dicho estudio que, a mediados del siglo XIX, con un millón de habitantes, Cuba importaba anualmente 8,000 toneladas de bacalao, 16,000 toneladas de tasajo, 700 toneladas de carne salada de vaca y puerco, 800 toneladas de jamón y 200 toneladas de tocino.

Eso arrojaba un per cápita de 55.7 libras anuales de carne importada, o sea, 4.6 libras mensuales, a las que había que sumar las producidas nacionalmente. De hecho, Fraginals plantea que el consumo de carne en Cuba siempre fue “muy elevado” y en los ingenios situados en las zonas de Sancti Spíritus y Puerto Príncipe (Camagüey), “daban a sus esclavos, exclusivamente, carne fresca, que resultaba más barata que el tasajo.”

En Las Villas, en el ingenio Las Coloradas, de la familia Valle Iznaga, con 260 esclavos, se sacrificaban 11 reses mensuales que proporcionaban media libra de carne fresca diaria para cada esclavo. Y los que en 1836 trabajaban en la construcción del ferrocarril Habana-Güines recibían media libra de tasajo, o carne fresca, media libra de plátanos machos y 18 onzas de harina de maíz.

La media libra de tasajo o carne fresca proporcionaba unos 70 gramos de proteína animal, 13 gramos de grasa y 382 calorías. A eso se añadían 15 gramos diarios de proteína de origen vegetal (harina de maíz, plátano, frutas y azúcar). En fin, aquellos esclavos comían mejor que hoy sus descendientes. Los nutricionistas aseguran que un adulto debe ingerir diariamente 0.8 gramos por kilogramo de peso corporal.

Según aquellas tablas calóricas, quien pesara 75 kilogramos (165 libras) debía consumir entre 55 y 60 gramos de proteína diarios, siendo los más ricos en proteínas los de origen animal. Solo que en Cuba habían -a lo sumo- solamente cien mil reses menos que en 1918, y para colmo con cuatro veces más habitantes.

Maldita Hemeroteca
Fuente: Observatorio cubano.