.

HISTORIAS DE PRESENTADOS

Capitulación del general Toral ante el General Shafter en 1898. //

¿Conoce usted el término "Presentado"?, se usaba en el siglo XIX en cuba para definir a los integrantes del ejército libertador que, por algún motivo o razón, decidían entregarse al enemigo para salvar sus vidas.

La mayoría optaba por esta salida tras años de guerra sin obtener nada a cambio, y no solo salvaban sus vidas, si no que quedaban exonerados de culpa y listos para retornar a sus hogares sin sufrir represalias. Es que aunque cueste creerlo, muchos Cubanos que se unieron a las tropas libertadoras lo hicieron sin tener siquiera un mínimo de convicción del porque lo hacían. 

«Eran ciudadanos de modesta fortuna, que vivían de su profesión o de un trabajo del cual dependía la subsistencia de toda su familia».

Así lo aseguró el historiador español José Joaquín Ribó, que cita además la cifra de dieciocho mil "presentados", cantidad que ha sido respaldada por la investigadora española María Dolores Domingo, en 1996 y su homóloga cubana, Marilú Uralde Cancio, en 2011. En la misma medida que ocurre el estallido generalizado del diez de octubre de 1868, se produce como respuesta una oposición reaccionaria.

La polarización en posiciones radicales del sector integrista de la sociedad cubana, no sólo en occidente, sino a todo lo largo y ancho del país, cerró filas en los batallones voluntarios llamados «hijos del país», es decir, cubanos que se alistaron a favor de España y que a la larga constituyeron un verdadero aparato paramilitar del ejército español.

No lo esperaban. La dirección revolucionaria cubana quedó totalmente sorprendida de esa reacción desde el mismo inicio de la contienda, lo cual era parte del mismo proceso formativo de nuestra cubanía. Aún así alcanzó tal magnitud, que el número de cubanos al servicio de España con las armas en la mano llegó a ser superior al total de insurrectos.

La guerra fue sin cuartel. Por un lado el bando español ejecutaba a los prisioneros cubanos y por  el otro el Ejército Libertador hacia lo mismo con los guerrilleros, lo que contribuyó a otorgarle a la contienda un cierto aire de guerra civilista donde el cubano quedó dividido para siempre en dos.

GOMEZ OBLIGADO POR LA FALTA DE HOMBRES

El general cubano Donato Mármol organizó la División Cuba, libró las dotaciones de esclavos de los cafetales franceses y los reclutó de manera forzosa con apenas sus instrumentos de trabajo en el campo como armas, eran unidades orgánicas menores sujetas al mando de una oficialidad formada, en lo esencial, por jóvenes santiagueros, tanto blancos como mestizos y negros libres.

Esta división, que en un momento llegó a alcanzar los cuatro mil hombres de los cuales alrededor de tres mil quinientos eran ex esclavos, fue mermando al punto de que el propio generalísimo Máximo Gómez se vio precisado a decretar una amnistía. 

En un principio cualquier decisión de abandonar la lucha y entregarse a los españoles era condenada a muerte, sin embargo Gómez se vio obligado por las circunstancias a readmitirlos si en algún momento decidían incorporarse de nuevo.

Ex mambí "presentado".

Según los historiadores, la máxima fuerza mambisa que se llegó a contabilizar fue entre treinta y ocho mil y cuarenta mil hombres, y para eso en su momento más álgido. Llegado a este punto, hay una anécdota en la cual se vio envuelto el general Gómez y que dejó plasmada en sus libretas de campaña: el fusilamiento del general Roberto Bermúdez López Ramos.

Siendo posiblemente el más valiente de todos los rebeldes de su época, no dudó en dar muerte de su propia mano a centenares de estos "presentados" que consideraba cobardes y traidores, sabiendo incluso que la orden de Gómez de perdonarlos y readmitirlos en el ejercito ya estaba dada.

Asesino en toda regla y extremadamente peligroso, Gómez tuvo que engañarlo para atraerlo a su campamento sin que levantara sospechas. Le envió la orden de entregarle una misión "muy peligrosa" y, una vez se personó, fue reducido quedando bajo custodia. En una carta que este asesino le escribió al general Mayía Rodríguez antes de morir, acusaba a Gómez de querer asesinarlo cuando "la mayoría de los jefes mambises mataban con total impunidad", lo cual no era así exactamente.

Dueño de atroces métodos de castigo, incluso ahorcamientos con alambre de espino, Bermúdez asesinó a uno de aquellos presentados, el oficial Cayito Álvarez. A propósito, una de las grandes "cagadas" del general Antonio Maceo fue "la mano suave" que mostró hacia este peligroso sujeto, ascenso incluido, y según se dijo pagando un favor muy personal.

Bermúdez fue fusilado el 12 de agosto de 1898, e increíblemente un día antes de la rendición de España.

Toda esta historia fue contada por el propio Gómez en su diario de campaña, y además certificada por el abogado Orestes Ferrara y Marino, un militar, político, diplomático Italo-Cubano, que estuvo representando la ley mambisa, e incluso durante el ajusticiamiento del general Bermúdez.

Con los años, ya en la republica, el doctor Ferrara fue secretario de estado del gobierno presidido por el general de brigada mambí Gerardo Machado y Morales, de 1932. Eran muy cercanos. Por cierto, Gómez tuvo que "ponerse muy duro" a la hora de hacer cumplir la orden de fuego, debido a la reticencia del pelotón de fusilamiento que ni siquiera disparó al unísono.

A pesar de haber sido un asesino, por su valentía en el combate Bermúdez contaba con mucho respeto entre la soldadesca criolla. Lo trágico del suceso fue que, apenas unas horas después que su sangre tiñera de rojo el suelo cubano, la patria ya era libre. España capitulaba el doce de agosto de 1898, el diez de diciembre se firmó el Tratado de París, y el uno de enero de 1899 fue izada la bandera estadounidense.

Una idea parecida defiende el historiador español Fernando J. Padilla, en su tesis 'Volunteers of the Spanish Empire (1855-1898)'. Padilla asegura que ante el derrumbe español, una quinta parte de los voluntarios criollos que peleaban a favor de España desertaron y pasaron a las filas insurrectas, las que por primera vez superó los 60 mil hombres.

Se calcula que cuando España claudica poco después de la derrota del almirante Cervera en la bahía Santiaguera, la mayoría del cuerpo de voluntarios que tenía entre setenta y ochenta mil efectivos, unos cuarenta mil, se pasaron a las filas insurrectas donde fueron bienvenidos. El cubano como siempre, apostando al caballo ganador.

Entre 1895 y 1898 habrían muerto cerca de dos mil voluntarios, de los cuales el 40% eran naturales de Cuba según las listas de fallecidos consultados por este historiador, y publicadas por el Ministerio de la Guerra en España.

Por otro lado otros treinta y dos mil voluntarios continuaron a favor de seguir manteniendo los lazos con el Gobierno de Madrid. Si a este número le sumamos los bomberos de raza negra, agrega el historiador John Lawrence Tone, los criollos que se alistaron al ejército y los más de treinta mil guerrilleros, se podría afirmar con seguridad que en los tres años de guerra "hubo más cubanos luchando junto a España que por la independencia de Cuba".

En fin, que todo quedaba listo para que el 20 de mayo de 1902, día solemne y simbólico de nuestra historia, se izara nuestra bandera por primera vez en un mástil de la fortaleza habanera del Morro, y aunque muchos se empeñen en negarlo, cuba quedaba libre de ataduras y daba inicio al nacimiento de una república que, con todos sus defectos, fue libre hasta 1952 que Fulgencio Batista pisoteó la constitución, dando pasó a una tiranía castrista siete años después y que aún perdura.

Maldita Hemeroteca

Fuente: Yndice (así se escribía índice) Alfabético y Defunciones del Ejército Libertador de Cuba – Guerra de Independencia, iniciada el 24 de febrero de 1895 y terminada oficialmente el 24 de agosto de 1898. /// John Lawrence Tone: "Guerra y genocidio en Cuba".