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AGACHA LA CABEZA QUE VIENE EL BOTA FUMEIRO


Entre las catedrales del mundo, la de Santiago de Compostela, en Galicia, tiene el honor de guardar las reliquias de uno de los 12 apóstoles de Cristo, llamado Santiago el Mayor, y ese es el motivo por el cual la Catedral es la meta para los que hacen el Camino de Santiago.

El Botafumeiro se usa por motivos litúrgicos, del mismo modo que cualquier sacerdote utilizaría un incensario en el altar, lo único que a escala gigante, y se puede ver en acción los días de celebración eucarística como la Epifanía del Señor, el seis de enero, y los domingo de Resurrección y la Ascensión del Señor.

Para ponerlo en movimiento - balancearlo - se necesitan ocho hombres, llamados ‘tiraboleiros’, que lo traen de la Biblioteca cargado de incienso y carbón. Tras atarlo a la maroma que pende frente al altar mayor con tres gruesos nudos, lo bombean tirando con fuerza y precisión cuando se halla en el punto más bajo de su recorrido.

De esta forma el Botafumeiro alcanza en sólo minuto y medio una velocidad de 68 kilómetros por hora y llega a formar un ángulo de 82 grados sobre la vertical, describiendo un arco de 65 metros de amplitud a lo largo del recorrido. Son en total 17 ciclos de vaivén que dejan en los espectadores un recuerdo para toda la vida.

Botafumeiro.
Considerado el incensario mayor del mundo, esta construido en metal plateado de metro y medio de altura y unos 54 kilos de peso, que en su interior contiene el incienso calentado a leña que se esparcirá por toda la catedral, de ahí su nombre que en lengua galega se traduce como bota humo.

En cuanto a su origen, algunos aseguran que tiene 800 años, se cree que sea tan antiguo como la propia Catedral, sin embargo en el siglo XVI el rey Luis XI de Francia costeó la fabricación de uno de plata que en 1809 fue sustraído por las tropas napoleónicas acampadas en el claustro de la Catedral. En la actualidad existen dos incensarios, que se guardan en la Biblioteca Capitular: el más antiguo es de 1851 y fue creado por el orfebre José Losada.

Está hecho de latón bañado en plata, mide 160 centímetros de altura y pesa alrededor de 62 kg cuando está vacío. El segundo es una réplica en plata del anterior, obsequio de los Alféreces Provisionales a la Catedral en 1971. Todos nacieron con una doble intención, por un lado es un símbolo de culto al Apóstol, mientras que por otra higieniza y purifica el ambiente, sobre todo en los tiempos en que los peregrinos dormían dentro de la Basílica.

En la actualidad puede verse únicamente en doce fechas al año, entre las que se incluye, evidentemente, el día de Santiago. Cuando es Año Santo Compostelano, puede verse todos los domingos en la misa de mediodía. 

Eso sí, en caso de que algún creyente ofrezca una misa que lo quiera incluir, por un donativo de 240 euros los asistentes disfrutaran del balanceo de esta impresionante copa durante cinco minutos, además la interpretación del himno al Apóstol con el órgano más una mención especial a los contribuyentes.

Según la web turística de Santiago, el Botafumeiro ha protagonizado pocos accidentes. El primero fue el día del Apóstol de 1499, mientras honraban a la princesa Catalina de Aragón, el Botafumeiro salió volando y se estampó contra la puerta de Platerías.

El segundo tuvo lugar el 23 de mayo de 1622, cuando la cuerda que lo sostenía se rompió y el Botafumeiro cayó contra el suelo. Y el más reciente fue en el siglo XX, cuando a un curioso le rompió las costillas y la nariz por acercarse demasiado a presenciar el asombroso mecanismo.