Se dice rápido, pero cuando usted se pone a pensar que un Cubano haya sido el presidente de la bebida refrescante más famosa de todos los tiempos, entonces cae en que Roberto Goizueta, su CEO desde 1981 y entonces el hispano más rico de Estados Unidos, fue uno de los empresarios del patio más exitoso y ricos que haya existido.
Este hombre murió en 1997 aquejado de una infección de garganta imposible de curar, dado el avanzado estado del cáncer de pulmón que se le había descubierto. Roberto Críspulo Goizueta, nacido en La Habana en 1932 e hijo de un dueño de una refinería de azúcar, había sido por años un fumador empedernido que, al fallecer, dejaba una empresa que vale hoy 30 o 40 veces más que cuando la dirigía en 1981, ya que - según datos económicos- sus ingresos se han incrementado en un 5% en el tercer trimestre en relación al mismo período de 1996, con dividendos de 14 centavos por acción.
De su formación escolar hay que decir que tuvo un destacable paso por el Colegio de Belén, un instituto de enseñanza secundaria jesuita en Marianao, La Habana, donde estudió gente muy valiosa y rica, entre ellos el que tiranizó la isla de Cuba, el señor Fidel Castro que aparece en la imagen bebiéndose una. Luego de una preparatoria en la Academia de Cheshire, Connecticut, de Estados Unidos; se gradúa más tarde con la licenciatura en ingeniería química en la Universidad de Yale.![]() |
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Tal era su prestigio, que una vez fue anunciada su agonía, se produjo un descenso en las cotizaciones de las acciones de Coca-Cola en Wall Street. La presidencia de Goizueta se caracterizó por la introducción de nuevos productos y una expansión internacional que abarcó países de gran población como como Rusia, India y China, incrementado de modo espectacular el peso de Coca-Cola en los últimos tres lustros.
Entonces el valor de mercado de Coca-Cola, según informe de Reuters, era de 4.000 millones de dólares en 1981; una década después se situó en las proximidades de los 150.000 millones de dólares mientras que hoy, el valor de esta transnacional es de 300 mil millones de dólares en capitalización bursátil. Además, la marca es considerada la más valiosa en la industria de bebidas no alcohólicas, con un valor estimado de 34.2 mil millones de euros.
La fortuna personal de Goizueta, que encabezaba la clasificación de los hispanos más ricos de EE UU de Hispanic Business, se cifraba ese año, según esa revista, en 847 millones de dólares, sin embargo Forbes fue un poco más allá y la situó en 1.300 millones de dólares.
Esa fortuna tenía su origen en el hecho de que Goizueta cobraba buena parte de su sueldo en acciones de la empresa de las que jamás vendió ninguna. Una inversión de 100 dólares en Coca-Cola en 1981 llegó a valer hasta 6.500 dólares, incluida la reinversión de los dividendos. «Mi principal preocupación», decía Goizueta, «son los accionistas, y mi deber es hacerlos cada vez más ricos».
Las radios y televisiones hispanas subrayaron que uno de los principales legados de Goizueta es haber roto un gran tabú. El cubano, cuya primera lengua siempre fue el castellano, demostró que un hispano podía liderar con éxito una gran multinacional norteamericana. Aunque hijo de una familia acomodada de La Habana, con propiedades azucareras, Goizueta debió su éxito a sí mismo.
Las radios y televisiones hispanas subrayaron que uno de los principales legados de Goizueta es haber roto un gran tabú. El cubano, cuya primera lengua siempre fue el castellano, demostró que un hispano podía liderar con éxito una gran multinacional norteamericana. Aunque hijo de una familia acomodada de La Habana, con propiedades azucareras, Goizueta debió su éxito a sí mismo.
Para 1967, ocupó el puesto de Vicepresidente de Investigación y Desarrollo Tecnológico. Con solo 35 años, sería la persona más joven en llegar a esta posición en la compañía. Era el uno de las únicas cinco personas que llegó a conocer la verdadera fórmula de la bebida, que luego bajo su mandato sufrió "ciertas modificaciones".
«Sin la revolución castrista, jamás me habría instalado en EE UU y hoy sería probablemente director de la planta embotelladora de la Habana», solía decir Goizueta. En 1960, él, su esposa Olga y sus tres hijos huyeron de la Cuba castrista. Las propiedades de su familia habían sido expropiadas y él tenía tan sólo 40 dólares en metálico y 100 acciones de Coca-Cola. Goizueta era un visionario, en el sentido positivo que tiene esa palabra en EE UU.
Denunciando que Coca-Cola se había convertido en una empresa «demasiado conservadora», tomó decisiones arriesgadas y por las que fue muy criticado cuando compró en 1982 los estudios cinematográficos Columbia, pero sus detractores tuvieron que enmudecer cuando, siete años después, los vendió a Sony con un beneficio de 850 millones de dólares.
Douglas Ivester, entonces de 50 años de edad y al que Goizueta había nombrado en 1994 como su «mano derecha», fue el principal candidato a su sucesión. En cambio una vez asumió el cargo, duró solo dos años ya que la evolución de la empresa nunca fue la misma. En 1999 Ivester renunció al cargo, siendo sustituido por Douglas Daft que duró al menos cinco de mandato.
Maldita Hemeroteca
Fuente: The Goizueta Fundation
Diario El País.es








