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| Isla de Pinos en los años 20 del siglo pasado. // |
El 16 de julio de 1903, el Senado de Cuba ratificaba el Tratado con Estados Unidos sobre la soberanía cubana en cuanto a la Isla de Pinos, que ya había sido firmado el día dos de ese mismo mes. En cambio, Estados Unidos no dio el visto bueno al tratado hasta el 13 de marzo de 1925.
Con la firma en 1902 de la enmienda Platt, la isla, de algo más de dos mil metros cuadrados y a 40 millas del territorio insular cubano, quedaba bajo el protectorado de Estados Unidos y, aunque pertenecía geográficamente a Cuba, no así políticamente, con lo cual se corría el riesgo que en algún momento pasara por completo a su poder. Al final no fue así afortunadamente, y Cuba pudo hacer uso de su derecho.
No obstante aquel territorio sí se llenó de norteamericanos que buscaron residir y hacer negocios turísticos básicamente, y fue así que a raíz de la ratificación del tratado Hay- Quesada de 1925 que declaró la soberanía del gobierno cubano y eliminaba a la vez la posibilidad de anexión, la relación con los nativos - hasta el momento tirante - se estrecharon y proliferaron a su vez los centros culturales financiados por el gobierno de los Estados Unidos, dedicados a la enseñanza y el aprendizaje de la cultura y la lengua estadounidense.
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| Hotel Colony, inaugurado poco días antes de colapsar el régimen Batistiano. |
Las escuelas estadounidenses establecidas en la isla de Pinos le dieron la bienvenida a la población estudiantil cubana deseosa de estrechar vínculos. Se puede afirmar que la presencia estadounidense dejó un legado en la cultura, la economía y la infraestructura de la isla, la que empieza a cambiar radicalmente a partir de la llegada del Castrismo en 1959 tras el abandono del poder y la huida del entonces dictador Fulgencio Batista y Zaldívar. Y precisamente de esta etapa es que va la historia de hoy...
Aquellas familias norteamericanas acaudaladas establecieron negocios allí, lo que se conoció como la "Zona Franca". Entre esas propiedades - casi todas situadas en la ensenada de Ciguanea y bastante cerca del aeropuerto de Nueva Gerona - estuvo el hotel Colony, un enclave que serviría como un punto de partida para la cadena de hoteles que se pensaba construir a lo largo de ese territorio.
Duró poco esta historia, pues apenas cinco días de su inauguración, el régimen Batistiano colapsaba el ultimo día de 1958 y, a los cinco meses "su majestad Castro II" (Raúl) se personó allí y comprobó con sus propios ojos todo lo que significaba para su reino adueñarse de una zona tan hermosa como aquella.
Un libro escrito por la periodista norteamericana Jean Babette Stein, en el cual narra sus experiencias con la alta sociedad de la Habana a finales de los 50, en pleno apogeo del cabaret Tropicana y su estrafalario mundo de sexo y corrupción que le acompañaba, cita varias anécdotas de personas que estuvieron relacionadas con este emblemático lugar de la noche habanera.
En su libro aparecen historias que van desde familiares del guajiro Martin Fox, el dueño, pasando por coristas, cantantes y artistas, incluso asiduos de Hollywood, como Marlon Brando, Ernest Hemingway o Rita Hayworth, y en uno de esos capítulos cuenta una anécdota que le hiciera la famosa periodista de la jet set, Aileen Mehle, famosa socialité norteamericana de la época, que vivió momentos y horas finales de la caída de Batista 1958, así como el avance de los alzados de la sierra Maestra al mando de Fidel Castro.
Aileen Mehle, mas conocida como Suzy Knickerbocker, fue una periodista que por más de 50 años se dedicó a temas de la alta sociedad en EEUU. Sus artículos fueron publicados en más de 100 periódicos de la época y "devorados" por más de 30 millones de personas. Murió en New York en 2016 a la avanzada edad de 91 años. Pero vamos ya de una vez a la anécdota relacionada con la corta inauguración que tuvo el hotel Colony.
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| Presidio modelo situado en la isla de Pinos |
Dice así:
"Hacia finales del 1958 recibí una llamada de mi amigo Ben Finney que me dijo: "Voy a inaugurar un hotel en Cuba, un maravilloso resort en la Isla de Pinos que se llamará "El Colony" y quiero que asistas". Varios estadounidenses tenían propiedades en La Habana, como la diseñadora de modas Sophie y su esposo Adam Gimbel, que era inmensa y cercana a un campo de golf.
--Ben me dijo:
--"Tienes que venir. Toda la isla es hermosa. El paisaje es genial y puedes disparar a cualquier cosa, pájaros, lo que sea. Tengo a los dos capitanes del '21', Mario el pequeño y Walter el grande, que vendrán con nosotros para supervisarlo todo".
--Entonces le dije:
--"Ben, ¿en Isla de los Pinos?.... es que escuché decir que Fidel Castro está fuerte en la Sierra Maestra que puede bajar de esas montañas en cualquier momento. ¿No estás preocupado?", y me dijo:
--"Si estuviera preocupado no estaría haciendo lo que estoy haciendo. Pero si tienes miedo cariño, no vengas, tampoco te estoy apuntando con un arma".
Más tarde me enteré de que Errol Flynn también estaba en la Sierra Maestra alardeando de que andaba en un jeep con Castro, y que este le planteaba -aparentemente- estrategias de adquisición. Se informó que Flynn estaba haciendo una película llamada "Chicas rebeldes cubanas", al mismo tiempo enviando informes del progreso de la revolución al rotativo "New York Journal".
Yo acababa de empezar a escribir en ese momento para el Daily Mirror de Nueva York, y como conocía a muchas personas que iban a hacer el viaje, me pareció entonces una espléndida idea. Abordamos un avión fletado por Pan American desde Nueva York a Isla de Pinos y, en una especie de aeropuerto que había aterrizamos un 30 de diciembre.
Estábamos todos muy emocionados y pasándolo en grande: comidas, cócteles maravillosos, mientras escuchábamos historias sobre La Habana. El Colony era hermoso, cómodo, con las mejores mucamas, mayordomos y chefs. Y luego, en la víspera de año nuevo, nadie quería irse a la cama. Para entonces ya era muy tarde, las cuatro de la mañana.
Me recuperé de la resaca el día siguiente de año nuevo. Alrededor de la una de la tarde, cuando bajé de mi suite, un invitado me detuvo en las escaleras. Dios mío, ¿sabes lo que pasó?, pues que Castro bajó de la Sierra Maestra con todas sus tropas. Me quedé atónita, casi todo el mundo se había ido.
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Actor Errol Flynn aterrizando en la Habana. Fue otro de los tontos útiles que "le dio vida" a Fidel Castro en Sierra Maestra. |
Corrí al patio del hotel que estaba completamente vacío excepto un hombre que estaba allí solo, era Ben Finney, y lucía muy preocupado. Luego supe que había una prisión en Isla de Pinos, (Presidio Modelo) y mientras dormía la noche anterior, alrededor de 300 prisioneros armados habían sido liberados.
No quedaba nadie en el hotel, excepto algunos grandes propietarios de campos de caña de azúcar que rápidamente se pusieron brazaletes a favor de Castro, cuando la noche anterior simpatizaban con Batista. Sophie Gimbel apareció y nos aseguró que Earl Smith no nos dejaría abandonados. Yo también conocía a Earl, pero no pensé que nuestro embajador estadounidense fuera a hacer nada porque estaba en La Habana donde era mayor el alboroto.
Fidel era quien mandaba en Cuba y Earl estaría como loco. ¿Acaso cree Sophie Gimbel que va estar pensando en nosotros en Isla de Pinos?. Ni por asomo. Pero todos estábamos seguros de que vendría, así que empezamos a esperar y a esperar. Tuve que volver a escribir una columna. Así que salí por mi cuenta hacia el aeropuerto local, donde me encontré con ex presos todavía vestidos con atuendos de prisión y portando brazaletes y ametralladoras.
Pensé, estos locos van a disparar, cuando de repente escuché una voz susurrar detrás de mí, "Aileen, ¿eres tú?". Me di la vuelta y vi a George Skakel, el hermano de Ethel Kennedy. Le dije, Dios, ¿qué estás haciendo aquí?, y me respondió, "vine a filmar en Isla de Pinos. Por el amor de Dios Aileen, - me dijo - vente con nosotros que tengo mi avión aquí. Nos vamos esta tarde. Subí al avión y salí con George de aquella isla.
"Vamos a Nueva York, -me dijo-, pero podemos dejarte en Miami". Cuando aterricé prácticamente besé la tierra y a todos los que estaban en aquel avión. Vi multitudes que llegaban de Cuba cargadas de maletines, y cuando los abrieron, se podían ver facturas, facturas, y más facturas encima de billetes de cien, por lo que sé, iban camuflados en el fondo de aquellos maletines. Se iban con todo su botín y los funcionarios de aduanas no les decían ni una palabra, ni una.
NOTA:
Con los años, aquella isla pasó a llamarse "Isla de la Juventud", por ser destino de miles de estudiantes procedentes de varias partes del mundo que iban a cursar distintas carreras en los centros de enseñanza.
Por supuesto, con el tiempo Fidel Castro se convenció que la industria sin humo le reportaría más dinero que su quebrada toronja y que todas sus industrias de arcaica de atrasada tecnología soviética juntas, pero ya era demasiado tarde. Hoy aquello se encuentra en destrucción total.
Ni siquiera la isla escapó a la destrucción energética que atraviesa el país, al punto de que uno de los reportes del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, aseguró el año pasado que la pobreza extrema en Cuba había aumentado hasta el 89%, que sólo el 4% de los encuestados en Cuba apoyaban la gestión económica y social de Miguel Díaz-Canel. No sería difícil imaginar cual sería el panorama a julio de un año después.
Maldita Hemeroteca
Fuente citada en el texto.