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LA ANEMIA AGUDA DEL GENERAL OCHOA

General Arnaldo Ochoa Sánchez y su peculiar acta de defunción. //

Se cumple un aniversario más del fusilamiento del general Arnaldo Ochoa Sánchez, y otros tres oficiales del régimen Castrista Cubano.

En una corte marcial militar que comenzó el 12 de junio de 1989, la llamada Causa N°1, tanto el General de División Arnaldo Ochoa Sánchez, quien había sido héroe de la República desde que se le otorgó la orden en 1984, y uno de los jefes importantes en la guerra de Ogadén, en apoyo de Etiopía, como de la misión militar cubana en Angola en apoyo al MPLA, fue ajusticiado junto a otros tres oficiales.

Tanto el general Arnaldo Ochoa, como todos los demás encartados, fueron despojados de los grados militares, cargos y reconocimientos que le habían sido conferidos a lo largo de su carreras militares, antes de ser puesto a disposición del Tribunal Militar.

Los demás sentenciados a muerte fueron el coronel Antonio de La Guardia y el mayor Amado Padrón, ambos oficiales - coronel y mayor - del Ministerio de Interior, así como el capitán del ejercito (Fuerzas Armadas) Jorge Martínez, quienes fueron igualmente acusados de tráfico de drogas y de traición a la revolución entre otros cargos.

Se comenta que el fusilamiento fue filmado por orden de Fidel Castro que pensó que los encartados  - sobre todo Ochoa - se vendrían abajo en el momento final, lo que no sucedió, pero que tengamos noticia nadie ha podido tener acceso a esas imágenes. 

El general Ochoa fue fusilado en La Habana en la mañana del 13 de julio de 1989, se cumplen hoy 36 años, junto a estos tres oficiales antes mencionados, y en su certificado de defunción aparece consignado como causa de muerte "anemia aguda", según lo afirmó el historiador y escritor Enrique del Risco, que tuvo acceso al documento mientras estuvo laborando un tiempo en el cementerio de Colón en la Habana.

Sus restos - según del Risco - descansan en una tumba anónima, en una zona de ese necrocomio donde estaban enterrados muchos de los que han sido fusilados. Las tumbas carecían de nombres, y en el caso de Ochoa su panteón tenía una pequeña tarja donde rezaba: "A Nenin" de su familia, pero en ningún lugar aparecía el nombre del general.

En el extremo derecho Tony de la Guardia, uno de los fusilados.

Posteriormente a este juicio se celebró otro, la causa No 2, en el cual fue juzgado y sentenciado el ex ministro del Interior José Abrantes, un hombre muy cercano a Fidel Castro que fue acusado de corrupción y tolerancia en el caso Ochoa. A este no le fusilaron, pero en cambio murió misteriosamente "de un infarto masivo de miocardio" mientras se encontraba en su celda de la prisión de Guanajay muy cerca de la Habana.

Como siempre sucede en estos casos, los medios de comunicación cubanos, todos en sintonía total con el régimen, diseñaron una atmosfera de culpabilidad previa, incluso a la sentencia, de manera que la presunción de inocencia, común en toda jurisprudencia penal, fue ignorada en este caso.

A lo largo del proceso, el diario oficialista Granma presentó el caso del general Arnaldo Ochoa "y sus cómplices" como una afrenta a la Revolución cubana, que hubo de ser castigada de manera ejemplar para erradicar de tajo cualquier conexión de Cuba con el narcotráfico, “es a peste corruptora que infecta el continente”, sin embargo muy poca gente en Cuba podía entender como había sucedido una operación de semejante calibre sin que Fidel y su hermano Raúl lo supieran.

Como quiera, el veredicto antecedió al fallo del tribunal y, al parecer, todo aquel proceso no fue más que una estrategia hábilmente orquestada por Fidel Castro para evitar de esa manera una invasión, al estilo de Panamá, por el tráfico de drogas que venían sufriendo Estados Unidos desde la isla.

No los fusilaron en los fosos de la antigua fortaleza de La Cabaña en la Habana, donde había sido habitual este tipo de ejecuciones, que para evitar el sonido solían hacerlo a las nueve en punto de la noche, hora en que se dispara el tradicional cañonazo del Morro que se anunciaba el encadenamiento de la bahía desde tiempos de la colonia, escogieron un potrero alejado a un costado de la base aérea de Baracoa, al este de La Habana, poco antes de que dieran las dos de la mañana de ese día de 1989.

Maldita Hemeroteca.
Certificado de defunción publicado por la web Baracutey Cubano.