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LO ULTIMO QUE ESCRIBIÓ JOSÉ MARTÍ.

José Martí con los tabaqueros de Tampa, Florida, USA. // 

Si hubo alguien que escribió en aquella Cuba del siglo XIX ese fue José Julián Martí y Pérez. Su obra narrativa, poética, periodística y epistolar, es bien difícil de cuantificar pues abarca desde 1871, con el presidio político, luego su destierro en Zaragoza, así como sus estancias en París, Veracruz, Guatemala, Buenos Aires, Caracas o New York, y eso solo para empezar. 

Considerado como precursor del modernismo en Latinoamérica, poesías, versos libres, publicado póstumamente en 1913, El Ismaelillo, Poesía completa, Abdala, La Adúltera, Amor con amor de paga, La muñeca negra, Tres héroes, Nuestra América o La edad de oro, más todo lo correspondiente a su etapa en el partido revolucionario cubano como discursos, traducciones, ensayos, bases y estatutos políticos así como un amplísimo epistolario, ha sido una locura. 

Luego, durante la etapa del levantamiento de 1895 están sus colaboraciones en periódicos, los apuntes acerca del fracaso del Plan de Fernandina, el manifiesto de Montecristi, sus dos diarios, primero de Montecristi a Cabo Haitiano, dedicado a María y a Carmen Mantilla y donde describe sus viajes y su añoranza por ellas, y un segundo, "De Cabo Haitiano a Dos Ríos", conocido como su Diario de Campaña.

Es en este ultimo, con bastante prisa por cierto, el apóstol intentó dejar reflejado el heroísmo colectivo de los fundadores de la futura patria, incluyéndose él como protagonista. En fin que teniendo en cuenta todo esto, resulta atractivo, e incluso morboso y seductor, conocer que fue lo ultimo que Martí escribió en su vida. 

Esos últimos renglones en su diario de campaña quedaron inconclusos, quizás pensó continuarlo al día siguiente, pero lo que no calculó fue que las cosas se irían torciendo en su contra. Por ejemplo el 18 de Mayo esperaba el regreso del general Máximo Gómez y la llegada de Bartolomé Masó, dentro de esta espera comienza una carta que igualmente dejó inconclusa a su amigo Manuel Mercado. 

Luego, el domingo 19, el día de su muerte, arriba Bartolomé Masó con su caballería estropeada, con la intención de acampar a la Vuelta Grande, la zona que abarca hoy el Contramaestre, Cacocún, Jiguaní o Cauto Cristo. Gómez llega a medio día y con las fuerzas del coronel español Ximénez de Sandoval pisándole los talones. 

Se forman las fuerzas que son arengadas por Gómez, Masó y el propio Martí. Masó se lanza al encuentro de Sandoval y le ordena a Martí que se retire y permanezca en retaguardia. Martí, acompañado del joven soldado Ángel de la Guardia, se decide a cargar por su cuenta. El caballo del joven escolta cae herido por los disparos del cubano Antonio Oliva, fusilero y práctico de los españoles, que le ocasionan la muerte. 

José Martí 1890
Era el fin de una absurda decisión tomada por el apóstol entre otros nefastos errores. Por tanto, aquí les dejamos lo ultimo que escribió el apóstol... 

"... Gómez sale, con los 40 caballos a molestar el convoy de Bayamo. Me quedo escribiendo con Garriga y Feria, que copian las Instrucciones Generales a los Gefes y Oficiales conmigo doce hombres, bajo el Teniente Chacón, con tres guardias, a los tres caminos; y junto a mí, Graciano Pérez. 

Rosalío, en su arrenquín, con el fango a la rodilla, me trae, en su jaba de casa, el almuerzo cariñoso: «por usted doy mi vida». Vienen, recién salidos de Santiago, dos hermanos Chacón, dueño el uno del arria cogida antier, y su hermano rubio, bachiller y cómico,- y José Cabrera, zapatero de Jiguaní, trabado y franco,- y Duane, negro joven, y como labrado, en camisa, pantalón y gran cinto, y ... Avalos, tímido, y Rafael Vázquez, y Desiderio Soler, de 16 años, a quien Chacón trae como hijo.- 

Otro hijo hay aquí, Ezequiel Morales, con 18 años, de padre muerto en la guerra. Y estos que vienen, me cuentan de Rosa Moreno, la campesina viuda que le mandó a Rabí su hijo único Melesio, de 16 años: «allá murió tu padre: ya yo no puedo ir: tú ve». 

Asan plátanos, y majan tasajo de vaca, con una piedra en el pilón, para los recién venidos. Está muy turbia el agua crecida del Contramaestre,- y me trae Valentín un jarro hervido en dulce, con hojas de higo...."

Nota: En la 0rtografía de la época la letra J no se usaba.