María de las Mercedes Beltrán Santa Cruz de Cárdenas Montalvo y O´Farril, la Condesa de Merlín, hija de los condes de Jaruco que brilló en los salones parisienses no sólo por su talento e ingeniosidad, también por su belleza.
Nos resulta difícil entender el tipo de vida que llevó esta condesa en Europa, no tanto como la vivió, si no porque no imaginamos que una Cubana de aquella época, siglo XVIII, fuera capaz de... Todo parece indicar que esta decimonónica dama fue en realidad una facilona, - dicho así para no faltar tanto al respeto -, una trepa, una egoísta, una egocéntrica, una codiciosa o una ambiciosa, lo que hoy podría ser vista como una adelantada feminista.
Entre otras cosas porque jamás se sintió inferior a nadie entre toda aquella gente poderosa, entre los que estuvieron Rossini, Meyerbeer, Musset, Listz, Chopin, Balzac, Orfila, María Malibrán y George Sand, incluso la corte española y hasta los Napoleones franceses. Tambien se conoce que los amoríos en aquellos años en Europa no era un tema baladí, al contrario lo vivían con muchísima intensidad.
Cuando la vida amorosa era un tema social y económico generalmente, las verdaderas pasiones se tenían que desahogar por otros medios un tanto ocultos. Por ejemplo Paulina Bonaparte, la hermana de Napoleón I, se hizo célebre por tener una vida sexual tan activa que incluso organizaba orgías.
El caso de Isabel II de España, que fue casada por obligación con su primo Francisco de Asís de Borbón, el duque de Cádiz y un evidente homosexual, lo que hizo que Isabel, en venganza, "se bailara" a media corte. O la reina rusa Catalina, otra que se cansó de ponerle cuernos a su impotente marido, el zar Pedro III, pero cuando un asunto de este calibre se relaciona con una Cubana, inmediatamente nos asalta la curiosidad.
María Mercedes de Santa Cruz y Montalvo nació el cinco de febrero de 1789 en Cuba, en el seno de una de las familias más ricas y poderosas en ese momento. Su padre fue el conde de Santa Cruz de Mopox y San Juan de Jaruco, don Joaquín Beltrán de Santa Cruz y Cárdenas, primer conde de la casa Montalvo, y su madre Doña María Teresa Montalvo y ÓFarrill. Mercedes era además nieta del primer conde de Macuriges y del cuarto marqués de Villalta.
Su abuelo, Don Gabriel Antonio Beltrán de Santacruz y Aranda, había recibido el título de conde de Jaruco de manos del rey de España, Carlos III, por el real decreto del 23 de agosto de 1777. Abolengo puro. Mercedes, que era muy bella y además tenía un gran talento musical y literario, se casó en Cuba con el conde de Merlin de apenas 18 años, Don Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas, y tuvieron una hija de nombre María Teresa.
![]() |
| Palacio de Altamira en Córdoba. // |
Aun así, "La bella criolla", como le llamaban, era de la opinión que en aquella Cuba no había futuro para una joven como ella, con lo cual decidió marcharse a Europa dejando atrás al marido y a la hija, con apenas 4 años de nacida. En el viejo continente, donde residió la mayor parte de su vida, llegó a destacar entre lo más rancio de la aristocracia y la intelectualidad de la época.
Pero vamos al lío.
LOS AMORES
Este Godoy, que ya estaba casado entonces con la condesa de Chinchón, María Teresa de Borbón, era a su vez amante también de la reina María Luisa, la que fue pintada por Francisco de Goya, y que al enterarse de que iba a tener un hijo con la Cubana - que finalmente le llamaron Gabriel - se puso como una fiera. Al segundo hijo que tuvo Mercedes con Godoy, le pusieron Manuel.
A Godoy lo dejó cuando cayó en desgracia y, en 1801, comenzó un intenso romance con un hijo con Luciano Bonaparte y hermano de Napoleón, que por entonces era el embajador de Francia en España. A este señor que estaba casado y con hijos, lo conoció en casa del rico Francisco de Cabarrús, a quien le pidió ayuda económica para su arruinado y cornudo marido, que había llegado de Cuba sin un peso en el bolsillo.
Al año siguiente comenzó otro amorío con el célebre pintor Francisco de Goya, con el que también tendría un hijo. En 1808, nada más llegar a Madrid, comenzó una relación con José I Bonaparte, y como si fuera poco con su mismo hermano, el emperador Napoleón, quien la tuvo en su cama en varias ocasiones. Como podrá apreciar la Jaruqueña no perdió tiempo en Europa, fíjese que no volvió a ver a la hija que había dejado en Cuba, cuando ya había cumplido los quince años.
Maldita Hemeroteca
Fin de la primera parte
Segunda parte aquí
Fuentes: La Habana, traducción: Amalia Bacardi. Madrid: Cronocolor, --1981. FIGAROLA-CANEDA, Domingo.
Nota: En esos años la letra J no existía en el idioma castellano
La Condesa de Merlín- María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo. ---Estudio bibliográfico e iconográfico, escrito en presencia de documentos inéditos y de todas las ediciones de sus obras. Su correspondencia íntima [1789-1852]. París: Excélsior, 1928.
--Adaptado de la biografía de Julio Merino, publicada por "El Cierre".


.jpg)







