Hoy hubiera cumplido los 191 años nada menos que uno de los generales mambises más intrépido, valiente y controvertido de aquellas guerras del siglo XIX, el santiaguero José Quintino Bandera y Betancourt, más conocido como "Quintín" o "El burlador de Trochas".
Según los datos que brindó en una ocasión su nieta, tuvo varios hijos con su abuela, sin embargo se conoce que en el presidio de Mahón, en las Islas Baleares, España, donde fue deportado y donde aprendió por fin a leer, regresó casado en 1886 con una mahonesa llamada Francisca Orfila, pero desconocemos si con ella tuvo descendencia. En 1901 Quintín se casa con la señora Virginia Zuaznabar y tuvo los referidos siete hijos.
Por aquella fortaleza pasaron varios rebeldes cubanos deportados, como José Marcelino Maceo y Grajales y Felipe Regueiferos Grajales, hijos de Mariana Grajales, este ultimo casado tambien con la gaditana Angela Bejena Montero, así como Adolfo "Flor" Crombet Tejera, Pio Acosta, Guillermo Moncada Veranes, entre otros que, gracias a rendirse, no terminaron fusilados.
Uno que no soportaba ni de lejos a los negros era el coronel médico Fermín Valdés Domínguez, de incómoda diatriba con los hermanos Maceo. De José precisamente, llegó a decir que allí en Mahón disfrutaba de los placeres de una mulatica de catorce años que le dio un hijo. La verdad es que Valdés Domínguez era un connotado racista y un homófobo además.
Igual se conoce que un hijo suyo, José Bandera, vivió, se casó y murió en Francia, y estuvo invitado al festival de Varadero de 1970. A su vez su hijo José Bartell, nieto de Quintín, dobló en una ocasión la voz del protagonista de la icónica película "Los Paraguas de Cherburgo", estrenada en el 1968 y musicalizada por Michel Legrand.
También repitió en "Las señoritas de Rocherfort", en este caso por Catherine Deneuve, Françoise Dorléac, Danielle Darrieux, George Chakiris y Gene Kelly, pelicula que estuvo nominada al óscar como mejor banda sonora. Además, ese mismo año prestó su voz al personaje de "Rey Louie", en la versión francesa del clásico de Disney, "El libro de la selva".
No sé si por bruto, por honestidad o la vergüenza que no solía esconder, Quintín Bandera fue de los que luchaba contra el gobierno de Madrid pero no contra España. De hecho en una ocasión salió envuelto en la bandera de España a despedir a los derrotados, mientras marchaban hacia Cádiz en aquellos barcos cargados de muerte y enfermedades.
Como apuntó en su diario de campaña el general José Lacret y Morlot: "Aquellos que en la guerra era enemigos, en la paz eran sus amigos".
En su "Diario del Soldado", Lacret llegó a afirmar que Quintín Bandera consideraba justa la lucha que hacía España por preservar la isla de Cuba, y citando las propias palabras de Quintín: "Porque una ganga así había que defenderla". Solía perdonarle la vida a los soldados Españoles, no así a los voluntarios cubanos que tras preguntarle el nombre le rebanaba el cuello mientras le decía burlonamente... "Te ñamaba".
Soldado valiente pero irrespetuoso e irresponsable. Primero estuvo detenido en la finca Manuelita por no obedecer a Maceo, que incluso le destituyó de su cargo. Sin embargo, el Titán le vuelve a dar otra oportunidad y lo nombra Jefe de la 1ra División del 4to Cuerpo en la zona de Trinidad, provincia de las Villas y donde dejó un triste recuerdo.
Allí hizo de las suyas. Era su territorio. Incluso se habló hasta de violaciones cometidas en Trinidad. Algo de eso habría desde el momento en que en la obra de Miguel Barnet, "Biografía de un cimarrón", donde el mambí Esteban Montejo fue entrevistado en el asilo de ancianos donde residía antes de morir, confesó que Quintín "era un negro resentido".
Tampoco fue santo de devoción de su paisano y mayor general José "Mayía" Rodríguez, y aunque contará con total confianza de los grandes jefes no le iba a permitir ni el menor de los incumplimientos. Si los tuvo con el general Calixto García al que desobedeció, y al final ocurrió lo inevitable. Terminó degradado en 1897 por el generalísimo Máximo Gómez, uno que no creía ni "en la paz de los sepulcros", que le acusó y le condenó por sedicioso e insubordinado.
Desgraciadamente la guerra no finalizó con la derrota de España en 1898, aún faltaban otras entre cubanos mucho más mezquinas y miserables, y donde la oficialidad del Ejército Libertador llevó el protagonismo. Guerras que se cobraron la vida de miles y miles de cubanos que tenían la piel tan negra como la suya, y que curiosamente fueron masacrados por los mismos liberales con los que se unió en Marianao, cuando decidió tomarse la justicia por su cuenta y riesgo.
Dicen que su ajusticiamiento por la guardia rural en la finca "El Garro" en Arroyo Arenas, fue un asesinato a la cuenta del presidente Don Tomás Estrada Palma, habría que ver entonces como llamamos el que cometió él, y su gente, con el teniente Roque en la Laguna de Ariguanabo. En pocas palabras, el bravo guerrero se había convertido en un incordio para el nuevo gobierno libre.
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| Dolz. |
Porque dígase lo que se quiera, no sentimos odio ni las pasiones se hallan excitadas de lo que resulta que cada patriota que cae, cada ciudadano que muere, ya sea el teniente Roque o el general Quintín Banderas, o ya los jóvenes pinareños Goenagas y Castellanos, causan profunda pena y hieren la conciencia pública y no hay labios que sonrían si no lagrimas en el rostro y una profunda tristeza en el alma.
Y ya que las victimas de la actual revuelta hablamos, sin meternos a profanos, censuramos que los cadáveres de los jóvenes pinareños hayan sido entregados a sus familiares y el de Quintín se le haya negado a sus parientes, sin detenernos a pensar de que en Pinar del Río pudo hacer y en la Habana no podía consentirse por podrían ser perturbadores del orden.
Hemos de decirle - repetimos- que nos parece innecesarios traer hasta el centro de la ciudad los cadáveres de los caídos en esa acción de guerra.Es un espectáculo triste sobre el que se hacen siempre comentarios contra el gobierno, injustos por que el programa político de la campaña expresado por el gobernador provincial ante los reclutas, no puede ser más humano ni más noble.
Y es que la historia aguanta de todo.
Fuente: artículo de Francesc Portella del Diari Menorca.
Artículo del Diario de la Marina, diez de febrero de 1896.



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