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QUIEN RIENDO LA HACE LLORANDO LA PAGA


Quien siembra vientos recoge tempestades, es un añejo refrán que nos advierte que todas nuestras acciones en la vida tienen sus consecuencias. La escritora María C. Werlau, nacida en la Habana en 1959 y cuyo padre había luchado contra Batista y luego fue uno de los que desaparecieron en las arenas de Bahía de Cochinos en 1961, escribió un libro que tituló, "Las víctimas olvidadas del Che Guevara".

Según afirmó la Doña, el fallecido brigadista de Girón Esteban Bovo, quien fuera secretario de esa asociación de veteranos y padre del ex político de la ciudad de Miami, uno de los ciento cuatro brigadistas muertos en la invasión, incluyendo los que fallecieron en Guatemala antes de salir y los que murieron en un bote que estuvo quince días a la deriva después de la batalla, el resto de los cadáveres nunca se pudieron recuperar. 

Entre este último grupo se encuentran cinco brigadistas que, tras ser capturados por haberse infiltrado en Cuba en las semanas previas al desembarco de Playa Girón, fueron fusilados el mismo diecinueve de abril de 1961, y otros cinco que fueron ejecutados el cinco de septiembre del mismo año sentenciados por un tribunal castrista.

Igual reposan los cadáveres de nueve brigadistas que murieron asfixiados cuando eran trasladados a la capital cubana en una rastra herméticamente cerrada, lo que se conoció como la "Rastra de la Muerte", traslado que fue organizado por el comandante Osmany, hermano del desaparecido jefe del ejercito y también comandante Camilo Cienfuegos. 

Unos fueron enterrados en el mismo lugar donde cayeron; otros fueron sepultados en el cementerio de Jagüey Grande y el resto depositados en fosas comunes en el cementerio Colón de La Habana. Como su nombre lo indica, en esta edición de cincuenta y seis páginas Werlau actualizó la lista de las víctimas entre las que se incluyen dos hermanos de Vertientes en Camagüey, acusados de “chivatos.” 

Narra además que con la ayuda de Ion Mihai Pacepa, ex jefe de los servicios de inteligencia de Rumanía, (la temible "Securitate") se supo de un supuesto plan de la KGB diseñado para convertir al argentino Ernesto Guevara en un mártir. Un diez de abril de 1955, este implacable ejecutor argentino debutaba en la "Agencia Latina" (de Argentina) como redactor y fotógrafo durante la celebración de los Juegos Panamericanos de ese año en México.

A México había llegado huyendo desde Guatemala, donde se había enrolado en un movimiento izquierdista que fue sofocado un año antes por el dictador Carlos Castillo Armas. Más tarde - y como es harto conocido - encontró su acomodo ideal en Cuba tras unirse a Fidel Castro en México y después en la sierra, donde se sintió tan a gusto que desplegó su talento como asesino que perfeccionó después como verdugo en la Cabaña.

También fungió como jefe de Milicias, director de la Reforma Agraria, interventor implacable, ministro de finanzas y de Industrias, presidente del Banco Nacional y ministro de Economía, (sin tener ni la más mínima idea en ninguno de ellos) Por último se declaró, orgullosamente además, sicario confeso en los micrófonos de la ONU. 

Con el tiempo le empezó a estorbar a los hermanos Castro, de manera que empezó a buscar afanosamente un país donde meterse. Quizás sabía como nadie que con Fidel Castro su vida comenzaba a correr cierto peligro. Esto lo dijo su propio amigo y guerrillero Benigno, Dariel Alarcón Ramírez, ya fallecido en Francia, el antiguo jefe de recursos humanos de la temible prisión habanera de Valle Grande, que en 1996 encontró su particular paz en París cuando decidió, supuestamente, romper con esa revolución a la que tanto sirvió.

En una entrevista que concediera en su pequeño negocio en la capital francesa, y que fuera publicada después en el libro "La cara oculta del Che" de Jean Cormier, este personaje aseguró que previo a la aventura en el Congo y su periplo por otros países del África, a Guevara le habían señalado en Cuba de ser un trotskista y un pro chino. Eran tiempos en que China y la URSS eran enemigos, y esa inclinación le causaba problemas "ideológicos" a Fidel Castro con Moscú. 

Esto fue lo que dijo este ex guerrillero.

"Sé que hubo una conversación muy fuerte entre él y Fidel, en la que salió muy disgustado. Eso le llevó a irse para Tope Collantes como una semana con unos ataques de asma muy fuertes. Lo sé por el compañero Argudín, uno de los guardaespaldas personales que me lo dijo. Fue Raúl quien le llamó trotskista. 

"Entonces el Che se paró muy violento, como con ganas de irle pá arriba y le dijo: 'Eres un estúpido, un estúpido'. Fidel no atinó a responder. Guevara salió molesto, tiró la puerta y se fue. Y ahí, a pocos días, viene la decisión, así prematuramente, de irse para el Congo, pero antes se va al sanatorio que hay en el Escambray".

Sus aventuras africanas fueron acompañadas del fracaso. (El mismo Guevara lo admitió). Primero, porque en un ataque en Front de Force dirigido por el comandante Víctor Drake, por cierto otro que tuvo un destacado expediente como implacable fiscal y jefe de la policía en Sagua la Grande, además de "eficiente cazador de alzados en el Escambray", cayeron derrotados con el fatal resultado de varios guerrilleros cubanos muertos. 

Esta acción, en la que los combatientes africanos tenían de todo menos de guerrilleros, provocó que la CIA comprobara la ciudadanía de aquellos muertos y, como era obvio, la presencia de Cuba en el asunto y en la persona de este argentino. De aquella África sostenida por Bélgica y Estados Unidos, tuvo que salir Guevara por patas en 1965. Desde entonces la "parca" no se alejó de su lado hasta llevárselo -definitivamente- en la intrincada selva Boliviana. 

Dicen que primero pensó en Argentina, pero un tipo frío calculador y vengativo como Fidel le convenció que Bolivia, la ratonera que le había preparado, era una mejor opción. Y como para que no se le ocurriera ni regresar, le leyó aquella carta que ni sabemos a ciencia cierta si fue escrita por él o no .

El Karma quiso que el agente de la C.I.A. Gustavo Villoldo vengara la muerte de su padre, un alto ejecutivo de la general motors que optó por suicidarse en la Habana al caer prisionero de este psicópata luego de saquearle más de 360 vehículos, y por otro miembro de la C.I.A, el coronel Félix Rodríguez, que fue testigo presencial de como aquel nueve de octubre de 1967 los cientos de muertos que cargaba este asesino a su espalda le hacían justicia.
 
Maldita Hemeroteca