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| Vice presidente George Bush, presidente Ronald Reagan y Mihail Gorvachov en Governor Island, New York. // |
La gente que caminaba por la nevada Plaza Roja de Moscú la tarde del 25 de diciembre de 1991 presenció uno de los momentos más decisivos del siglo XX: la bandera roja soviética que ondeaba sobre el Kremlin se arrió, y la tricolor de la Federación Rusa ocupó su lugar.
Con la renuncia ese día de Mihail Gorbachov como Presidente de la Unión Soviética, desaparecía al fin el mayor estado imperialista y militarista del mundo, culpable de la muerte de más de 50 millones de seres humanos en represiones y guerras, ya llamado por el presidente norteamercano Ronald Reagan "El Imperio del mal". Era el fin de la Guerra Fría.
En realidad desde el ocho de diciembre ya varias repúblicas de la antigua URSS (Rusia, Ucrania y Belarus) habían formado el Tratado de Belavezha, renunciando a formar parte de la URSS y formando la Comunidad de Estados Independientes (CEI), al que se unieron varias de las demás repúblicas en los días que siguieron.
Sin embargo, no contó, o sí, con la fuerte resistencia en su archirrival, el líder de la Federación Rusa, Boris Yeltsin, que deseaba tomar el control del Kremlin y tenía el apoyo de otros líderes de repúblicas soviéticas con ideas similares. Cuando los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania declararon difunta a la Unión Soviética, no prestaron mucha atención a qué sería del Ejército soviético de 4 millones de efectivos y su enorme arsenal nuclear.
Tras el colapso soviético, hicieron falta años de esfuerzos diplomáticos liderados por Estados Unidos para persuadir a Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán de que entregaran a Rusia las armas nucleares soviéticas que quedaban en sus territorios. El proceso se completó finalmente en 1996.
Muchos cubanos aun nos preguntamos si cuando Gorvachov visitó la Habana en Abril de 1989, le adelantó algo de los planes al "sultán caribeño". Es probable que no, aunque está claro que líder del Kremlin le animó a que "se buscara la vida" de otra manera muy distinta a la acostumbrada.
¿Como?, pues poniendo en práctica métodos de producción y de comercio que aumentaran la eficacia del sistema y, sobre todo, que aliviaran la pesada carga que les significaba para ellos mantener al "hijo bobo caribeño". Es que la cara del mangante en jefe lo delataba, como esa de la foto. El tirano sabía perfectamente que la mamandurria había llegado a su fin, y lo que es peor, que se quedaba con el culo al aire ante el vecino del norte.
Maldita Hemeroteca


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