jueves, 12 de mayo de 2022

Guimareros mambíses en la guerra de Cuba

Fotografía de Guimar a finales del siglo XIX

¿Sabía usted que entre sus escoltas, el generalísimo Máximo Gómez tenía a un Güimarero, gentilicio usado para los que son oriundos del pueblo de Güímar en la isla de Tenerife?.

Para los desconocedores, Güímar es una localidad del sur de la isla, que tiene su origen de las erupciones del volcán Teide, la elevación mas alta de España, allá por el año 1706. Colinda con las localidades de Arafo, la Orotava y Fasnia, que son poblados muy conocidos de esta isla. Allí este situado un importante punto de observación astronómico.

Aunque hoy no se parece en nada a esa foto y cuenta con alrededor de 20 mil habitantes, a finales del siglo XIX tenía menos de 5000. Sin embargo a pesar de su poca población de entonces, fue una de las regiones que mas soldados y oficiales incorporó a la guerra de Cuba, y en especial al ejército independentista Cubano.

Según la prensa local de la época, fueron 19 los que tomaron parte en aquella guerra, la mayoría como soldados de reemplazo, así como varios oficiales que solicitaron ser enviados voluntariamente a Cuba con la intención de ascender y mejorar su status militar.

Se tiene conocimiento que fueron diez los que combatieron durante la “Guerra de los Diez Años” (1868-1878) y donde uno de ellos murió. Por otro lado otros ocho lo hicieron en la “Guerra Chiquita” (1879-1880) y en esta los hermanos don Faustino y don Nicolás Campos Núñez cayeron en combate.

Entre los oficiales que más alta graduación alcanzaron están los hermanos Francisco Gutiérrez Marrero (1845-1895), que obtuvo los grados de comandante de Infantería, mientras que su hermano Waldo Gutiérrez Marrero (1865-1947) llegó a ser general de brigada de esa misma rama militar.

Ejercito libertador cubano

Solo tres Güimareros participaron en la guerra del bando independentista Cubano, un dato que no puede ser considerado absoluto ni mucho menos. No obstante el importante periódico conservador "Diario de la Marina", que tuvo entre sus periodistas a un Güimarero Miguel Espinosa, un editor que trabajó como redactor político en este diario, es lógico suponer que se haya tomado especial rigor a la hora de compilar y publicar los datos de sus paisanos de uno u otro bando. Ellos fueron:

Telesforo Fariña Rodriguez.

Emigró a Cuba en 1895 a los 32 años de edad, e ingresó en el Ejército Libertador. En 1898 había alcanzado el empleo de subteniente del Primer Regimiento de Infantería, al mando del general Serafín Sánchez, de la 1ª Brigada de la 1ª División del 4º Cuerpo perteneciente a la provincia de Santa Clara.

Juan de Dios de la Rosa.

Nació en el pago de El Escobonal en 1870. El 6 de diciembre de 1895, a los 25 años de edad, entró a servir en el Ejército Libertador de Cuba y en 1898 ya era sargento del VI Cuerpo de dicho Ejército; por entonces figuraba como labrador. Alcanzó el empleo de sargento 1º del 2º Regimiento de Infantería (Aguilera) de la 1ª Brigada de la 1ª División del 6º Cuerpo perteneciente a la provincia de Pinar del Río.

Juan Lugo Duque.

Nació en el pago de Lomo de Mena en 1873. El 6 de diciembre de 1895, a los 22 años de edad, pasó al Ejército Libertador de Cuba en donde ya, para el 1898, había alcanzado el grado de sargento. Sirvió además como escolta del mayor general Máximo Gómez. Luego ascendió a subteniente del Cuartel General en el Estado Mayor Mambí.

José Martí
Sobre los Canarios que participaron codo con codo con las fuerzas Cubanas en aquella guerra, el apóstol José Martí, que por ser su madre de Gran Canaria le tocaba este tema muy de cerca, dijo lo siguiente:

«No es raro que el hijo de las Canarias, mal gobernado por el español, ame y procure en las colonias de España la independencia que por razones de cercanía, variedad de orígenes, y falta de fin bastante, no intente en sus islas propias.

Míseras viven, sin el regalo y alegría las poéticas Canarias; y no pría bajo español aquel volcán de la naturaleza más que campesinos que no tienen donde emplear su futuro y honradez, y un melancólico señorío, que prefiere las mansas costumbres de su terruño a la mendicidad y zozobras de la ingrata corte.

¿Qué ha de hacer, cuando ve mundo libre, un isleño que padece del dolor del hombre que no tiene en su tierra nativa dónde alzar la cabeza, ni dónde tender los brazos?»

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