jueves, 29 de septiembre de 2022

El genio Cubano se apoderaba de la corona mundial del juego ciencia


Hace la friolera de 101 años que el genio el cubano José Raúl Capablanca, se convertía en el campeón mundial de ajedrez, titulo que logró en un duelo contra el alemán Emanuel Lasker escenificado en la capital Cubana. 

La historia de ambos, y su apreciación por parte del público cubano y alemán, no podría ser más diferente. En Cuba, Capablanca es un ícono nacional, venerado por encima de todas las coyunturas políticas. En Alemania, en cambio, casi nadie fuera del terreno del ajedrez conoce a Emanuel Lasker. Sin embargo, este último fue campeón del mundo durante más tiempo que nadie antes o después de él, nada más y nada menos que por 27 años. 

Sin embargo, perseguido y condenado como judío por los nazis, Alemania, el "país de los poetas y pensadores" tuvo dificultades para honrar a su único campeón mundial de ajedrez, incluso después de 1945. En aquel entonces, el ajedrez todavía era un juego que se practicaba en los salones de lujo de Viena, Berlín, Nueva York y San Petersburgo. 

José Raúl Capablanca, nacido en La Habana en 1888, era un descendiente de la élite, hijo de un oficial español cuando Cuba era todavía una colonia de Madrid. Era un niño prodigio: tenía apenas cinco años cuando empezó a jugar, y a ganar. A los 12 años venció al campeón nacional. 

Cuando Cuba se independizó y Estados Unidos se convirtió en la nueva potencia hegemónica, su familia se puso al día y lo envió a estudiar a Nueva York. Sin embargo, Capablanca no tardó en abandonar sus estudios para dedicarse por completo al ajedrez.

La carrera de Emanuel Lasker fue muy diferente. Él no pudo esperar una generosidad comparable por parte del Estado alemán. Incluso como campeón del mundo tuvo que auto-financiarse como ajedrecista. Publicaba periódicos de ajedrez, escribía libros, daba conferencias y cortejaba a patrocinadores para financiar competiciones. 

Durante dos años se abstuvo de participar en torneos para poder hacer un doctorado en Matemáticas sobre series infinitas. Todavía hoy en día, en los estudios de álgebra superior se aprende un teorema de descomposición primario que lleva su nombre. Lasker también discutió con Einstein sobre la constancia de la velocidad de la luz en el vacío. 

Sin embargo, ninguna de sus solicitudes de cátedra tuvo éxito. No le quedó otra alternativa que seguir siendo un ajedrecista profesional bajo constante precariedad material. Además, incluso siendo campeón del mundo, Lasker siguió siendo objeto de un agresivo antisemitismo. Por el hecho de que no tuviera mecenas y debiera ganarse la vida con el ajedrez, se le achacó ser un "mercachifle judío”: 

"El arte del ajedrez debe permanecer libre de la sucia e impura codicia por el dinero", decía, por ejemplo, el austriaco Franz Gutmayer, quien había sido un exitoso autor, mucho antes del ascenso del nazismo, con libros que agitaban sobre la necesidad de un ajedrez nacionalista alemán.

El genio Cubano murió de una hemorragia cerebral el 8 de marzo de 1942 estando en New York, y su cuerpo fue trasladado a La Habana. Se llevó a cabo un funeral de Estado con un entierro en el Capitolio, y el jefe de Estado, el general Fulgencio Batista, organizó personalmente la ceremonia. Miles de personas acompañaron el cortejo fúnebre por las calles hasta llegar a su tumba, en el cementerio Cristóbal Colón, en el centro de La Habana.

Capablanca fue campeón mundial durante siete años, pero su fama perduró en la historia. Cuando el mundo piensa en la cultura cubana, piensa en ritmos musicales y ron, no en una mirada crispada a 64 casillas en blanco y negro. Quizá por eso los cubanos están tan unidos en su orgullo por el gran ajedrecista.

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